Dicen que en trecho largo siempre hay desquite.- Y debe ser verdad porque muchos de los refranes que repetimos cada tres por cuatro como loros, en su mayoría de autores desconocidos, son basados en lo que muchos llaman la ´sabiduría popular´.- En esto tampoco se pudo equivocar el gran compositor de las letras vallenatas, que son poesía pura en su estado natural, cuando alguna vez en esos extravíos amorosos de los cuales nunca salió, le cantó a su gordita y así le dijo: “La mujer que me desprecia yo la castigo cantando / porque creo que maldecirla es algo de cobardía”.-
Y así lo dejó para siempre Leandro José Díaz Duarte, el hombre nacido en Barrancas, La Guajira, aquella mañana del martes 20 de febrero de 1928 – bisiesto como el que ahora transitamos -, proclamado como el “Rey a una Vida del Festival de la Leyenda Vallenata”, distinción compartida con Rafael Calixto Escalona Martínez, Emiliano Zuleta Baquero, Calixto Antonio Ochoa Campo, Adolfo Pacheco Anillo y Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez.-
Y decimos que lo dejó para siempre cuando escribió la no menos hermosa e irónica letra que tituló “La Diosa coronada”, que según sus palabras, se la hizo a una mujer que se las daba de hermosa cuando no pasaba de ser una vecina de vereda, de las que se vuelven famosas, como ella se volvió, cuando son tocadas por la varita mágica de los poetas, que como cualquier rey Midas, convierten en oro lo que tocan.- Se llamaba Josefa María Guerra Castro.-
Cuenta el mismo Leandro, que ella tenía unos 15 años de edad cuando el ciego, comparado con el Homero de los griegos, empezó a enamorarla a través de mensajes que le mandaba cuando ella vivía en la vereda Tocaimo, jurisdicción de San Diego, que en esos tiempos hacía parte del departamento del Magdalena, donde ella había nacido el viernes 18 de mayo de 1934 en el hogar conformado por Dámaso Guerra y María Castro, como muchos años después relatarían los cronistas sociales de la época.-
La canción, grabada por primera vez en 1969 en la voz de Tomás Alfonso Zuleta Díaz y el acordeón de Nicolás Elías Mendoza Daza, estuvo guardado por muchos años en la despensa musical y apenas escuchado por los grandes cultores de ese folclor, hasta cuando el otro grande de las letras, Gabriel García Márquez, lo incluyó como epígrafe en su novela “El amor en los tiempos del cólera”, “En adelanto van estos lugares: ya tienen su diosa coronada”.-
Y se hizo la luz y entonces fue cuando comenzaron a buscar a la afortunada e ilustre mujer que había inspirado al ciego Leandro y se encontraron con la otra parte de la historia, contada por ella misma, 73 años después de haber ocurrido el suceso que le dio inicio a la canción.-
Ella, sin más preámbulos le dijo al mundo entero, a través de los medios de prensa, que lo ocurrido fue que “En aquella ocasión yo era una muchacha que a sus 15 años jugaba con muñecas, paseaba y no estaba pendiente de hombres. Yo vivía con mis padres y mis hermanos en la finca ‘Las Mercedes’. Sucedió que mis sobrinas Ana, Carmen y Teresa Castro, me contaban que Leandro estaba enamorado de mí, pero él nunca me dijo nada y yo menos”.-
Eso, por un lado, y cuando se buscó la otra mitad del espejo roto, es decir, la versión del hombre que se sintió despreciado, parecen no coincidir en sus partes porque Leandro dijo que “Había una chica pobre, pero se creía la más querida de todas las chicas de la vereda”.- Incluso recordó las veces que esta mujer le negó su amistad por su condición de discapacidad visual, como se le dice ahora a los ciegos de nacimiento.-
Volvamos a los recuerdos de Díaz Duarte: “La joven, que entonces tenía 18 años, se desvivía en atenciones con otros muchachos que la visitaban, incluso con mi hermano que en diferentes ocasiones iba con él hasta la casa de ella”.-
“Una vez fui a visitarla con un hermano mío, a mí nunca me quiso ni siquiera saludar, mientras que al hermano mío si lo atendió de todo, cada vez que llegaba le hacía sancocho”, dijo para la prensa, pero ya con las heridas curadas y con el corazón y la conciencia tranquilas por haber mantenido por siempre su promesa de que “la mujer que me desprecia, yo la castigo cantando…”
La historia dice que la verdadera mujer a quien el tiempo le dio el título de “La Diosa coronada”, que por estos días cumple sus primeros 55 años de haber sido grabada, como ya se dijo, no disimula una sonrisa, igual que la del cuadro de la Mona Lisa, cada vez que le cuentan este episodio.- Porque así es la vida: “Nadie sabe para quién trabaja”.-
Las delicias de la vida son
las miradas de la diosa
será por eso que el rey se sofoca
cuando hay otro hombre que la mira