Siga los siguientes consejos para rescatar su relación con la música, liberarse de prácticas tóxicas y encontrar de nuevo esa magia. Este corresponsal hizo el ejercicio con el nuevo álbum de Momentum Vitae (MV), titulado Back For More (De Vuelta por Más) y… ¡funciona! Le comparto los resultados a continuación.
Entremos en materia.
- Deje de caer en clickbait (o carnada de clic) que apunte al contenido titulado “5 tips para”, “10 maneras de”, “4 cosas que no sabías de” (como este artículo).
No se puede negar que los clics son el nuevo santo grial del contenido. Pero solo refuerzan esa cadena neuroquímica de la serotonina y la recompensa inmediata. Si usted quiere recuperar su relación con la música, la inmediatez es algo que debe evitar a toda costa. ¿La razón? Mire la música como a una pareja. Piense que lleva dos años poniéndose bonita para usted; desde que era una simple maqueta en guitarra y voz, pasa horas y horas en el “gimnasio” de los ensayos encontrando los arreglos preliminares. Luego va a donde su asesor de imagen: el productor.
En el caso de Momentum Vitae (MV), este rol lo juega Andrés Valencia (@wondrewmusic). Su intervención hace toda la diferencia, como en esas escenas de las películas donde uno de los personajes sale de un vestidor luciendo veintisiete pintas distintas: Andrés es el actor que hace caras de aprobación o desaprobación hasta que cada canción tiene la pinta que es. Y ya con la pinta elegida, llega el gran día: el encuentro con sus oídos.
Para que la pinta, el peinado, los zapatos, el perfume y demás cuadren debe intervenir otro séquito de profesionales: los ingenieros de estudio de captura, los ingenieros de mezcla y el ingeniero de masterización dejan todo puesto a punto de la mejor manera posible. Luego de entender todo este esfuerzo y recursos que su pareja ha invertido para ponerse bonita para usted, ¿está seguro que el gran día del encuentro usted va a alzar la mirada de su celular solo unos segundos del artículo “10 situaciones jocosas de tus actores favoritos” y decirle a su pareja, por salir del paso, “te ves bien”, para volver a caer en la hipnosis del clickbait?
Es cierto, usted no tiene por qué saber o ser consciente de todo el esfuerzo que hay detrás. Al fin y al cabo, la música en esta era del MP3 y las plataformas de streaming es gratis. Pero gratis no es lo mismo que sin valor, y el valor de la música reside en todo ese proceso: en la intención expresiva de los artistas, en los arreglos del productor, en el cuidado y orientación al detalle en la captura y mezcla en el estudio, en el arte técnico de la masterización.
Con la guerra de los clics se habla que un lector o usuario no le da más de cinco segundos a un contenido. Los reels de perritos haciendo gracias logran la proeza de los 20 segundos. Y aquí se pone a prueba su amor por la música, si es que en algún momento lo sintió: dedique, sin distracciones, al menos dos minutos al primer corte o sencillo de un álbum, para apreciarlo, oírlo, para entender que se puso bonito para usted durante al menos dos años.
Permítase sentir lo que sea: aprobación, rechazo, satisfacción, desdén, rabia, alegría; los que practican meditación y mindfulness dicen que no es dejar la mente en blanco, sino reconocer lo que se viene y ponerlo a un lado.
Algo así me permití con Shame On You, 151 segundos de una especie de punk con algo de pop. El sh-sh-sh-shame on you de los coros tiene su toque adictivo. Y hay que reconocerlo: sí se ve bonito, sí se nota el cariñito en los arreglos, y sí tiene esa vibra particular que solo esta banda bogotana trae.
Queda por anhelar que pronto escriban canciones en español para terminar de definir su identidad, pero esta prepubertad musical por la que están atravesando parece traer cosas muy interesantes.
Pasemos al siguiente consejo:
- Si es un sencillo, óigalo tres veces. Si es un álbum, óigalo de inicio a fin.
Un sencillo no se entiende a la primera. En el caso de MV, si usted oye Shame On You, a la tercera es que está cantando el sh-sh-sh-shame on you porque su cerebro ya lo recuerda y lo puede ubicar. Dele el chance al menos tres veces al sencillo. Recuerde: tardaron cerca de dos años en ponerse bonitos.
