Si usted es de mente estrecha, le recomendamos, con toda la seriedad del caso, abstenerse de leer “Sumisión” del Michel Houellebecq. Con más razón, si es usted de esos que poco conocen sobre el islamismo, pero que está convencido de que esa visión del mundo y todas sus expresiones son absolutamente reprochables. Y es que el contenido del libro más polémico de Francia en los últimos años puede ser nocivo y peligroso para un lector de ideas cerradas, dado que tiene la capacidad de fortalecer nuestros estereotipos sobre el Islam.
Para leerlo, no necesita entender mayor cosa. Basta con que conozca esa versión incompleta, prejuiciosa y fragmentada de los musulmanes, y de esos países de Oriente Medio que terminan en “án” (porque no falta el que diga que todos ellos son los mismos). Usted encontrará en la historia de “Sumisión” la excusa perfecta para alimentar sus miedos e inseguridades sobre los musulmanes: las amenazas, la dominación de una ideología diferente, la supremacía del hombre por encima de la mujer, y todos esos arquetipos que promueven una comprensión pobre del islamismo y que buscan, a todo lugar, despertar el espíritu antiislámico que es cada vez más creciente en los países occidentales.
Antes de salir a la venta, el libro ya había provocado tantos temores y críticas en Francia que el diario progresista Libération le dedicó su portada y siete páginas para analizar y desentrañar su contenido. Lo curioso es que “Sumisión” llegó a las librerías francesas el mismo día del atentado en Charlie Hebdo, por lo que el autor tuvo que salir a defenderse y negar su respaldo a la promoción de las ideas de la extrema derecha “No tomo partido, no defiendo ningún régimen. He acelerado la historia, pero no puedo decir que sea una provocación, porque no digo cosas que considere falsas solo por poner nerviosos a los demás” explicó Michel Houellebecq, ante la extraña coincidencia.
La historia en sí misma, una novela de política-ficción, podría pasar como un texto satírico y filántropo con carácter inocente. En el 2020, François, un profesor de la Sorbona de París, es testigo de cómo una nueva formación islamista moderada se enfrenta a los partidos tradicionales con un discurso conciliador. En medio de la tensión política, el silencio y la sumisión de los ciudadanos franceses, Mohammed Ben Abbes, líder de la nueva formación, gana, en franca disputa democrática, las elecciones presidenciales, lo que se convierte en una transformación radical para Francia.
Ante este nuevo régimen, los pilares fundamentales que se heredaron de la revolución francesa son desplazados sin misericordia. Esos ultrajes se empiezan a evidenciar con reformas educativas: en ellas se incluye la enseñanza islámica, se excluye el laicismo y se limita el acceso a la educación superior como mecanismo de dominación. También, de la mano con el patriarcado, se restringen los derechos de la mujer a su mínima expresión, y son forzadas a dejar sus trabajos y utilizar velos para cubrir su cuerpo. Además, el nuevo gobierno pone todos los recursos (dinero, status, vírgenes y esposas) para la rendición de los pocos escépticos que quedan y que no han sucumbido a la conversión.
Islam significa sometimiento, abandono o sumisión a Dios. Ahí radica el principal problema del texto, ya que la “sumisión” de Houellebecq no es precisamente la rendición espiritual de una sociedad, sino las banalidades carnales y materiales que suponen la conversión al islamismo. Lo que parece evidente es que la comprensión filosófica de esta religión es muy pobre, y que el escaso conocimiento que tiene el autor de la misma es utilizado con el único fin de fortalecer el sentimiento antimusulmán de Europa. No sorprende que, en el 2001, tras el ataque a las Torres Gemelas, Houellebecq haya declarado que el islamismo "Es la religión más imbécil de todas".
Siempre se ha dicho que la importancia de la literatura radica en su capacidad de ensanchar el mundo; más aún cuando se trata de religiones, costumbres y culturas desconocidas donde ésta juega un rol fundamental promoviendo el entendimiento y la comprensión desde otros puntos de vista. Este libro es un raro ejemplo de cómo la literatura puede ir en contravía de esta premisa, moralizando y reforzando los dogmas del lector. Por eso, tenga en cuenta que su lectura requiere mentes críticas y sagaces, porque de lo contrario, su sumisión al miedo y al sentimiento islamofóbico será absoluta.