2020: más miedo y desconfianza
Opinión

2020: más miedo y desconfianza

Sobre el coctel de corrupción, impunidad, miedo, desconfianza en la democracia, el presidente y los dirigentes públicos están emitiendo mensajes contradictorios, silencios inexplicables, énfasis inentendibles

Por:
enero 20, 2020
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Es una locura: al lado de la mejor tasa de crecimiento económico entre los del vecindario, también ostenta Colombia el primer lugar en corrupción, de acuerdo con Transparencia Internacional, sobre una muestra de 73 países; un ranking construido a partir de la percepción de más de 20.000 ciudadanos globales. El más terrible de los chistes que se hicieron al respecto en redes fue el de si ese campeonato lo habíamos comprado, sobornando al jurado.

Sobre lo más trágico, con certeza, también marcamos liderazgo: los asesinatos de líderes sociales y de personas desmovilizadas en todo el territorio, al menos uno diario en lo que va del año. Más grave, la ausencia de reacción de la sociedad, así como la falta de contundencia del estado en rechazarlos, perseguir a los asesinos materiales e intelectuales y de proteger a los amenazados.  Al final, son licencias a los violentos, que sienten allanado el camino para sus crímenes.

Las amenazas de grupos armados están a la orden del día. La última, difundida con la celeridad de las redes, promete “matar, picar, desaparecer, torturar, masacrar, violar o lo que toque hacer para cumplir y honrar nuestra palabra” a líderes regionales, funcionarios de la JEP, periodistas, investigadores sociales, directivos de organizaciones no gubernamentales, políticos, incluyendo a Iván Cepeda, los hermanos Galán y gobernantes como la alcaldesa López.

Para rematar, los informes de la revista Semana apuntan a algo más inquietante y siniestro aún: uso, por parte de sectores de la fuerza pública, de modernas herramientas tecnológicas de las telecomunicaciones para hacer seguimientos ilegales, con la debida retroalimentación a sectores políticos interesados, persecución a militares honrados y cumplidores de su deber, y corrupción, mucha corrupción y cinismo en algunos altos mandos. Con certeza son la minoría, pero ostentan el poder del amedrentamiento.

El saldo de este coctel de corrupción, incluyendo la que Semana denuncia en la fuerza pública, de asesinatos en la impunidad, de indiferencia, de amenazas a granel, no es otro que el de mayor desconfianza hacia las instituciones por parte de una ciudadanía fragmentada, así como del resurgimiento del miedo en amplios sectores de la sociedad.

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“El que diga que no tiene miedo, tiene huevo”

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Como dijo ayer, en entrevista a El Espectador un periodista de Semana, enterado por el CTI de cómo un coronel estaba localizando sicarios para mandarlo asesinar, amén de la andanada de todo tipo de seguimientos e intimidaciones, “el que diga que no tiene miedo, tiene huevo”.

Corrupción, impunidad, físico miedo, desconfianza en la democracia, van de la mano.

Sería absurdo atribuirle al gobierno Duque lo que ha venido incubado desde hace rato en nuestra historia. No obstante, un mandatario y, en general, los dirigentes públicos, incluyendo ministros y altos funcionarios, por acción u omisión, están emitiendo señales de lo que aceptan o rechazan, de lo que les produce indignación, de lo que les motiva a convocar a los gobernados.

Es ahí en donde reside una falla inmensa en la que parecieran converger mensajes contradictorios, silencios inexplicables, énfasis inentendibles.

Si el general Nicasio Martínez estuvo involucrado en los escándalos en mención, ¿cuáles son los motivos de los elogios a su carrera y del agradecimiento presidencial? Si las matanzas de líderes sociales, que producen inmensos dolores en las regiones están desbordadas, ¿qué sentido tiene atribuirles “no sistematicidad”?¿Dónde está la condena a las amenazas públicas de parte de grupos ilegales? ¿Por qué la ausencia de convocatoria a la esperanza en un país en el que se instala, de nuevo, el miedo?

 

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