Este 27 de enero se cumplieron 72 años de la liberación de Auschwitz, el más terrible y emblemático de los campos de exterminio nazis. Es mucho lo que se ha escrito sobre el holocausto y son miles las películas que muestran el horror de esa época.
Sin embargo, hechos como el aumento de los movimientos xenófobos y de extrema derecha en Europa, así como la existencia de corrientes que niegan o minimizan el genocidio son muestra de la necesidad de tener permanentemente en la memoria de la humanidad esta tragedia histórica.
El llamado de Björn Höcke, líder del partido Alternativa para Alemania (AfD) a dar un “giro de 180 grados en la política del recuerdo” es una seria advertencia sobre la necesidad de no olvidar el pasado trágico y mantener la vigilancia sobre las actitudes y políticas de discriminación y persecución por motivos étnicos.
También es pertinente recordar que las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial no corrieron únicamente por cuenta de los nazis y que en el Extremo Oriente el militarismo japonés produjo resultados igualmente monstruosos en su agresión a los países vecinos, incluyendo campos de concentración y experimentos con seres humanos que harían palidecer de envida al doctor Menghele. En ese panorama el mayor número de muertos lo ostenta China, en una cifra que oscila entre 10 y 15 millones. Es igualmente significativo el número de mujeres que fueron esclavizadas sexualmente por el ejército japonés, bajo el nombre eufemístico de “damas de confort” o “mujeres de consuelo”, principalmente chinas y coreanas. De esta segunda nacionalidad se calcula que un millón fueron utilizadas en tan indignante categoría y a muchas de ellas se les trasladó a Japón, donde ahora sus descendientes pertenecen a un grupo discriminado.
Algunas de las actitudes discriminatorias previas al holocausto no son muy diferentes de muchas reacciones intolerantes que podemos ver a nuestro alrededor. La ejecución de una política discriminadora no ocurre en el vacío sino en un espacio político y cultural en el que se acepte la xenofobia y se fomenten los odios y prejuicios por motivos raciales, étnicos o nacionales. Por esto, con toda razón hay alerta mundial contra las actitudes y medidas del nuevo presidente de los Estados Unidos de América en contra de los inmigrantes, especialmente contra los mejicanos y la prohibición del ingreso a ese país de refugiados musulmanes y a nacionales de siete países con mayoría de esa confesión.
Pero la discriminación no es exclusiva de los países centrales. También se da en naciones periféricas. Un botón de muestra es el drama de la minoría de los rohingya, que sufren una aguda persecución en Mianmar (antigua Birmania). Es sorprendente que en un país con tanta diversidad étnica y cultural como Colombia, en el cual el mestizaje es un elemento que nos enriquece, haya gente que pregone la supuesta superioridad de unas razas sobre otras o que mire por encima del hombro a algunos de nuestros vecinos. Incluso no es raro escuchar expresiones francamente ridículas del tipo “el único error de Hitler fue no haber acabado con todos los judíos” o que existe una conspiración de los israelitas para dominar el mundo. Estas ideas, si así puede llamárseles, no merecerían ni siquiera que se les debatiera, de no ser porque pegan en muchas personas que no solamente desconocen la historia sino que no muestran el más mínimo respeto por las víctimas del terror nazi, que, valga recordarlo, no fueron solamente los judíos, sino también los gitanos, homosexuales, disidentes políticos, personas con discapacidad, Testigos de Jehová, etc.
Por esta razón las Naciones Unidas declararon el 27 de enero como día dedicado a la conmemorar la memoria de las víctimas del holocausto, con el fin de que el paso del tiempo no disminuya el horror de lo ocurrido y que nunca llegue a justificarse el que ocurriera algo así.
Dentro de la literatura sobre el tema recomiendo especialmente los libros “El hombre en busca de sentido”, de Víctor Frankl, y “Si esto es un hombre”, de Primo Levy. Ambos son testimonios de primera mano, directos, de dos personas que vivieron en carne propia el horror de estar en garras de la máquina hitleriana y afortunadamente sobrevivieron para brindar al mundo estas obras que van más allá de la descripción y analizan a fondo la realidad del fenómeno que vivieron.
Su lectura, si bien estremece, contribuye a fortalecer la conciencia de un NUNCA MÁS a estos crímenes contra la humanidad.