Seguro usted también es de los muchos que en los últimos dos años ha notado una cantidad exagerada de separadores viales amarillos por doquier en las calles de Bogotá, ya sea en lugares o cruces innecesarios, y sobre todo con una cantidad excesiva de elementos, ya sean tachones, tachas reflectivas, postes (hitos) o estoperoles. Ejemplos hay por todos lados: en la calle 63 con Caracas, en la 67 con Séptima, en la calle 73 con décima, en la calle 77 con 14, o más recientemente en el cruce de la 76 con quinta.
Tal vez usted es también de los que piensa que gastar tanta plata en semejantes obras es un desperdicio de recursos, habiendo tantas otras necesidades en la ciudad, como un reparcheo urgente en muchas calles y avenidas, como la subida de la misma calle 65, que siempre ha estado llena de huecos.
Muchas de estas cuestionables obras de señalización vial tienen incluso ejemplos descarados. Uno de los más notorios (y también de los primeros en instalarse, a finales de 2016) es el separador de la calle 73 con carrera Décima. Ahí, en lugar de haberse instalado un discreto separador de un par de metros, el desvergonzado contratista llenó prácticamente toda la cuadra de tachones, tachas reflectivas y postes (o hitos). El despilfarro no habría podido ser más evidente.
A precios de mercado, los 170 tachones ($4.080.000), 56 hitos ($1.792.000) y 116 tachas reflectivas bidireccionales ($354.000) de esta obra costaron por lo menos $6.226.000, con un sobrecosto de al menos 80%, pues para esa obra habría bastado la instalación de máximo la quinta parte de elementos.
Con todos estos antecedentes, entonces tal vez no le sorprenda saber que desde 2016 la Secretaría de Movilidad, bajo la gestión del alcalde Peñalosa, ha destinado recursos por casi 32.500 millones de pesos a cuatro procesos de licitación pública o concurso de méritos para la ejecución e interventoría de obras de señalización en el distrito, lo que incluye estas de los cuestionables separadores amarillos, con el consecuente y presunto detrimento patrimonial.
Estos procesos licitatorios o convocatorias públicas, difundidos en la sección de Convocatorias de la página de la misma Secretaría, son: SDM-LP-007-2016, SDM-CMA-008-2016, SDM–LP-053-2017 y SDM-CMA-087-2017, que usted debe poder consultar en línea.
“Suministro e instalación de tachas reflectivas bidireccionales, estoperoles plásticos o metálicos, tachones color amarillo, bordillo en concreto, boyas, hitos, resaltos portátiles de caucho o plástico con alta resistencia al impacto”, se lee en el aviso de convocatoria pública del proceso de selección por concurso de méritos abierto SDM-CMA-008-2016, por citar una de las actividades de la ejecución del contrato de señalización que en teoría la Dirección de Control y Vigilancia busca controlar.
Pero el monto destinado a estos procesos es apenas la punta del iceberg, pues en realidad son más las preguntas que respuestas las que generan estos procesos, por ejemplo: ¿quiénes son los contratistas que se llevaron las licitaciones?, ¿por qué dichas obras no se ejecutaron bajo criterios de austeridad, es decir, se instalaron únicamente las obras estrictamente indispensables y con el menor número posible de elementos, en lugar de despilfarrar tantos materiales?, ¿qué costo real tienen estos tachones, tachas e hitos (entre otros elementos viales) y a cuánto están siendo facturados al distrito?, ¿hay alguna relación o parentesco entre los contratistas y funcionarios distritales involucrados, incluido el propio Peñalosa?
Es hora de que el alcalde y sus subalternos en materia de movilidad empiecen a dar explicaciones sobre estas obras y la asignación de los recursos con los cuales se pagaron, pues el presunto detrimento patrimonial al distrito parece ser sustancial.
Muchos ciudadanos así lo esperan, pues es con sus contribuciones que tristemente se han pagado este tipo de obras ineficientes o hasta inútiles.