Por otro lado, si usted tiene mi edad, aún se acuerda de destapar cassettes, cedés o vinilos, y el olor a papel nuevo y la admiración de no encontrar ni un rayón ni una esquina doblada en el booklet: el ritual se seguía con insertar el disco en su respectivo reproductor y poner “play”.
Otra etapa del trabajo que usted quizás desconoce: si un álbum está conceptualizado como tal (hoy en día los artistas viven de sencillos, pero aún hay algunos que rescatan el concepto de álbum como pieza artística integrada, e.g., The Weeknd y su Dawn FM), el artista y su equipo dedicó horas a ordenarlo para que usted tuviera un viaje variado y conceptualmente coherente.
Intente respetar ese esfuerzo, hónrelo no parándose ni al baño, pero si la naturaleza llama, póngale pausa, atienda y vuelva. Ese viaje es un recorrido guiado, casi que puede oír la voz del artista diciéndole: “Ahora vamos a oír esta canción que se conecta con la anterior de esta manera y antecede a la siguiente de esta otra manera”.
Back For More tiene ese viaje. Shame On You arranca anunciando la pubertad, la adolescencia de esta banda en su búsqueda de identidad, construyendo sobre un concepto tan básico y tan memorable como el acné: el “calientahuevismo” o, como ellos lo ponen en su comunicado de prensa del sencillo: “La adicción a un juego sexual sin distensión”. A mí no me gustan los rodeos: al pan pan y al vino vino, y a las viejas y manes calientahuevos, pues, shame on you!
Luego pareciera que el adolescente de esa historia sí concretó un amor, pero les quedó grande y pasan a “If”, un tema con un beat ochentero que habla de un amor que pudo haber sido más, pero que no prosperó pese a lo real que se sintió. Parece un amor adolescente, pero conozco más de un adulto que ha vivido escenarios así de fantasiosos e incompletos.
Luego viene “Back For More”, la canción que da título al álbum. Quién sabe qué viaje psicotrópico se metió Mónica, la bajista de MV, que terminó escribiendo una línea de bajo salsera para una canción de punk, pero pues las mujeres y su vientre creativo mezclan, recombinan y mutan, y este tema es un himno a la obsesión ambientado en la nostalgia: hasta un sample de Bob Dylan trae en el puente.
Luego de este viaje dentro del viaje, de las ataduras de la obsesión en las que nos quedamos amarrados en la canción anterior, viene “Cut Me Loose”, la supuesta liberación de esos lazos. Y digo supuesta porque en este caso el personaje de este pop-jazz, víctima de este apego descomunal, simplemente se resigna y abraza con fuerza sus ataduras, una manera bien particular de liberarse.
Una vez admitido que es voluntario quedarse apegado, sigue el camino de las confesiones con Rotten, un verdadero rock (primera vez en el álbum que se pegan completamente al género). “Podrido” traduce, y evoca las micro y macro corrupciones, las ocasiones en las que la naturaleza humana es corrupta y admite que no es un adjetivo peyorativo únicamente adjudicable a políticos, mafiosos y magnates: todos pecamos de pudrirnos en algún momento.
Y la montaña rusa baja de la cima de la culpa a un hermoso valle donde parece que tocara un tributo a los Beatles un tema que no es del catálogo del boy-band de Liverpool; “Lullaby”, una oda al nido vacío, es una canción hermosa, alegre, optimista y que parece abrir nuevos horizontes sonoros para la banda.
En mi opinión, es por ahí que deberían componer más, no quitándole mérito al resto del álbum, pero encontrando en este último segmento de la obra mis piezas favoritas. Pero no me hagan caso, yo soy raro, porque luego de “Lullaby” viene una canción escabrosa, terrorífica, con guitarras secuenciadas en loops que van sumando capas y que habla de la muerte y el duelo: “Short Story”, porque la vida es eso, una historia corta. Hay que pararle bolas al solo al final de esa canción, es realmente épico.
