Con gran preocupación hemos conocido el proyecto de ley presupuesto 2016 que el Gobierno presentó a consideración del Congreso. En este, el rubro de Colciencias se reduce de manera dramática con respecto al ya exiguo que se está ejecutando en el 2015. El monto que se propone es de un poco menos de 100 millones de dólares, (el precio de un avión A320,) de los cuales el 70% se deben destinar a becas de doctorado.
Es utópico pensar que con la suma restante se puedan financiar los proyectos de los 4.000 grupos de investigación, 40 centros y 16.000 investigadores activos con los que cuenta el país. Qué sacamos con formar doctores si no tenemos después recursos para apoyar sus proyectos.
Vivimos en contradicciones del Gobierno Nacional:
- Se quiere ingresar a la OCDE pero se está reduciendo el presupuesto para impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación.
- Queremos que nuestros alumnos mejoren en las pruebas PISA, pero sin invertir en que los profesores sean más fuertes en ciencia y tecnología.
- Las prioridades las tenemos erradas: el presupuesto de la Unidad Nacional de Protección (entidad encargada de los escoltas) es mayor que el presupuesto de Colciencias.
- Queremos crecer en el contexto mundial, pero estamos invirtiendo lo mismo que Burundi y Namibia en ciencia. Nos están superando Etiopía, Senegal y Mali.
- Sin una inversión importante en este tema es imposible lograr la reconversión del sector productico que se requiere para poder sortear con éxito la crisis derivada de la caía de los precios del petróleo.
- Se habla de paz y de postconflicto y no se tendrán financiadas investigaciones en ciencias sociales, ciencias agrícolas o ciencias humanas que nos ayudarán a salir de la guerra.
- Creemos que la ciencia sólo sirve para la competitividad: erróneo. La investigación del ADN se produjo en los años 50s y sólo hasta los 70s se empezaron a generar productos con base en ese conocimiento; sin eso no podríamos estar haciendo pruebas de paternidad, ni analizando con precisión temas de justicia ni se hubieran generado los enormes avances en salud y agricultura.
Invertir en ciencia vale la pena. Dos ejemplos son claros: en Colombia hubiéramos tenido que pagar muchos perticidas si Cenicafé no hubiera impulsado en los años setentas la Variedad Colombia. En el mundo el proyecto “Genoma Humano” ha producido un retorno de 144 veces la inversión hecha por el gobierno de Estados Unidos. La ciencia paga, pero toma un poco de tiempo y los gobiernos deben entender eso para proyectar su conocimiento hacia el futuro.
Eduardo Posada – Presidente ACAC & María Piedad Villaveces – Directora ACAC