El 33° Festival de cine Biarritz América Latina, ligado a esta ciudad balnearia y de surf desde hace tres décadas, abrió como es su costumbre en la última semana de septiembre con Argentina como país invitado. Sin por ello dejar de lado el cine de Brasil y de México, faros en esa materia, ni olvidar nuevas producciones de Colombia, Ecuador, Panamá, Uruguay y Venezuela, éste ultimo de gran interés.
De hecho, el momento más significativo del festival tuvo a cabo el lunes 23 de septiembre con la entrega del “Abrazo de Honor” al celebre director, guionista y productor mexicano Alfonso Cuarón, quien a pesar de su parquedad o de su moderación a la hora de tomar la palabra, contó al público de Biarritz que había sido justamente el Festival de Biarritz el que lo habia invitado por primera vez en 1991 a un festival de cine en Europa. Recordó que presentó su primera película “Sólo con tu pareja” (1991), cuando tenía 30 años.
Luego vendrá para él “Y tu mamá también” (2001), que lo sacará del anonimato, y mucho más tarde “Gravity” (2013), que lo acercará al mundo de Hollywood y de George Clooney. Pocos años después “Roma” (2018) lo consagrará como un director de referencia con ese homenaje en blanco y negro que Cuarón le rinde al barrio de su infancia en Ciudad de México. En medio de ese quehacer cinematográfico están sus colaboraciones con sus amigos Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro.
En cuanto a las 30 películas de ficción, documentales y cortometrajes que compiten en esta edición del 21 al 27 de septiembre de 2024, se reafirma la preponderancia del cine argentino, pero no como cine único. Venezuela y Panamá despiertan mucho interés. Hay que citar dos largometrajes en particular : Querido trópico” (2024) de la realizadora panameña Ana Endara, con la actuación de la colombiana Jenny Navarrete al lado de la chilena Paulina García y de “Zafari”(2024) de la realizadora venezolana Mariana Rondón, que plasma una forma de verdad sin llevarnos a creer en ella, la realizadora sólo la constata.
Pero para volver al caso argentino, habría que referirnos al cine “antes de Milei”, pues del cine “después de Milei” es demasiado prematuro trasponer en imágenes esa experiencia política. Podría decirse que por ahora la sombra de Javier Milei se pasea por las noches de Biarritz como un espectro que busca “matar” el cine en Argentina.
Ahora ya no se trata de denunciar las violaciones de los derechos humanos por parte de militares, sino de tentativas desestabilizadoras de un gobierno elegido por sufragio popular el cual amenaza con debilitar la producción cultural en ese país.
Javier Milei argumenta que se trata de no financiar más programas socioculturales ligados a lo que él llama “La agenda 2030”, que favorece como se vio en el gobierno de Alberto Fernández, la práctica generalizada del aborto, el feminismo militante impositivo, el fomento de la diversidad sexual para niños y niñas desde los planteles educativos y que además impone la escritura inclusiva en los documentos oficiales lo cual estropea el buen uso del español. El medio cultural argentino estaría impregnado de esos preceptos mundialistas.
Para el medio cultural en cambio, es decir para productores, realizadores, actores, guionistas y demás profesionales de la producción cultural, de lo que se trata en realidad es de asfixiar su trabajo creativo al suprimir subvenciones estatales a varios organismos, entre ellos el más importante para ellos que es el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el protector y un mecenas del cine en Argentina.
Las consecuencias positivas y negativas de los años de gobierno de Javier Milei pertenecen al futuro. No hubo tiempo para producir una película sobre ese “extraño presidente” que tomó posesión en diciembre 2023 pues ni en los comentarios de los asistentes al festival de Biarritz, ni en la versión de los realizadores argentinos que han venido a él, ni en las argumentaciones de los profesores del Instituto de Altos Estudios de América Latina (IHEAL) que organizaron una mesa redonda para hablar de “La Argentina de Milei”, se ha podido desentrañar la personalidad de este presidente que se dice paleo-libertario, enemigo de lo que denuncia como “la casta”, destructor del Estado protector desde el interior de este mismo, y que con su banda y su bastón de presidente de la nación argentina grita desde cualquier estrado “viva la libertad carajo”.
