«Ñamericano» es una palabreja tubérculo-ñacarosa lanzada a la palestra como posible nueva denominación del tercer idioma más hablado en el mundo. Primero es el inglés y segundo el chino.
Me refiero a la lengua en que nos comunicamos tú y yo en este valle de risas gozonas y lágrimas de cocodrilo. Sí, el español. El castellano puro y llano. El chapetoñol, como le pusimos de remoquete cuatro gatos… avialinos.
Te explico esto último. «Avialino» es el gentilicio propuesto de Aviayala, egregio nombre oficial del nuevo continente. El topónimo fue aprobado, con bombo y platillos, en la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades de Abya Yala, realizada en Quito, Ecuador, en 2004. Por tanto, amigas y amigos, no sigan alcahueteando el anacrónico italianismo “América”, puesto que hay armada una tremenda confusión con la Unái Stei of América, los Estados Juntos, Gringolandia, el Imperio Yankee, o sea el país del Tío Sam y del superbobo de Supermán.
Discusión zanjada. De aquí en adelante, continente Aviayala. Punto.
Volviendo a lo de “ñangoamericano”, “ñoñamericano” o lo que sea, algún despistado que no se haya desayunado podría entenderlo por algo así como “ñame-ricosazonado”, cosa que aprovecho para apuntalar la riqueza alimenticia del ñame, Dioscorea esculenta, una deliciosa fuente de energía en sopas, caldos y sancochos servidos a nuestras mesas o en populares corrientazos.
Nuestra Colombia es la principal productora de ñame en Aviayala, Avia Yala o Abya Yala. Escoge la que gustes: suenan lo mismo. La zona bolivarense de los Montes de María ─más tranquila por estos tiempos de la paz total, supongo─ es donde más se cultiva. En San Cayetano, poblado del municipio de San Juan Nepo, Bolívar, se realiza el Festival Nacional del Ñame.
La iniciativa “ñamericañola” es del escritor y periodista argentino Martín Caparrós, que recién tiró el puntazo, sin vaselina, en el marco del IX Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en Cádiz.
Caparrós ha escrito numerosas novelas, entre las que se destaca la que el propio autor considera su obra más significativa, La Historia. Mencionemos dos más: Los Living y Echeverría. Sus crónicas de viajes están en Larga distancia.
Argumenta el amigo gaucho que hoy día no es dable ni recomendable seguir dándole el apelativo de “español” a la lengua de Cervantes. Y, de contera, es discutible lo de “castillano” en el artículo 10 de la Constitución.
Por ello, el tipo asegura que es hora de buscar otro mote de tal forma que no sea el mismo gentilicio de una de las veinte naciones en las que se habla. Si se trata de ponerle un denominativo por el Estado donde hay más parlantes, ¡coño, a lo mero mero macho, le ponemos mejicoñol! Se me ocurre, ya que estamos en estas, que no se debería llamar portugués al idioma que hablan 220 millones de brasileiros. La lengua de Camões debe ser ahora el brasilugués o brasinhol, dato que le pasamos al lelo de Lula. Y el inglis o “Shakespeare language” podría ser gringuinglis, así parezca trabalenguas. Un grasoso una vez dijo que en inglés se escribe París y se pronuncia Constantinopla.
Insistamos con lo del nuevo nombre. ¡Hey! Sí, otro nombrecito podría ser chapetoñol. Pero no. Igual quedamos en las mismas, dado que el despectivo chapetón es sinónimo de español.
Bueno, seguimos con Caparrós. El man argumenta que “ñamericano” preservaría la originalidad de la virgulilla de la Ñ. Que es el resultado, según explica el coterráneo del Papa Francisco y Messi, de la física flojera de los monjes que crearon el “español”. Fue para evitar escribir dos veces la ene ─NN─, que era como se presentaba tal sonido en tal dígrafo.
El colega es democrático en cuanto a otras propuestas y, por tanto, se muestra abierto a cualquier opción. Como debe ser.
Firme mi apoyo a tu deseo de cambio, camarada Caparrós.
Voy incluso más allá de tu formidable idea, y he propuesto que cambiemos el chapetoñol de manera radical.
Sí, señor, démosle otro matiz de raíz. Marquemos realmente diferencia con los del otro lado del charco. ¿Cómo? Eliminando, de forma general, el bloque de letras b-h-k-ll-q-w-x-z. Veamos la propuesta ya, de una, de uan.
La V remplaza la larguirucha be. Vandera, veso, vuñuelo, etc.
El vacío de la nada sustituye a la hijuemíchiga y taciturna hache. “Enterremos las haches rupestres”, nos ordenó Gabo en la ponencia Botella al mar para el dios de las palabras, leída en el 1er. Congreso Internacional de la Lengua Española, 1997, en Zacatecas, Méjico. Otel, ermosura, alcón, ilo, etc.
La C con sonido fuerte, a la K y el dígrafo QU. Cepis, ceso, cimera, etc.
La Y sustituye la elle. Yamada, yavero, yuvia, etc.
La U a la anglosajona dobliu, W. Uaterpolo, Uásington.
El doblete CS a la equis. Écsito, etc. A veces con S. Esistir.
La S a la zeta. Sarsamora, sorro, sapato, sigsag, etc.
Consíguete los libros El curveñol y 10.000 palavras del curveñol. Están en autoreseditores.com. Lee gratis las primeras páginas. Entra a la entente rebelde que apoya esta simplificación lingüística. Hay un corto video en el canal YouTube elvesinal: El curveñol: ¡avla i te salvas!
Para este liliputiense final usaré el curveñol. Servirá para que te formes una primera impresión. Tente, que voy con todo…
Seré susinto, vreve, redusido, consiso, peresedero, tenporal, ecsiguo i fugás en este peceño espacio (las diferensias, como puedes apresiar, son de forma, no de esensia).
En esto aparese un sovrino ce estudia primaria i me pregunta:
─Tío, la palavra vicho, ¿se escrive con ve de vurro o ve de vaca?
─Pon todo con V de vaca i sanseacavó.
Cave recordar ce el mismísimo Gavo dijo: “¿Y cé de nuestra be de vurro i nuestra ve de vaca, ce los avuelos españoles nos trajeron como si fueran dos i sienpre sovra una?”
─Vamos pa esa, tío ─contesta el chico.─ Pero la culpa será toda tuya si me ponen sero uevito en chapetoñol.
Atrévete. Escrive en curveñol. ¡Viva el livre desarroyo de la personalidad, el derecho a lo pluricultural i la independensia escriturónica de Chapetolandia!
¿I si sale un criticonsito de pacotiya con vainasos i leguleyadas? Le inpetramos una acsión de tutela pa ce respete (¡je, je, je!).