"Oiga, no se preocupe tanto por El Tiempo y fíjese por la gente que está llevada" Jaime Garzón.
El Premio Nobel de Literatura Imre Kertész, en su discurso cuando le entregaron el galardón, manifestó que otro que no quiso recibirlo, Jean-Paul Sartre, habría dedicado “todo un opúsculo a la cuestión de saber para quién se escribe”; por mi parte, sólo sé que escribo desde el caribe, que como afirmó, otro ungido con el Nobel, Derek Walcott, “no es un idilio”. Esta vez, después de una pausa de un par de meses, tengo la intención de volver a enfrentarme a la rueda de hojas en blanco para redondear la idea, en forma desprendida y a veces mirándome a un espejo, del ícono del Man de a píe.
Aquel personaje, sea mujer u hombre, para nada extranjero, que vive del rebusque diario en la legalidad y algunos en la vía alterna. El que anda a suela limpia, en bus, en moto, en cicla o pagando un carro que se deprecia cada día. El que después de tapar un hueco para abrir otro, de estirar las cuentas, como dice el dicho, no le alcanza el sueldo para terminar el mes.
El que tiene esa dimensión capaz de un coctel molotov, que le permite moverse entre la astucia, el conformismo y la improvisación, para sacar el cuello del barro. El que a pesar de no creer en causas o proyectos colectivos, en Locombia, país de empeñados, se convierte, el Man de a píe, se lo repito, se lo repito, en un inamovible colectivo.
El que no le importa que le digan que es un cliente y no un paciente; que la educación es un derecho y no un servicio; que el transporte es público, así lo operen privados; que los servicios públicos domiciliarios, son esenciales; que cree en forma ciega, lo que le dicen los mass media; y que muchas veces no recuerda por quién fue el guiño para votar, la vez pasada.
El Man de a píe joven, que con mucho sacrificio, pudo estudiar un “título de desempleo, dótor en fotocopias” y cuando salió a tocar puertas, se encontró con una realidad agobiante, a la que no se le puede poner la otra mejilla y que así estudie maestrías, doctorados etc., cuando busque empleo, sino tiene respaldo, como en la mafia, le van a decir que está “sobrecalificado” para después pagarle, ¡tenga!, con lesión enorme.
El que ha padecido los efectos de las políticas económicas y cada vez pierde más su poder adquisitivo. Al que siempre le queda más fácil mirar hacia abajo que hacia arriba, pero que cuando sube, quiere dejar su pasado atrás, y parecerse cada vez más a quienes lo tenían abajo.
Al que la ‘Matrix’, sin aumentarle los salarios o generarles empleos estables, le hizo creer que mejoraría su calidad de vida a través de créditos: libranzas, dinero plástico, financiación estudiantil y al final de cuentas, después de pagar las cuentas bancarizadas, no le queda ni para comer.
El emprendedor que con tantos trámites y costos fijos, no alcanza a formalizar su empresa y por tanto no cuenta con garantías reales ni personales, para acceder a créditos, estímulos, asistencia técnica, etc., que se promueven para los que pueden y no para quienes deben, y termina al vaivén de la informalidad, la extorsión, el soborno, el paga diario, la gota a gota, en un país seguro que se regodea con su gente montada en esa ‘mecedora’ que las marea y no les permite saber si salir corriendo pero ¿para dónde coger?
¿Estudiar más de cinco años, para volverse uno más de los cerca de cinco millones de colombianos en el exterior, muchas veces cerebros fugados, que hacen lo que otros no quieren hacer, pero que dicen que con sus remesas se acercan al tercer renglón de nuestra economía?; ¿ponerse a trabajar en el andén a vender cualquier cosa para que lo levanten por no tener un carné que se lo dan a quienes respalden al caudillo de turno?; o ¿hacia dónde coger?
Así es, en la mitad del medio, están los manes o hembras de a píe, que no aplican a los subsidios, porque son para los más pobres microfocalizados en sus misteriosas bases de datos y con etiquetas de víctimas, reincorporados, vulnerables, etc., para quienes, es absurdo, pero parece que habría más beneficios en acción, entre más hijos tengan. El Man de a píe que poco a poco ha quedado casi al filo de la navaja pero que deja que nos sigan gobernando los mismos con las mismas.