Y uno cree lo obvio, que con el tema sobre la muerte acaba el álbum, y no; sin saber si la banda cree o no en el más allá, claramente creen en algo más grande que ellos mismos y le ponen personalidad y espíritu de mujer, tan así que se llama “Her” (Ella).
Esta joya disfrazada de rareza tiene guitarras tipo Gilmour (guitarrista de Pink Floyd) y teclado que evoca a Brian Eno (un productor y músico afamado por su trabajo con U2, entre otras bandas, pero con un catálogo propio bien etéreo en su musicalidad) y cierra el álbum confrontando al oyente con la trascendencia y la divinidad omnipresente hecha mujer.
¿Ve lo que digo? Es turismo musical guiado. Es recorrer una cronología en la intimidad de la banda, y en compañía de música que es en sí misma destino y medio, banda sonora y score. Un paseíllo por sonidos setenteros y ochenteros, por la salsa, el punk, el rock y el pop, por los hitos de la vida desde el encoñe hasta la trascendencia, todo en un poco menos de 50 minutos. Con ese abrebocas, vamos al siguiente consejo.
- Si su relación puede pasar de digital a análogo, no lo dude por un segundo. La presencia del santo hace el milagro.
Aplica para relaciones interpersonales y así como hoy en día se pasa del Tinder al café, hay que pasar del Spotify y la comodidad de sus audífonos al en vivo. Quizás ahí es donde usted ve si la cosa realmente funciona, si tiene el chance de ver al artista que hizo esa pieza que usted oyó digitalmente en vivo y ver y sentir qué le transmite ya a full volumen y con la puesta en escena.
En el caso de MV, no decepciona. Tuve la oportunidad de ir al prelanzamiento de Back For More en un venue chiquito, unas 100 personas, algo bien íntimo pero creo que acorde al tamaño de la convocatoria de esta banda —por el momento. El producto es bueno, dudo mucho que se queden de ese tamaño—.
Puntos a favor: tenían material audiovisual para todas las canciones (explosiones, videos originales, videos de stock y hasta paseos siderales). No sé si eran del sitio o de la puesta en escena de la banda, pero las luces eran sencillas y, como un francotirador, directo en el objetivo: bola de espejos para las románticas, tatuajes neón hechos con maquillaje fluorescente que brillaban con la luz azul y UV en tarima y ojo, MAQUILLAJE NEÓN PARA EL PÚBLICO , una interacción que claramente los que fuimos no estábamos esperando y nos hizo sentir parte del show.
Quizás aprovechando lo pequeño del sitio soltaron bombas/globitos en el momento más fiestero de Back For More, cuando el cantante coge el cencerro y despide la canción, y nos enrumbaron un ratico. Le hicieron un homenaje a Taylor Hawkins en Short Story… muy sentido y solemne y una oportunidad dorada para hacer brillar el potencial de esa canción.
Puntos en contra: el volumen al que tocaron para el sitio tan pequeño fue exagerado. Tenían videos líricos para que uno pudiera seguir la letra en algunas canciones, pero no estaban sincronizados y pues uno se terminaba perdiendo.
En mi opinión personal, hablaron de política, y el palo no está para cucharas en Colombia: en una canción pasaron imágenes de políticos nacionales e internacionales y noté en la audiencia algo de incomodidad. Dirán que el arte también es para incomodar, pero en la opinión de este servidor, sobraban.
En este balance análogo luego del coqueteo digital, tengo que decir que, en efecto, iría a una segunda cita con MV en vivo, y muy probablemente, a una tercera y cuarta. Me da curiosidad qué otros recursos van a usar cuando los venues sean más grandes, y, poniéndome la mano en el corazón, la bajista me arrancó más de un suspiro.
Seguí estos mismos tres consejos y ya quiero mi siguiente cita con MV que, como su álbum Back For More traduce, me deja queriendo volver por más. Lo invito a que los siga y se dé una oportunidad con su relación con la música, con este u otro álbum. Hágalo con paciencia y cariño, con mente tranquila y abierta, y déjese llevar porque detrás de la música hay mucho amor, y, al fin y al cabo, para y por el amor es que vivimos.