El 17 de Septiembre de 2015, la Revista Española ABC resaltaba cómo después de cinco siglos, Martín Lutero, el padre de la reforma protestante, volvió a Roma, en medio de una inmensa y tal vez justificada polémica. Es que la Ciudad Eterna le dedicó en esa fecha una “plaza”, inaugurada por el alcalde Ignazio Marino, acompañado por el Pastor de la Comunidad Evangélica Luterana de Roma, el alcalde de Eisleben, ciudad donde nació Lutero en Alemania y una delegación de diputados alemanes.
El lugar de la nueva plaza es sugestivo: en el Colle Oppio, a dos pasos del Coliseo, con vista hacia la cúpula de San Pedro y en el mismo lugar donde se encuentra la «Domus Aurea», el grandioso Palacio construido por el emperador Nerón tras el incendio de Roma por él provocado en el año 64.
Ignazio Marino, médico de profesión, católico y desde el punto de vista político uno de los alcaldes más ‘protestantes’ del Partido Democrático de centro izquierda, descubrió la placa con este escrito: “Piazza Martin Lutero – Teólogo alemán (1483-1546)”. El alcalde expresó que se trataba de una decisión que ayudaría al ecumenismo: “El ayuntamiento dedica a Lutero un lugar de la ciudad en nombre del respeto para todas las comunidades de fe. Por otra parte, el diálogo entre ellas es una gran fuente de comprensión y de paz, como ha reiterado también el papa Francisco”.
La petición para dedicarle un lugar de Roma al teólogo agustino, pionero del protestantismo, la presentó la Iglesia Evangélica Luterana en Italia al Ayuntamiento Romano en el 2009, con vista al V centenario de la visita que Lutero realizó a Roma en 1510. Pero la decisión final se retrasó, porque antes de dar una respuesta positiva, el Consistorio, aunque decidió con autonomía, consultó al Vaticano, que dio el ‘placet’; o sea su “visto bueno”.
La inauguración y homenaje al reformista alemán desencadenó, como lo refirió ABC, una fuerte reacción de protesta en la derecha. El partido ‘Fratelli d’Italia’ gritó que se trataba de un escándalo: “Cuando falta poco más de dos meses para el comienzo del Jubileo de la Misericordia, el acto es inoportuno y supone un insulto a los católicos”. En cambio, aplaudió la izquierda, mientras los protestantes estuvieron ‘exultantes’ . (sic). “Dedicar al gran Reformador una plaza en Roma, en uno de los lugares más importantes de la cristiandad, es un paso histórico de gran valor simbólico”, afirmó el pastor Heiner Bludau, decano de la Iglesia Evangélica Luterana en Italia. Bludau mostró también su alegría porque la inauguración se hubiese hecho dos años antes de la gran conmemoración que estamos a punto de celebrar en un par de meses, porque el 31 de octubre de 1517 fueron colocadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, comenzando de hecho lo que la Historia identifica como la Reforma Protestante. Casi cuatro años después, el 3 de enero de 1521 el papa León X, expulsó a Lutero de la Iglesia Romana mediante la Bula “Decet Romanum Pontificem”. A partir de esta excomunión romana, surgieron diversas iglesias protestantes en el norte de Europa y las llamadas “guerras de religión” de ingrato recuerdo.
Muy lejos queda ya la época “de la ira y de la espada” entre católicos y protestantes. Desde hace tiempo se vive un nuevo clima; recuerdo que el papa Francisco acudió por esa época a la Iglesia Evangélica Luterana de Roma. También Benedicto XVI la visitó en el 2010, justo cinco siglos después del viaje que realizó Lutero a Roma, cuando el monje quedó escandalizado por el estilo de vida licencioso de parte del clero y fascinado también por la grandiosidad artística de la Ciudad Eterna.
En definitiva, la inauguración de la “Piazza Martín Lutero” fue un pequeño gesto que casi nadie conoce, pero que tiene un enorme significado, porque el “Padre de la Reforma” ha regresado con un “homenaje” a Roma, lo que supone un paso más en un posible diálogo interreligioso ‘cristiano’.
