El compa’e Goyo y Catalino Parra volverán a grabar
Opinión

El compa’e Goyo y Catalino Parra volverán a grabar

“Es que el compa’e Goyo no toca el guacho sarandia’o, como lo hace la mayoría, lo toca seco, con fuerza, con asunto. El mejor es mi compa’e Goyo”, dice Catalino Parra

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mayo 29, 2019
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Gregorio Almeida levanta el guache a la altura de sus ojos y lo mueve de arriba abajo con una cadencia que cautiva. Es un movimiento preciso, corto y vital, proviene de la fuerza de sus brazos, y es proyectado hasta el cilindro metálico. “No hay quien toque como él”, dice Catalino Parra, sentado en un banquito de madera, mientras con una mirada marcada por el respeto, observa a su amigo, con el que ha convivido por más de 50 años.

A los 15 años, el compa’e Goyo, como es mejor conocido en Soplaviento, tocaba la guacharaca larga, con la que se acompaña la danza de son de negro. Hacía parte de la agrupación dirigida por Alejo Manjarrés, un hábil millero (tocador de flauta ’e millo) nacido en Sitio Nuevo, en las riberas del Magdalena, que llegó a Soplaviendo a finales de la década del 40, y organizó una cumbia que fue bautizada como Sangre en la uña, apodo de su director, convertido en una leyenda en los pueblos del Canal del Dique.

El compa’e Goyo asegura que esa agrupación tenía fuerza. Era aclamada en las fiestas patronales de pueblos como Villanueva, Higueretal, Arenal y Santa Rosa, entre otros. Estaba conformada por Rodrigo Ramírez, conocido como Guardián; Jesús María Ramírez y Catalino Parra, quien era el cantante. El Goyo también aprendió a tocar la dulzaina con la que, en ocasiones, interpretaba la danza de los diablos, ante la ausencia de un acordeón. “Era muy costoso —comenta— así que para reemplazar el acordeón, me ponía a practicar la dulzaina hasta que sacaba las melodías, hoy toco todo lo que se me ocurra en la dulzaina”, remata orgulloso.

En el grupo, también estaba Antonio Orozco, que era el guachero. Cuenta el Goyo que cuando practicaban, o si iban a Cartagena durante las Fiestas del 11 de Noviembre, no se despegaba de Antonio Orozco para que le prestara el guacho. “Catalino se burlaba de mí —dice— por la forma como yo tocaba, apenas teníamos un descanso yo me ponía a darle (practicar), no sabía hacer bien los movimientos, hasta que un día el mismo Catalino me vio y me dijo, ya usted toca bien, mándese a hacer su guacho, para que no esté molestando a Antonio Orozco, porque el músico tiene que tener su instrumento”. Ese consejo el Goyo lo ha seguido al pie de la letra. Cuando no tiene el guacho entre sus manos, lo tiene en su mochila tejida con hilos de colores.

La plenitud de la agrupación Sangre en la uña se vio afectada en 1954, cuando Delia y Manuel Zapata llegaron a Soplaviento para proponerle a Catalino Parra que los acompañara por una gira nacional.

“La gente nos gritaba —recuerda el Goyo— ahora sí se jodieron, porque se llevaron a Catalino, se fregaron, quedaron vara’os, ya no tocan más… fuera. Entonces les decía, qué carajo, si el compa’e Cato se fue con Delia y Manuel, yo me voy a pescá, que es lo que he hecho siempre para vivir”.

Gregorio Almeida nació el 23 de noviembre de 1933, en el barrio El Pinar, de Soplaviento. A finales de la década del 70 entró a hacer parte de una de las agrupaciones existentes de Los gaiteros de San Jacinto, con la que grabó cuatro temas de su autoría: Mi negra, El ribolo, La vaina ya se formó y Donde canta la paloma.

En 1979, el sello CBS presentó el álbum de Los gaiteros de San Jacinto titulado La vaina ya se formó. En la carátula aparece el cuerpo del compa’e Goyo con su mochila de colores, de la que se asoma un Long Play (LP) que debela los rostros de Juan Lara, José Lara y Catalino Parra.

A pesar de que la foto de Gregorio Almeida ocupa más del 70 % del espacio de la carátula, su cabeza está cortada, es como si presentara el resumen gráfico de su personalidad. A Gregorio Almeida, quien desde muy joven componía, le daba pena mostrar sus canciones porque eran despreciadas por sus compañeros de grupo, a excepción de Catalino Parra, quien siempre lo apoyó.

 

 - El compa’e Goyo y Catalino Parra volverán a grabarLos músicos soplavienteros Catalino Parra y Gregorio Almeida. Foto: David Lara Ramos

 

“Lo que pasaba —recuerda el Goyo— es que desde que salieron Los gaiteros de San Jacinto, ellos eran los que se mostraban. Querían mandar en todo y uno estaba como aparta’o. La cosa era diferente con el compa’e Catalino, que tenía lo suyo, buena voz, componía buenos versos y era apoyado por Delia. Tenía sus resabios con Toño Fernández, que le gustaba mandar mucho, y eso terminó dividiendo el grupo, así que cada quien cogió por su lado”.

