9 de abril de 1948, el día que perdimos la oportunidad de ser un país diferente

9 de abril de 1948, el día que perdimos la oportunidad de ser un país diferente

Hace 71 años empezó la horrible noche. Con el asesinato de la ilusión y la esperanza, surgieron las guerrillas y el resquebrajamiento social, ese que nos tiene donde estamos

Por: ANGÉLICA SOLIS SOTOMAYOR
abril 09, 2019
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9 de abril de 1948, el día que perdimos la oportunidad de ser un país diferente
Foto: El Espectador

Quizá esta columna no tenga las líneas que este inmortal acontecimiento merece, pues no hay nada más irritante que escuchar por más de cuatro horas seguidas el ruido de los aviones aterrizar.

Las escuelas, las universidades y los hogares, especialmente los de la nueva generación, deberían implementar obligatoriamente una materia llamada historia. Y sin dudarlo, el primer capítulo se tendría que llamar: Jorge Eliécer Gaitán 1903-1948, El Bogotazo.

9 de abril de 1948, asesinato de una esperanza, el símbolo más representativo de la lucha por la desigualdad social. Este en su extremada inteligencia meses antes de ser asesinado había expresado: “Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace, el país se vuelca y las aguas demorarán 50 años en regresar a su nivel normal”. Luego de 50 años de masacres, guerra y dolor, hay quienes rememoran hoy esas palabras.

Ese 9 de abril, a la 1:10 a.m. Gaitán terminaba la brillante defensa de un alto mando de la fuerza pública. El hombre había asesinado al primer periodista en Colombia, en razón a que este había sacado una nota en su periódico reportando que el teniente humillaba a los policías y había lanzado golpes en contra de uno de los miembros de la fuerza pública. El teniente engañosamente llamó al profesional, lo llevó hasta su oficina y entre palabras y forcejeos terminó por acabar con su vida.

La teoría del abogado penalista se basó en aquel derecho que existía en ese entonces en el Código Penal Militar, “el honor”, pues se consideró que el periodista estaba atentando no solo contra el buen nombre del teniente, sino también contra el uniforme, lo que representaba portar el mismo y, por supuesto, el honor.

El 9 de abril, a las 2:00 a.m., un Juez de la República absolvía a Jesús Cortés. El reproche contra Gaitán no se hizo esperar. El pueblo lo trataba de contradictorio, pues la tesis con la que todo el país lo había conocido, aquella que lo hizo denunciar ante el Congreso de la República la masacre de las bananeras y la explotación a los trabajadores por parte de la empresa extranjera United Fruit Company en la región del magdalena, era la de los derechos humanos y la incansable defensa por los mismos. Pero también tenía barras, esas mismas que lo sacaron del estrado judicial en hombros, encontrándose con la soledad de una ciudad que tanto amaba y que pocas horas después cambiaría en todo sentido por su muerte.

Ese día, Gaitán se dirigió a su oficina. Se sentía alegre, eufórico, reía con complacencia, había sido su éxito más grande como abogado. Sus amigos lo elogiaban, de hecho al mismo instante llegaron hasta su oficina para invitarlo a almorzar. Gaitán aceptó, abandonando todos la oficina para tomar el ascensor. Al salir por el pasillo que daba a la calle, sus amigos vieron que Gaitán retrocedía, tratando de cubrirse el rostro con las manos. Escucharon tres disparos consecutivos. Trataron de ayudarlo, Gaitán estaba demudado, los ojos semiabiertos, un rictus de amargo en los labios y los cabellos en desorden. Un hilillo de sangre corría bajo su cabeza: lo habían asesinado.

Todos los lustrabotas enfurecidos gritaban: ¡mataron a Gaitán, mataron al doctor Gaitán, cojan al asesino! Juan Roa, con los ojos llorosos, pedía que no lo fueran a matar. Ese día, un policía de turno, y quien pudo esconder al hombre en una droguería, le preguntaba ansiosamente las razones por las cuales había matado al caudillo, a lo que respondía siempre: ¡Señor, cosas poderosas, que no le puedo decir! Le pedía a la Virgen del Carmen que lo salvara, pero ya era demasiado tarde. La multitud se lanzó en contra de Roa hasta que logró causar su muerte. Su madre, quien se vestía de luto por la muerte del abogado, escuchaba en la radio que el asesino había sido Juan Roa Sierra. Cuando la llamaron al interrogatorio, esta solo decía que le notaba comportamientos extraños a su hijo, creyéndose Santander.

Antes del gobierno de Mariano Ospina Pérez, quien era conservador, el liberalismo se encontraba dividido, no muy lejano de la realidad de todos los partidos en Colombia hoy. Sin embargo, quien tenía electoralmente todos los presupuestos para ganar era Gaitán. Desde el llamado Bogotazo, 9 de abril de 1948, llegó la horrible noche en el país. Desde que mataron la ilusión, surgieron las guerrillas. Desde que quebraron la esperanza, surgió la violencia y el resquebrajamiento social, ese que ha sido y será difícil de recuperar. Pero qué bueno, poder recordar cada 9 de abril el país que hubiésemos podido elegir.

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