El 16 de marzo del 2015 hacia las 7:43 P.M. de la noche en el municipio de Calamar (Guaviare) sucedió una trágica calamidad sobre unas casas en el barrio Obrero. Sin fluido eléctrico todo era una espesa oscuridad ni siquiera el sistema de alarma contra incendios reaccionaba pero los bomberos percibieron una enorme cantidad de humo en el aire que se veía en el cielo. Rapidamente acudieron a extinguir el sofocante fuego que abundaba en las casa, los bomberos con estrés y pidieron amablemente a los policías que retiren a las personas que no estaban colaborando en la extinción del fuego. Ya sea por precaución a que nadie saliera herido. Se percataron que la comunidad no obedecía ante dichas órdenes, seguían en el chismorreo mientras yo como camarógrafo y menor de edad con el permiso de mi madre para laborar seguía haciendo mi trabajo que era documentar dicho caos. Sin embargo, no tenía mi traje para justificar que era camarógrafo, de repente aparece el teniente-coronel Alejandro Moreno (Comandante del Batallón Bicam No. 24 Luis Carlos Camacho Leyva) se bajaron de la camioneta todos imponentes a levantar la voz a las personas, entre a mí.
La gente con malgenio se retiró a una cierta distancia; yo seguí en mi trabajo cuando se acercó uno de los escoltas del coronel, todo altanero empezó a estrujarme y yo humildemente pedía respeto como ciudadano porque es lo que merecemos. Sin embargo se acercó el teniente coronel a empujarme más fuerte, y haciéndolo repetitivamente le pedí respeto ya que es un funcionario público de alto rango y como persona debió dar ejemplo pero acudió a la agresión física sacando su arma de dotación y golpeándome en la cabeza con la cacha.
La comunidad al ver lo que sucedió, se disgustó y se interpuso para que no me siguieran agrediendo. Pero se devolvió a golpear nuevamente con la cacha del arma pero sus escoltas lo detuvieron con la ayuda de un sargento aun disgustado, quien metió el brazo por debajo del subalterno y me apunto en el estómago diciéndome: "Voy a matar a este hijueputa". Logré mirarlo y les dije: “¡Miren me está apuntando con la pistola”. En ese momento el sargento le quitó el arma. Rápidamente me llevaron al hospital para hacer atendido.
Al siguiente día fui a la estación de policía para presentar mi denuncia. Me mandaron al hospital por una valoración médica, algo que no comprendí era que el coronel argumentó que yo lo golpee primero, pero no tenía moretones y mucho menos una valoración médica.
En la estación el patrullero Guerra pidió cinco minutos para la salir. De pronto apareció el coronel Moreno para intimidarme diciendo que yo no sabía quién era él. Así mismo, fue a mi casa a conciliar pero resultó haciendo calumnias sobre mi familia tratándonos de guerrilleros. Dijo, además, que si le tocaban el uniforme se defendía. Hicimos la denuncia pero hasta el día de hoy no ha pasado nada.