En sus treinta años de existencia, el Festival de cine de Biarritz ha dado cuenta de los estragos de las dictaduras en los países del Cono Sur, los ha acompañado en su regreso a la democracia, ha mostrado descomposiciones o composiciones políticas, económicas, sociales y ambientales en el resto del continente y hoy, cuando el ruido de las botas de los militares ya no asusta, nadie habría podido imaginar que se tuviera que temer nombres como Jair Bolsonaro en Brasil, Javier Milei en Argentina o Nayib Bukele en El Salvador, a los cuales las ciencias políticas han situado ya en la línea de gobernantes de extrema derecha.
El “Focus” Argentina vuelve a los años de Cristina Kirchner y Alberto Fernández, con jóvenes por las calles exigiendo el derecho al aborto en el cortometraje “Que sea ley” de Juan Solanas (2019) y ofrece una perspectiva sobre esa Argentina sin dictaduras pero con crisis agudas en plena democracia en documentales como “Memoria del saqueo” de Fernando E. Solanas (2004), que esclarece los años de Carlos Menen y los mecanismos que llevaron al país a la debacle económica.
Pero si se quiere una explicación más sosegada de realidad argentina actual, puede ser útil la película de ficción “El aroma del pasto recién cortado” (2024) de la realizadora Celina Murga, la cual nos deja penetrar en la Argentina de los sentimientos conyugales confrontados a la dura crisis económica en el país.
Esta película en competición revela el mundo del saber y del conocimiento, de profesores universitarios que en cualquier momento pueden perder sus cátedras por una trampa que les tiende la llamada crisis de los cuarenta, pero al alcance de los dispositivos electrónicos de sus alumnos.
Para seguir con este cine, si quisiéramos visualizar la “cruda realidad” en América Latina, esto se logra con otra película en competición proveniente de una coproducción de Venezuela y Brasil. Se trata de “Zafari” (2024), de la realizadora Mariana Rondón, nacida en Barquisimeto, recordada en el Festival de Biarritz por su largometraje “Pelo malo”, ganadora del premio Concha de Oro de la LXI edición del Festival de Cine de San Sebastián en España en 2013.
En “Zafari” es la historia de los habitantes de un barrio situado en la zona elegante de alguna ciudad en el mundo, cuyos vecinos están en el otro lado, en un barrio popular. El sector cuenta con un zoológico y el edificio elegante comporta una piscina que parece estar ahí para separar a esos dos mundos.
Un día la burocracia local decide aumentar el atractivo del zoológico trayendo un hipopótamo de 800 kilos de peso que el gobierno nacional adquirió en un país africano. Los vecinos “de enfrente” serán los encargados de alimentar al animal y para estimular su labor los habitantes del barrio “bueno” deberán compartir con ellos su piscina.
Las imágenes dejan ver un edificio en decadencia, los apartamentos en abandono, los escapes de agua se apropian de pisos y paredes, sus propietarios se han ido, la cocina quedó sin limpiar, pero no hay nada para comer.
Ese lugar parece vencido por la carestía y el hambre y los antiguos acomodados de las clases medias superiores están a tres pasos de convertirse en salvajes. Los que ellos consideran como salvajes, es decir los “de enfrente” no hacen otra cosa que adaptarse a una nueva adversidad.
“Zafari” el hipopótamo, es el único ser viviente al que el Estado garantiza la comida diaria. Hasta el día en que la corrupción de proximidad que permite la supervivencia, desvía las verduras y las frutas del animal hacia el mercado negro. Una zanahoria puede llegar a tener el mismo precio de una cena en un restaurante chic de esa ciudad abandonada por todos, salvo por las motos.
Al final, queda la figura del hombre confrontado a sí mismo. ¿Cuánto tiempo puede resistir su buena educación cuando no tiene nada qué comer? Sólo los gobernantes que han perdido el sentido de la realidad son capaces de introducir un hipopótamo en una ciudad agobiada por el hambre.
El Festival Biarritz América Latina de cine es un evento que pone de manifiesto todas esas contradicciones en el continente americano, como bien lo destaca Jean Christophe Berjon, Delegado General del festival.
Aquí se trata de un punto de encuentro, una cita con el cine, la literatura, la música, la fotografía y este año en especial con “Los Conversatorios”, organizado a las 11 de la mañana todos los días de festival en un espacio reducido de la gran sala de reuniones en el Casino de Biarritz.
Poco importa que se haya pensado en un principio que Los Conversatorios harían venir a pocos interesados. Su éxito ha sido tan evidente que la gente que va llegando a ellos va a buscar más sillas para agrandarlo.