Claro, hay dos grandes sistemas gubernamentales, el parlamentario y el presidencialista, dependiendo de donde se pone el énfasis en la gobernabilidad, pero en ambos sistemas deben existir otros poderes que los controlen. En el caso del Reino Unido, con una cabeza de gobierno como el rubio y desfachatado de Boris Johnson, el poder primario está en el Parlamento pues de ahí salen los nombramientos de primer ministro o cabeza del ejecutivo.
Muy distinto es el caso peruano donde el pueblo elige directamente al presidente y al Congreso. Cuando el presidente es destituido lo reemplaza su vicepresidente, electo en la misma papeleta del presidente. En este caso Martín Vizcarra subió después de la caída del presidente Pedro Pablo Kuczynski, destituido por corrupción.
Otro caso es el de Venezuela, donde al vicepresidente no lo elige el pueblo, sino el propio presidente que lo puede cambiar a su antojo como lo ha hecho Nicolás Maduro.
En todos estos casos, a pesar de las diferencias de forma, lo importante es la preservación del equilibrio de poderes para no caer en la dictadura del ejecutivo, porque lo que no puede llamarse dictadura es la preponderancia del legislativo, eso es simplemente un régimen parlamentario.
Lo preocupante es que hay como una tendencia, que apenas comienza, pero podría convertirse en epidemia, de cerrar el legislativo. Eso por lo menos es lo que se ha intentado en países tan distintos como el Reino Unido, Perú y Venezuela.
Ya mencioné la intención de Boris Jonhson, afortunadamente frenada por el más alto tribunal inglés. Es decir, la rama judicial del poder público detuvo las intenciones dictatoriales de este gobernante de derecha en el Reino Unido y lo que se puede venir para él es la convocatoria a nuevas elecciones parlamentarias y, si pierde las mayorías, podría llegar a quedarse sin su puesto, lo que sería un muy breve paso por el ejecutivo y un triunfo de la oposición.
En Venezuela para efectos prácticos Maduro ha destituido a la Asamblea Legislativa y ha cooptado al poder judicial. Convocó a unas elecciones nada santas para nombrar una Constituyente que legisla a la par con el anterior Congreso. Allí cada órgano legislativo tiene su presidente, Maduro de la Constituyente y Guaidó de la Asamblea anterior legítimamente elegida por voto popular. Pero, nos guste o no, el que manda y tiene poder real es Maduro.
Ahora se destapó la tentación totalitaria en Perú,
donde el vicepresidente Vizcarra, en funciones de presidente,
decidió cerrar el Congreso porque le era adverso
Y ahora se destapó la tentación totalitaria en Perú, donde el vicepresidente Vizcarra, en funciones de presidente, decidió cerrar el Congreso porque le era adverso. La rabia de Vizcarra se debió a que la mayoría opositora pretendió nombrar unos magistrados de su entraña en el tribunal superior, lo que habría ahondado el desequilibrio de poderes y puesto a Vizcarra en una clara desventaja. Entonces ¡a cerrarlo!
Es la tentación dictatorial la que aparece en cada caso, la dificultad de aceptar un control al poder absoluto del ejecutivo, lo que ahora tiene en un revolcón político a nuestro vecino. Esperemos que a nuestro gobierno no le dé por intervenir como ha tratado de hacerlo con Venezuela porque entonces tendríamos dos frentes de conflicto y un solo “adalid” de la democracia, Iván Duque.
