Uno de los pocos casos de corrupción que se han ventilado en la Rusia de Putin fue el del Palacio que mandó a construir a orillas del Mar Negro cuya área construida es de 68 hectáreas y cuyo costo superó los 1.000 millones de euros, cifras que hacen recordar la descarada desmesura de los Romanov.
La primera vez que esta extravagancia se dio a conocer fue en el 2010, cuando el empresario Serguei Kolesnikov habló en privado con Dimitri Medvedev, el oscuro funcionario que le sirvió de títere a Putin unas cuantos años. Construido por el consuegro de Putin, Nikolai Shamálov, su primera piedra se puso en julio del 2005. La idea para hacerla supuestamente era para ser “casa de huéspedes cerca del pueblo de Praskovéievka, Gelendzhik, krai de Krasnodar", sin embargo los 710 mil metros cuadrados quedaron solo para el disfrute del presidente supremo de Rusia.
El problema no es solo del soborno en el que está metido el presidente ruso y que bien se plasma en este documental que se encuentra en Youtube y que ha tenido 200 millones de visitas, uno de los pocos trabajos periodísticos que no ha sido anulado por Putin y su aparataje publicitario. Además la mansión se vendió por un precio de 350 millones de dólares en el 2013
Sino que le ha traído un sinnúmero de problemas, hasta de tipo ambiental. Es que ONG’s preocupadas por el planeta. Construida en el cabo de Idokopas, una zona protegida por Greenpeace, se talaron cerca de 45 hectáreas de bosque, lo más grave es que se cortaron árboles que son insustituibles, como el pino de Pitsunda. Según la ONG Vigilancia Ecológica para el Cáucaso Norte Putin usó todo su poder para cambiar las leyes y meterse en el bolsillo una zona que tenía que estar protegida.
El problema es que todos aquellos que han querido investigar este palacio digno de zar han terminado mal. Luego de investigar los desastres ecológicos provocados por su construcción, el ecologista Kubán Surén Gazaryán se convirtió en sospechoso de asesinato después de intentar investigar y denunciar el hecho. Después de una persecución intensa tuvo que salir del país en el 2013. Ese mismo año cuatro ecologistas del Centro de Derechos Humanos de Gelendzhik fueron condenados a 13 años de prisión. Algunos de ellos, como el abogado Zufar Achílov, fueron torturados sin misericordia. Los tiempos de Stalin habían vuelto y con toda su fuerza oscura.
Putin, obsesionado por la grandeza, encontró en este lugar el ideal para pasar sus breves momentos de descanso, esos que no va a tener ahora, que se ganó el descrédito de Europa.