23 de febrero: Maduro 1, Guaidó 0

23 de febrero: Maduro 1, Guaidó 0

Hay que reconocerlo, el mandatario chavista ganó por ahora esta batalla. Un balance provisional de la los últimos hechos en Venezuela

Por: Eduardo Mackenzie
febrero 25, 2019
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23 de febrero: Maduro 1, Guaidó 0
Foto: Twitter @NicolasMaduro

Logró a sangre y fuego quemar y frenar la entrada de la ayuda humanitaria. Reprimió sin piedad a sus connacionales (14 muertos y centenares de heridos), en varios puntos de frontera con Colombia y Brasil, y mostró que la casta militar no lo ha abandonado (por ahora). Pero el abyecto dictador, y los cubanos que lo asesoran, están lejos de haber ganado la guerra y saben que sus posiciones son cada vez más deleznables.

¿Lo de ayer fue una derrota de Juan Guaidó e Iván Duque? Decir eso sería cometer una injusticia. Guaidó y Duque tuvieron un comportamiento heroico y le hicieron ver al mundo el nivel de barbarie que ha alcanzado el régimen del usurpador. Maduro está más aislado que nunca. La izquierda y el pseudo progresismo internacional tienen cada vez más dificultades para apoyar a ese verdugo. El 23 de febrero demostró que los venezolanos pagan el precio que sea por su libertad. Esa fecha expuso también que lo de Venezuela no es un conflicto de baja intensidad sino que es un componente importante del conflicto Este-Oeste, aunque los espíritus prudentes entren en pánico de solo pensar en esos términos.

Las atrocidades de Maduro contra su pueblo y los desafíos que él plantea al resto del mundo  no se resolverán sin una contienda militar internacional limitada. Es duro decirlo, pero el 23 de febrero fue la cruel demostración de eso. Es hacerse ilusiones creer (como  hace Justin Trudeau, quien fue el que dañó el plan inicial de Guaidó) que el derrumbe de Maduro, y de los poderes estatales y los carteles de droga que lo respaldan se hace con conciertos, flores, ayuda humanitaria en las fronteras y promesas de amnistías, sin tener, al mismo tiempo, un respaldo militar no solo creíble sino en acción. Eso fue lo que falló ayer. Y la culpa no es del presidente Donald Trump.

Era improbable alcanzar las metas del 23 de febrero con los medios fijados por la reunión de Ottawa del Grupo de Lima, la cual prescindió de la tesis de la necesidad de tener todos los medios (incluida la fuerza armada) sobre la mesa para derribar a Maduro. El plan inicial de Guaidó, quien tenía el respaldo de Washington, era ese. Pero Trudeau traicionó ese campo y cambió la película el 4 de febrero. La ministra canadiense, Chrystia Freeland, anunció ese día que Canadá y el Grupo de Lima apoyarían [únicamente] “un proceso de transición pacífico a través de medios diplomáticos y políticos sin el uso de la fuerza” (1). Gracias a esa frase, Maduro supo de antemano cuál sería el lado flaco de Guaidó y qué método podría él, Maduro, aplicar el 23 de febrero.

Juan Guaidó por eso, supongo yo, declaró al final de la dura jornada de ayer algo muy importante: "Los acontecimientos de hoy me obligan a tomar una decisión: plantear a la Comunidad Internacional de manera formal que debemos tener abiertas todas las opciones para lograr la liberación de esta Patria que lucha y seguirá luchando”, “Todas las opciones”. La línea es clara. Dijo que insistirá en eso el lunes 25 de febrero, en la reunión del Grupo de Lima en Bogotá. La creación de un corredor humanitario escoltado por “cuerpos de Ejército internacional que eviten el sabotaje por parte de las tropas de Maduro”, como propone el Partido Popular de España, es el comienzo de una línea mejorada, pero no es toda la línea. Es un planteo que Colombia no rechaza y que ha sido solicitado por Guaidó. El límite de ese esquema es la naturaleza misma del régimen de Maduro.

Otro factor que merece ser debatido es el concepto de “cerco diplomático” que emplea el presidente Iván Duque al describir su política la lucha contra Maduro. La idea del “cerco” es inadecuada. Es una visión estática. El cerco es la forma más arcaica de enfrentar a un adversario. El cerco le permite a éste comprar tiempo, organizarse y sobrevivir a corto o largo plazo. Contra Maduro no es cuestión de “cercos”, es cuestión de destruir su régimen (que tiene graves grietas), impedir su expansión, desmantelar su aparato armado y derrotar su ideología, lo antes posible. La estrategia del “cerco” le permitió a la Cuba comunista, gracias a la URSS y a China, seguir haciendo daño, durante más de 50 años, en América Latina y en África. Esa gangrena se extiende ahora hasta Europa.

Sin embargo, el gran mérito del presidente Duque es haber sacado la política exterior colombiana, sobre todo respecto de Venezuela, del estado catatónico en que la sumió Juan Manuel Santos. Duque puso en movimiento nuevas ideas y una serie de fuerzas. No se dejó aplastar por las vociferaciones de Maduro. Supo reconocerle al aliado norteamericano toda su significación, en el campo histórico, humanitario, diplomático y militar. En la lucha por la paz y la democracia en el hemisferio, Estados Unidos es el principal aliado, el aliado imprescindible. Duque acepta eso y ello es una verdadera revolución intelectual frente a las tesis infames en boga durante los ocho años de régimen santista. Ese giro le permitió a Duque ser el mejor aliado de Guaidó. Duque, empero, no corrigió a tiempo el desmán de Ottawa. Espero que mañana, en la reunión de Bogotá, no se levante de nuevo ese obstáculo.

Colombia no tiene otra alternativa que la lucha. No nos digamos mentiras. Hay que moverse rápido pero con habilidad contra el Estado agresor chavista. La Colombia democrática y libre está en peligro de muerte si deja que se estabilice a su lado un narco-Estado, militarizado, petrolero, expansionista y con falanges narcoguerrilleras decididas a vender su apoyo a Maduro. Si no logramos el restablecimiento del Estado de derecho en Venezuela, los poderes que amamantan la tiranía pesarán cada vez más contra nuestras libertades. Y eso será también una amenaza directa contra la nación norteamericana.
(1) Sobre ese episodio ver: ¿Trudeau obstruye la ayuda humanitaria a Venezuela? y La cuestión de la intervención internacional, armada o no, en Venezuela

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