Acostumbrados al divertimento y la distracción nos desconcertamos ante la urgencia de permanecer en casa. Sin partidos de fútbol ni conciertos, con los bares, estaderos y cafés cerrados, con los centros comerciales semivacíos, parece que la vida se nos hubiera acabado. Toca entonces volver a casa. Toca entonces redescubrir la vida como es o como debería ser.
El aire está más limpio, en Venecia las aguas se aclaran, la vida parece que transcurriera más lenta. El COVID - 19 nos muestra, de manera insultante, cómo debería ser la vida: más tranquila, sin tanta prisa.
La crisis nos devuelve a viejas formas de vivir, de pasarla bien, de conocer el mundo, como la lectura, por ejemplo. Recomiendo leer o releer tres libros propicios para estos tiempos: En primer lugar, El Decamerón, de Giovanni Boccaccio, una maravillosa obra llena de relatos picarescos, eróticos, amorosos y demás. Diez jóvenes (siete mujeres y tres hombres), huyen de la peste negra que azotaba a Florencia a mediados del siglo XIV.
Mi segundo recomendado es Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, el escritor portugués Premio Nobel de Literatura 1998. En la novela se nos relata las miserias y grandezas que desata la ceguera blanca.
La tercera novela recomendada es, por supuesto, La peste, de Albert Camus. La ciudad de Orán, al igual que muchas hoy, se ve aislada por la epidemia que diezma a sus habitantes. Lo claro en estas obras, es que la verdadera peste es la falta de solidaridad. Sólo superados los egoísmos podrán los seres humanos sobrevivir.
Podría seguir nombrando algunas obras, como La balsa de piedra, también de Saramago, que si bien no trata de una peste, sí de una situación similar en el sentido que cuestiona todo lo que una sociedad ha considerado fundamental para su identidad. Y eso es lo que hace la peste que hoy nos amenaza: cuestionar nuestra forma de ser, sentir, vivir; el egoísmo y consumismo que nos caracteriza.
Confiamos en que la ciencia nos ayude a erradicar la amenaza. Sin embargo, de poco servirá si ignoramos lo que nos enseñan estas obras. Mientras no aprendamos a vivir solidariamente, otras pestes brotarán.
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