Gregorio Almeida le comentó a Catalino, que Toño Fernández se mencionaba siempre en sus canciones como esa que dice: Si Toño Fernández canta/ despierta al que está dormido/ despierta la mujer sola/ abandona el marido.//. Y que ellos, que no eran de San Jacinto, deberían también tener una canción que los nombrara.

“El compa’e Catalino me respondió enseguida, bueno, hágala, y yo la miro a ver cómo está”.

Días después, Goyo se presentó en la casa de Catalino y le cantó la canción La vaina ya se formó. El tema tiene dos estrofas que se repiten. En la primera, se mencionan a los músicos de Soplaviento: “Gaiteros de San Jacinto/ Gaiteros de San Jacinto,/ Catano que vocaliza,/ el Goyo que toca el guacho,/ Guardián toca su tambó/ la vaina ya se formó/ la vaina ya se formó/ te lleva el diablo, Siriaca,/ te lleva el diablo.//”

Este mapalé cumple así con el objetivo de nombrar a los tres músicos de Soplaviento: Catalino Parra, Gregorio Almeida y Francisco Ramírez Orozco, conocido como Guardián. La canción reivindica así el aporte de los soplavienteros a la música de gaitas, al tiempo que construye el pregón que identifica hoy a los legendarios músicos de San Jacinto.

En la segunda estrofa, el Goyo nombra a los nacidos en San Jacinto, que en ese momento hacían parte de la agrupación dirigida por Catalino Parra: “Juan Lara toca su gaita,/ Eliécer toca su macho,/ José toca el llamador/ la vaina ya se formó/ la vaina ya se formó/Siriaca, te lleva el diablo/ Siriaca//”. Los hermanos Lara no requieren presentación, estuvieron con Toño Fernández en las Olimpiadas de México 68. Eliécer Meléndez es autor del tema El curraro, apodo por el cual también fue conocido.

Al preguntarle al Goyo sobre quién era Siriaca, asegura que eran ocurrencias de su papá Antonio Almeida, quien decía que Siriaca era la mujer del diablo, y que era la más mala de todas, tanto así que hasta se podía llevar al mismo diablo.

Dónde canta la paloma es el tema número cuatro del álbum Los Gaiteros de San Jacinto te voy a dejá un recuerdo, hermanos Lara, canta Catalino Parra. “Canta Catalino Parra” era el sello distintivo para diferenciarse de la agrupación de Toño Fernández.

“Cuando compa’e Catalino iba a grabar El morrocoyo (1976), yo tenía una canción que me daba vaina (temor) mostrarla. Catalino la había oído, y dijo que la íbamos a grabar, y entonces Juan Lara dijo que él no iba a grabar esa porquería. “Me cayó un balde de agua fría, y pensé que el disco no era bueno. Me dije: ‘ya no vas a componer’, porque eso me enfrió la pajarilla (desmotivó)”.

En 1978, el compa’e Catalino se puso a hablar con los del estudio, y me dijo que esta vez no me preocupara, que la íbamos a grabar. Cuando estábamos listos, el compa’e Cato le dice a Juan Lara que el primer tema que se va a grabar se llama Donde canta la paloma. Juan estaba reacio, y se formó otra vez el malestar. Allí estaba el doctor Vergara, que era de los que manejaban el estudio, y nos dijo: ‘Pruébenla y yo les digo si se graba o no’. Entonces la tocamos, y apenas terminamos, el doctor Vergara dijo: ‘graben eso rápido, que va a ser un éxito total’. Y así fue”.

La historia de Donde canta la paloma hace referencia la casa donde vivía el papá de Gregorio, Antonio Almeida, quien vivió toda su vida en la llamada calle de la Loma, en Soplaviento. Su letra dice: “En la falda de una loma/ donde solita lloró/ donde canta la paloma/ bajo el palo ’e chiricó// En la calle de la Loma/ corre el agua y no se empoza/ en la puerta ’e Toño Almeida/ nacen claveles y rosas// Negrito qué vendes/ en esa bangaña/ gajos de corozo/ flores de La Habana//.

El tema cantado por Catalino Parra, con respuestas de Gregorio Almeida, resalta la unidad, cercanía y amistad de estos dos grandes músicos, que siguen hoy con la esperanza de volver a grabar.

Gregorio asegura que tiene listos los temas La pesca del guindero, que hace referencia al trasmallo que usan los pescadores en la ciénaga de Capote, que rodea Soplaviento; y la titulada Adelante el puente mayor, sobre la historia de una mujer que tiene amores con un chofer de bus.

Gregorio, sin pedírselo, toma su guacho, y comienza a cantarme sus nuevas canciones. Me doy cuenta de que la diferencia de su toque está en la elevación del guacho y la forma de irradiar todo ese movimiento por su cuerpo.
Al final, las palabras de Catalino Parra lo resumen todo: “Es que el compa’e Goyo no toca el guacho sarandia’o, como lo hace la mayoría, lo toca seco, con fuerza, con asunto, como decimos aquí. Él es el mejor, ese es mi compa’e Goyo”.

Tanto Catalino Parra como Gregorio Almeida se preparan para entrar al estudio y grabar nuevos temas. Lo harán al lado de quienes, hace más de 30 años, fueron sus discípulos, el gaitero Nando Coba y el lancero de las fiestas de la independencia y gestor cultural, Ariel Ramos Arango. Gran noticia para las músicas del Caribe.

 

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