A pocos meses de las elecciones para Congreso y presidencia de la República la izquierda oscila entre su lastre divisionista del pasado y una oportunidad histórica de llegar al poder.
Como ya había reseñado en mi anterior columna, la idea de una tercera opción de izquierda para las próximas elecciones pasó de ser una quimera a una innegable realidad: las encuestas recientes, la falta de candidatos de peso sumado a las pugnas en los sectores de Centro y Derecha Independiente, que se han hecho evidentes recientemente con la fragmentación del Partido Verde en vario sectores jugando cada uno por su lado han terminado por precipitar el crecimiento de dos candidaturas de Izquierda que por varios meses buscaron acercarse pero que el devenir de los acontecimientos y los rencores del pasado han terminado por separar parcialmente.
La negativa de Alonso Salazar de dirigir a los Verdes se convirtió en el punto de quiebre, en el adiós casi definitivo a cualquier posibilidad de acercamiento entre Progresistas, Verdes y Compromiso Ciudadano (Movimiento liderado por el Gobernador de Antioquia Sergio Fajardo), ya que el ex-alcalde de Medellín no solo era a la luz de los hechos el Polo a tierra, la carta de garantía de la reunificación del Partido Verde sino la bisagra, el puente generador de confianza de la coalición en su totalidad.
Ante este panorama Antonio Navarro, quien ha pasado de ser un tímido aspirante para convertirse en un ávido auto postulado ha optado muy a su pesar por liderar un repentino giro a la izquierda de su movimiento ante la imposibilidad de ejecutar la estrategia inicial (Acercarse al Centro y a la Derecha Independiente) articulando una coalición con antiguos sectores pertenecientes al Polo Democrático y otros como la Unión Patriótica mediante la firma del documento titulado "Llamamiento a los y las Demócratas de Colombia" el pasado 31 de Julio (http://alturl.com/v5vyz) en el cual más que una alianza se traza una hoja de ruta en conjunto con sectores que optaron por renunciar al PDA posterior a su III Congreso Nacional en desacuerdo con sus políticas excluyentes (A excepción del Partido Comunista quien fue expulsado por doble militancia al apoyar la consolidación de la Marcha Patriótica a la par de mantenerse en las huestes amarillas). Aunque el acuerdo es sólido no deja de tener cierto aire revanchista contra sus antiguos socios políticos.
El viraje a la Izquierda del movimiento del cuál es vocero el ex-gobernador de Nariño reencuentra a esta agrupación con la Izquierda Social representada por los otros firmantes: País Común (Liderada por Fuerza Común y sectores indígenas encabezados por Feliciano Valencia) Vamos por los Derechos (Iván Cepeda), Polo al Sur, PUP, entre otros. Sin embargo, al leer el documento en cuestión quedan un par de preguntas en el aire ¿No son la justicia y la democracia los vagos slogans publicitarios que Santos recita cada sábado en sus Acuerdos para la Prosperidad? ¿Qué tan mínimos y que tan comunes son los acuerdos que se pretende lograr con los sectores de Centro incluido el Partido Verde?
Aunque es casi un hecho la bifurcación de la Izquierda en dos candidaturas, la necesidad de su unidad es imperiosa para lograr que sectores alternativos de Centro y Derecha terminen adhiriendo directa o indirectamente a una propuesta que ponga en el centro del debate nacional temas como la Defensa de lo Público, la protección de la Industria Nacional, la revisión de los Tratados de Libre Comercio así como la lucha por el Pleno Empleo y la Financiación de la Educación Pública. Si esto no sucede es probable que una aspiración express de la Centro-Derecha emerja al final catapultada mediáticamente para evitar una coalición que afecte parcialmente los intereses de ciertos sectores comprometidos con la prolongación del Status Quo.
El 2010 se convirtió en el anhelado cuarto de hora de la Derecha Independiente, la Ola Verde fue una fugaz flor de verano que terminó en brazos de la Unidad Nacional. El 2014 plantea el reto de aterrizar una propuesta social de largo alcance que sepa aprovechar la ruptura histórica del establecimiento (Uribe vs Santos) y lograr que la Izquierda cambie su rol de opositor por uno más tangible: el de gobernante.