El Man de a píe que vive arrendado o pagando una cuota alta de anatocismo, que si se descuida le caen los bancos y las centrales de datos con sus jaurías y con sus ganancias, que en otros países justos, serían inmorales, así como los porcentajes que manejamos de pobreza.
Ni hablar del costo de la vida: un país moderno productor de petróleo con la gasolina más cara del mundo; un departamento irrigado por una alta porción de los 10.000 millones de metros cúbicos de agua (Viloria, 2005, pp. 21) que por año producen los ríos que bajan de la Sierra Nevada y no nos garantizan el derecho al consumo mínimo vital de agua, en una enramada en que todo está concesionado (privatizado) y todavía nos salen con la cachaza de que quieren vender Isagen.
El Man de a píe que a veces pareciera que no le interesara pero si le afecta, que en un país justo, la energía limpia y más barata, es la hidroeléctrica, pero, así haya racionamientos, miren el valor de los recibos; o que por Santa Marta se saquen cerca de 20 millones de toneladas de carbón primario al año y no nos dejan un poco para transformarlo en energía o por lo menos algún dinero para compensar los daños al medio ambiente con obras sociales e industriales productivas. Un país moderno, pero con tantas reservas de gas y nos lo cobran mes a mes. Un país seguro, de vocación agroindustrial y lejos la seguridad alimentaria que con ese poco de acuerdos (TLC) de abrir las piernas, firmados cada semana, ya nos importan hasta el maíz, la leche, la panela, el café... ¿Qué dirían los tayronas, los caribes, los muiscas, Bolívar?
¿Quo Vadis Man de a píe? Al que muchas veces le toca venderse al clan del mejor postor, en precarios empleos, muchas veces en ordenes de prestación de servicios, sin acceso a prestaciones sociales ni al contrato realidad, con el nuevo impuesto: la seguridad social y amarrados per secula seculorum a quien les está haciendo "el favor", de darles una chanfa, siempre y cuando voten y pongan a votar a sus allegados. Es decir, el Man de a pie, que, en últimas, ni siquiera es un ciudadano.
Lo único que permite avizorar un mejor devenir, sería que en redes sociales, la clase ‘Sanduche´ que se ha ilustrado un poco y empoderado de sus derechos, manifiesta una desazón, una desmotivación y frustración, que se acerca cada vez más a la primavera de la indignación, y a una búsqueda que aún no se ha canalizado, a esa tibia luz de la esperanza.
Ojalá en 2014 y en el 2015, por fin se despierte atronadora esa luz, que una a la multitud en un propósito común que les de la energía necesaria, para usar su poder de decisión más fuerte, el voto, por quien proponga una estrategia plenamente realizable, sin blacamanerías, dirigida a avanzar en mejorar la calidad de vida a la franja de a píe que cada vez está más asfixiada; ¿Será que la respuesta a la compleja situación del Man de a píe, saldrá de la mente abierta de unos cuantos santos al cuadrado o algo que se les parezca?
Santa Marta, DTCH, 13 agosto de 2013.
Addenda: ¡Sin Olvido!: 14 años de la muerte impune de Jaime Garzón.
Fuentes:
Discursos Premios Nobel. Tomo I. (2003) Pág. 114. Segunda Edición. Común Presencia Editores. Colombia.
Discursos Premios Nobel. Tomo III. (2004) Pág. 142. Primera Edición. Común Presencia Editores. Colombia.
Viloria, J. (2005) SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA: ECONOMÍA DE SUS RECURSOS NATURALES. Serie Documentos de Trabajo Sobre Economía Regional. N° 61 Julio, 2005 Banco de la República - Sucursal Cartagena. Pág. 21. Cartagena de Indias. Colombia.
Nota: por favor salve el planeta, no imprima este documento y si es estrictamente necesario, hágalo en papel reciclado.
@ciudadcaotica
[email protected]