Ricardo Osorio Galvao, director estatal del Instituto Nacional de Investigaciones Especiales, le entregó un informe a Jair Bosonaro en donde revelaba que desde que es presidente de Brasil, en enero del 2019, se han perdido más de 3000 kilómetros cuadrados del Amazonas, un aumento de casi el 40% con respecto al 2018. Bolsonaro, ofendido, lo despidió. No sólo estas cifras condenaban a la administración Bolsonaro, la Nasa reveló un aumento del 69% desde Enero del 2019.
Esto que sucedió a principios de agosto era sólo el prólogo de una película de terror. En este momento y desde hace más de 20 días existen en Brasil 63.3 mil puntos calientes, focos en donde se produce la mayor racha de incendios en la década en Brasil. Los ambientalistas tienen un solo culpable: Bolsonaro, quien prometió desde que llegó al poder hacer de la Amazonia un lugar donde se explote mejor la economía brasilera, lo que ha sido sinónimo de desforestación ya que se han relajado los controles para prevenirla.
El estado de Apuí en el Amazonas es el campeón de los incendios forestales. Allí es donde se presenta mayor cantidad de deforestación. La promesa de pavimentarle la zona a los madereros la está cumpliendo a rajatabla Bolsonaro. Lo peor es que se acercan los últimos meses del año, de noviembre a febrero, donde el calor intensificará aún más los incendios. El pasado martes 20 de agosto una nube de humo hizo que en Sao Paulo anocheciera a las tres de la tarde. En Brasil la popularidad de Bolsonaro decrece con la rapidez que se esparce el incendio en el Amazonas.
