En la misma casa en donde un florero fue el detonante para que se diera la independencia del país, están grabadas unas frases que parecen sacadas del cinismo. La exposición de Ana Karina Moreno “El vivo vive del bobo hasta que el bobo quiere” deja en evidencia el absurdo de la corrupción de la que tanto se queja la gente y raya con la locura de un país en el que se roban 50 billones de pesos al año.
Célebre se hizo la frase del expresidente Julio César Turbay cuando dijo que teníamos que “reducir la corrupción a sus mínimas proporciones”. Sin embargo, no es la que más causa indignación entre las que están expuestas en la Casa del Florero de Llorente en el centro de Bogotá. En 1965, Gilberto Moreno, entonces senador de la República, se sacó de la manga esta frase en medio de una campaña atravesada por el Frente Nacional: “Si no me reeligen, me obligarían a ganarme la vida honradamente, lo que a mi edad es una infamia”.
Son 35 placas en madera pirograbadas que recuerdan un país regido por el catolicismo en tiempos en que los fieles dejaban en las iglesias los votos que le entregaron a sus santos por hacerles el milagro. Pero la exposición no deja en el olvido las justificaciones más recientes de la corrupción. El alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa o el irónico caso del exfiscal anticorrupción también hacen parte de la galería que se extiende dentro del museo.
Hasta el 22 de diciembre estará la exposición que aprovechó la Consulta Anticorrupción para hacer ruido del otro lado de la esquina del Congreso, uno de los cómplices y víctimas de la corrupción.