Aquí no pasa nada. Todo es un simple y llano espejismo de una parte de la sociedad que no acepta la derrota ideológica a la que la historia (con partera violenta incluida) la ha destinado en este transcurso macabro que llamamos vida.
Qué más da.
Si una parte reducida y de élites se abroga el sagrado derecho de imponer su visión de mundo (en todo el mundo) desde lo cultural –primero-, lo económico, lo político, lo social y hasta lo ambiental –nos ponen a respirar el aire que ellos digan-; ¿entonces que más le queda a los demás?
Pero esa inmensa bolita que es el mundo no nos basta para desatar nuestra furia de opinión rutinaria.
Mejor quedémonos aquí, en esta esquina tropical del continente (aunque las esquinas son iguales en todos lados), donde creo que no pasa nada. Todo es un espejismo en el amplio e infinito desierto de la indiferencia con la que los dioses y demonios de esta vida y del inframundo, han condenado a Colombia.
Un coctel estéticamente hermoso de las coincidencias de la maldad en una sola geografía:
Conflictos por la tierra desde que abrimos los ojos.
Insurgencia armada reclamando el despojo.
Paramilitares defendiendo a los despojadores.
Disidencias insurgentes flotando en el vacío de la institucionalidad.
Narcotráfico produciendo bajo premisas copiadas de un exitoso sistema capitalista.
Minería ilegal para aprovechar el abandono y la falta de presencia estatal.
Bandas criminales reconvertidas para defender los dos negocios anteriores.
Ejercicio de la política que define la conducción del autismo del Estado en medio de esos actores, con voz, bala y votos.
A los líderes sociales y defensores de derechos humanos los están matando porque esa es la actitud más simple y macabra que una parte de la sociedad considera que debe imponerse para mantener el estatus quo por parte del establecimiento.
Eliminar a todo aquel se oponga a mis ambiciones como élite o como banda criminal (o las dos cosas), significa jugar su frágil vida con el poder ilimitado de la violencia con la que hemos aprendido que la impotencia y la indiferencia es el único suero con el que se alimenta a la sociedad enferma.
Y eso no se cura tan fácilmente.
Coda: el número con el que se titula esta columna de hoy es la cantidad de líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados en Colombia desde el 1 de enero de 2016 y el 30 de abril de 2019 (cifras del señor Defensor del Pueblo en entrevista con La W radio el día 25 de junio de 2019).
