A finales del peor año que ha vivido gran parte del mundo y Colombia no ha sido la excepción, se tenía la esperanza de que lo más grave de la pandemia y del confinamiento había pasado. Se hablaba con optimismo sobre la recuperación de la economía y sobre la posibilidad de diseñar estrategias que permitieran empezar a pagar los inmensos costos que millones han sufrido, especialmente los grupos de pobres de este país. Pero la realidad en este primer mes del 2021 es otra. Por distintas razones no solo por culpa de la indisciplina de la población, como lo han reconocido expertos en temas de salud, sino también por fallas en los gobiernos nacional y regionales o decisiones inadecuadas e inoportunas, este segundo pico del covid-19 ha resultado muy serio. Más de 20.000 contagiados diarios, cerca de 400 fallecidos por día, colapsos en los sistemas de salud por falta de medicamentos, personal y camas, han traído de nuevo el confinamiento. Sus consecuencias las conocemos de sobra y son desbastadoras. Aparece de nuevo el hambre especialmente en Bogotá, con sus trapos rojos que llaman a la acción y a la solidaridad.
Lo peor de esta realidad es que existe la vacuna y por razones que no logran entenderse porque el gobierno Duque se empeña en ocultar, esta que es la posibilidad real de frenar la crisis no está aún disponible en el país. Es el tema crucial en este momento y es tal la presión que se ha generado en Colombia con toda la razón, que o el gobierno responde de inmediato con una operación de emergencia o el costo que tendrá que asumir tal vez sea el más alto que va a enfrentar en este largo período presidencial lleno de frustraciones.
La vacuna ya, debe ser la consigna porque es la única forma de recuperar la esperanza que se tenía a finales del 2020. Solo cuando la población empiece a ser inmunizada, se acabarán paulatinamente los encierros, los toques de queda, los pico y cédula que han terminado por frenar la economía a niveles inimaginables y a desesperar a una población que lleva demasiado tiempo sin ver un futuro claro. Pero esta esperanza muere si el gobierno no reacciona.
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Solo cuando la población empiece a ser inmunizada se acabarán los encierros, los toques de queda, los pico y cédula que han frenado brutalmente la economía
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La gran pregunta es si en este momento es posible acelerar la vacunación en Colombia. Y si es posible cuánto nos costará a los colombianos este pésimo manejo que ha hecho el gobierno de un tema crucial. Cómo es posible que el presidente Duque y su equipo no hubiesen previsto el costo de esta demora cuando sobre sus hombros cae la responsabilidad de no poder frenar fallecimientos y contagios, de seguir con distintas formas de confinamiento, del costo inmenso de una economía frenada. Imperdonable.
Antes de entrar en juicios lo importante es presionar para que se empiece a vacunar de inmediato a la población del país y entender si esto es posible. Bienvenida la comisión de seguimiento que lidera Camilo Enciso que trabaja intensamente no solo para entender si existen o los contratos y cuáles son sus condiciones, sino para definir cuáles serían las vías y los costos para garantizar la vacunación en el país. Existen expertos en este tema que han sido convocados por este grupo de la sociedad civil que son la esperanza para esta sociedad porque el gobierno sigue de mentira en mentira en mentira, de confusión en confusión. Parecería que semejante problema no le interesa porque van a salir a relucir sus inmensas fallas en este tema crítico. Es hora de continuar con este debate y apoyar la iniciativa ciudadana para presionar al gobierno para que responda. Pasividad que es lo que hace el gobierno no debe ser la actitud de millones de colombianos que son los que finalmente pagan las consecuencias.
Solo si se acelera la vacunación de los colombianos podremos recuperar la esperanza, que nació a finales de 2020 y muere a principios del 2021. ¿Aún será posible? Parecería que no, para desgracia de este país. Pero que el gobierno no se equivoque: viene un gran debate político.
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