En el desierto de la alta Guajira y los municipios de Manaure, Albania, Riohacha, Manaure y Uribia todos comentan en voz baja que Oneida Pinto ha cambiado progresivamente en función de sus aspiraciones y ambiciones políticas. La mujer originaria de Albania se introdujo en la cultura wayuu adoptando sus atuendos e, incluso, su idioma para convertirse por dos veces seguidas en alcaldesa de un municipio como Albania, arrebatándole el poder al hoy representante por las comunidades negras, Gustavo Rosado, de las entrañas de Yahir Acuña, con origen en el movimiento fuerza guajira, pero electo primer alcalde del municipio por Opción Ciudadana.
Oneida ejerció la alcaldía durante dos periodos con una aceptable gestión y sus ambiciones la llevaron a renunciar para emprender una lucha por la gobernación.
Comenzó su campaña acompañada de un puñado de colabores de la gobernación y fue cuando la visita de los hermanos Char le daría la bendición para obtener el aval de Cambio Radical para lucharle el poder al candidato Ovidio Mejía de la Nueva Fuerza Guajira, grupo del exgobernador Jorge Pérez Bernier, y dueños de la mayor parte de los programas de alimentación en esta tierra donde se han muerto los niños de hambre ante la indolencia de los políticos de turno que nos han gobernado.
Después de superar la tormenta nacional por cuenta de su supuesta cercanía con el exgobernador, Kiko Gómez, ahora enfrenta la polémica ante su propia gente, en su propio patio. Oneida Pinto, la candidata de Cambio Radical, cuyo aval produjo la renuncia de Carlos Fernando Galán a la dirección del partido, selló una alianza con la baronesa de Uribia, las dos veces exalcaldesa Cielo Redondo, a cambio del apoyo a su candidato en Riohacha, dejando colgado candidato de Cambio Radical. En La Guajira se habla en voz baja que Oneida Pinto era una total desconocida antes de la polémica en torno a la entrega de su aval.
La resonancia en torno a su nombre por cuenta de una supuesta cercanía con Kiko Gómez, más el apoyo irrestricto de las directivas de Cambio Radical y, en últimas, del vicepresidente Vargas Lleras, la dispararon en las encuestas logrando concentrar el reflector mediático en Bogotá, pero que no es el mismo en la costa. Sus influencias en el Consejo Nacional Electoral son de donde habría montado un negocio con las demandas por pérdida de investidura y su cercanía con abogados y medios en la capital no se compadecen con el hambre y el miedo en La Guajira, que personas como Cielo Redondo han sembrado en el desierto.