La izquierda que le quedó grande a Rafael Correa

La izquierda que le quedó grande a Rafael Correa

Indígenas y trabajadores del Estado marchan en contra de
las políticas de gobierno

Por: Fernando Dorado
agosto 14, 2015
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La izquierda que le quedó grande a Rafael Correa
Foto: AFP

Marchas y convocatoria a paro nacional por parte de organizaciones indígenas y de trabajadores del Estado (Coordinadora de Movimientos Sociales, la Organización Sindical Única de Trabajadores del Ministerio de Salud (Osumtransa), la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Confederación de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras) en contra de las políticas del gobierno de Correa.

La izquierda tradicional apoya la convocatoria. La derecha tradicional está a la expectativa y juega a la sombra. Muchas organizaciones sociales, cooptadas por el Gobierno, no apoyan o se han quedado estáticas. El gobierno se radicaliza y califica el movimiento como "desestabilizador". Algunos sectores del movimiento social llaman a Correa a renunciar, pero no es la posición oficial del movimiento. ¿Qué es lo que ocurre?

El asunto es complejo. Correa nunca logró construir un movimiento social y político que se propusiera derrotar plenamente el neoliberalismo con visión poscapitalista. Su liderazgo personal es el jalonador. Se convirtió en un caudillo. El movimiento social y la izquierda "estatista" se aislaron muy rápido del "movimiento ciudadano" y se lo dejaron a gentes con ideas anti-politiqueras, pero sin una clara definición ideológica (al estilo en Colombia de Claudia López o de Sergio Fajardo). El antineoliberalismo y la plurinacionalidad de Correa se quedaron en retórica, y frente a la terminación del auge ascendente de los precios del petróleo y commodities, Correa ha tenido que retomar algunas de las políticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que, en un principio, fueron objeto de su ataque.

Sin embargo (al igual que sucedió en Colombia con el paro agrario), es la derecha corrupta y oligárquica (encabezada allá por Nebot, y aquí por Uribe) la que pretende canalizar políticamente esas protestas. El paro nacional en Ecuador no tiene la fuerza suficiente, se apoya en la posibilidad de bloqueos y cierres de carreteras por pueblos indígenas, pero estos también están divididos.

Lo que ocurre en Ecuador es una lección para todos. Si el antineoliberalismo se limita y queda reducido a pequeñas reformas y aprobación de subsidios (supuesta redistribución de la riqueza), y no se apoya en un fuerte y organizado movimiento social para avanzar hacia cambios estructurales (incluyendo la conformación de la Patria Grande Latinoamericana y la construcción de una base económica propia), tarde que temprano será neutralizado por el gran capital financiero transnacional que va "ahogando" los "procesos de cambio", como viene ocurriendo en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y el mismo Ecuador.

Los gobiernos progresistas van mostrando sus limitaciones políticas, ideológicas y prácticas, pero también, la izquierda tradicional no está a la altura de coger y levantar la posta del cambio. Esta se "amarra" a reivindicaciones sectoriales de los trabajadores estatales y el grueso de la población la identifica con una especie de "sindicalismo estrecho y burocrático".

Por ello se requiere un "nuevo paradigma social y humano" para desbrozar el camino.

Se propone fortalecer el pro-común colaborativo del Siglo XXI. Este tiene una amplia experiencia acumulada por la humanidad. Su sentido es comunitario y social. Asume con creatividad el inmenso desarrollo de las fuerzas productivas, no le teme a los avances tecnológicos, sino que los utiliza para construir democracia directa a todos los niveles.

Ese paradigma recoge los trabajos sobre el "gobierno de los bienes comunes" que combina la gestión integral de la vida social de los seres humanos y su relación con la naturaleza aplicando los avances científicos de las ciencias de la complejidad.

La acción real de millones de personas que ya construyen pro-comunes colaborativos en diversos campos de la vida humana deberán ser complementados con la acción consciente de las mayorías que deben reorientar la acción del Estado y ponerlo al servicio de los intereses colectivos, sin caer en ilusiones estatistas, sin confundir lo público con lo estatal.

Actualmente trabajamos en la tarea de construir –sin  negar los desarrollos anteriores (religiones, filosofía, cristianismo, humanismo, marxismo, anarquismo, etc.)– las bases de ese "nuevo paradigma". Y lo haremos sin pretensiones doctrinarias ni deterministas. No creemos en verdades eternas e inmodificables.

En esa dinámica –sólo como referentes–, recomendamos la lectura del libro de Jeremy Rifkin "La sociedad de coste marginal cero" y de Elinor Ostrom "El gobierno de los bienes comunes".

E-mail: [email protected] / Twitter: @ferdorado
http://www.redsomosciudadanos.com/

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