Algunos de los más notables son la africanización de Centroamérica con sus caravanas de migrantes que permanecen en un limbo fronterizo. La aparición de una tercera dictadura de izquierda en la región. La declaración de mucho más que una guerra comercial con China anunciada por el vicepresidente estadounidense Mike Pence. El desconocimiento de varios gobiernos al nuevo período de Nicolás Maduro. La democracia como el mejor sistema de gobierno que disminuye cinco puntos porcentuales entre 2017 y 2018 —de 70% a 65%—, acumulando una caída de catorce puntos porcentuales desde 2013-, según la encuesta continental de Latinobarómetro. Un año en que caen también todos los indicadores políticos, económicos y sociales, algunos de los cuales alcanzan su cifra más negativa en 23 años de mediciones.
A lo anterior se agrega la zozobra económica de Argentina, que puede desembocar en el precipicio, alerta el exministro y economista Ricardo López Murphy: “No hay un plan económico. La evidencia está en los niveles de riesgo país que tenemos. En 2020 será como si entráramos en un precipicio. La tasa pasa de 2% o 3% a 12%. En este último valor no existe futuro. Hay un sendero hacia adelante que colapsa” dijo en Radio Mitre Córdoba. Cuatro encuestas sobre las elecciones de octubre de 2019, conocidas a principios de diciembre, daban un empate técnico entre el presidente Mauricio Macri y la ex jefa de Estado, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) en un eventual balotaje. El pasado miércoles 27 de diciembre se conoció un sondeo entre líderes de opinión realizado por Poliarquía Consultores, una firma que trabajó históricamente para el macrismo, que adjudica un escaso 4% de posibilidades de que la ex presidenta CFK —quien no está en prisión gracias a sus fueros parlamentarios— sea nuevamente electa presidenta.
El último informe semestral —¿Cómo lidiar con riesgo en América Latina y el Caribe?— del Banco Mundial no augura un buen futuro inmediato argentino, donde su ciudadanía coloca como principal preocupación la inseguridad (64%); seguida de la inflación (57%); y la economía (40%).
Corrupción. Otros aspectos procesados en 2018 mantendrán sus consecuencias en los próximos doce meses. El escándalo de Odebrecht por ahora lleva documentados 758: de dólares en sobornos pagados por la multinacional brasileña a políticos y privados de diez países latinoamericanos; y 268 latinoamericanos entre condenados, imputados, detenidos o prófugos de la justicia, según el Departamento de Justicia estadounidense. Con algunos casos destacables como Perú, que cuenta con cuatro expresidentes, y una líder opositora investigados, así como un presidente renunciado; o Brasil, con dos expresidentes y el actual, Michel Temer, investigados. El desafío del presidente guatemalteco Jimmy Morales a la ONU expulsando del país a los integrantes de la comisión de expertos internacionales anticorrupción, obra como test y robustece las expectativas de las elites corruptas.
Periodistas asesinados. La muerte de 15 periodistas en América y el incremento de la hostilidad gubernamental para con los trabajadores de la prensa en países de la región, bien descrito por el periodista Andrés Oppenheimer, vuelven a colocar a la prensa en la mira de sus múltiples enemigos. Los atentados antisemitas en Estados Unidos y la reaparición del terrorismo postal en ese país, agregan elementos desestabilizadores para encarar un 2019 que se inicia con “el cierre del Gobierno” anunciado por el presidente Trump.
Esos miles de centroamericanos marchando hacia su sueño americano instalaron definitivamente el fenómeno migratorio en Latinoamérica con su expresión más dura en los 2,3 millones de venezolanos que emigraron, según un estudio del Banco Mundial, de los cuales 1,2 millones residen en Colombia, cifra esta última que, para abril próximo, podría duplicarse. Y seguramente así sea, pues en términos absolutos el número de personas con hambre en Venezuela aumentó en 1,3 millones desde el 2013, lo que explica el 86% del aumento observado en Sudamérica, según informe de la FAO.
En ocho meses, se desenmascaró y mostró su verdadero rostro de Terrorismo de Estado del régimen encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo. Contabiliza entre 400 o 500 muertes, según qué organización se tome en cuenta, muchas de ellas por agresiones directas de francotiradores contra manifestantes; así como torturas y secuestros copiados de los regímenes militares de los setenta en el Cono Sur; pérdida de puestos laborales y exilio forzoso para 25.000 nicaragüenses solo en Costa Rica. Por si fuera poco, el ex militar nicaragüense Roberto Samcam, exiliado en este país, denunció la infiltración de la inteligencia policial de Ortega, con el fin de desestabilizar al vecino país y generar una escalada en las tensiones diplomáticas que por años han mantenido San José y Managua.
EE. UU./China. Pence jugó fuerte contra China en su discurso del 4 de octubre y las consecuencias de lo que ya dejaría de ser solamente una guerra comercial pueden ir más allá de los negocios y transformarse en una variante de la Guerra Fría: acusaciones de interferir en la política interna de EE. UU., presunto robo de propiedad intelectual; cuestionamiento a los planes de desarrollo industrial de Pekín; denuncia de ataques cibernéticos; así como de la censura y las violaciones a los derechos humanos de la ciudadanía china, resumidos en el Financial Times.
Nuevos incrementos en las tasas de interés determinados por la Reserva Federal estadounidense y lo que pueda ocurrir en materia arancelaria entre EE.UU. y China a partir de marzo, podrían agravar la sensación de riesgo para los mercados en 2019.
Brasil y México. De los procesos electorales acaecidos en el año que se va, surgen como grandes interrogantes las futuras gestiones del izquierdista Andrés López Obrador(AMLO), en México y del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil.
Es insólito que 55 millones de brasileños otorguen el triunfo en las urnas a quien se ha manifestado de manera tan atrabiliaria y esencialmente antidemocrática. Pero ese justificado desencanto con la democracia –más allá de que un escenario fue el de la campaña electoral, y otro el que se verifique a partir del primero de enero en el gigante latinoamericano- se veía venir. Dos años atrás se había verificado el hundimiento del Partido de los Trabajadores (PT), del ex presidente Lula da Silva y de su sucesora Dilma Rousseff. El partido gobernante durante 13 años, en los que sistematizó la corrupción, perdió casi dos tercios de sus alcaldías, con su mayor golpe en San Pablo, mientras que la formación conservadora del presidente Michel Temer (PMDB) fue la que más alcaldías ganó.
En Brasil, según la consultora estratégica FTI Consulting, el 67% de la ciudadanía considera la inseguridad el principal problema del país, seguida de la corrupción (52%). Esa medición ubica también a México incluso con guarismos más altos, en la misma percepción.
Bolsonaro anuncia una propuesta liberal en lo económico, un perfil social conservador y la aspiración de reducir el tamaño del estado. Para ello buscará el apoyo de sectores más que de partidos, pues estos no necesariamente le aseguran mayorías legislativas de antemano.
AMLO, quien fue jefe de Gobierno (alcalde) de la capital de país, de 2000 a 2005, por el contrario, cuenta con mayorías en ambas cámaras legislativas, pero no obstante apeló en octubre a una consulta ciudadana para definir la interrupción de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México cuyas obras estaban avanzadas. En un electorado de 90 millones —56.6 votaron en las elecciones de julio—, hubo solamente un millón de ciudadanos que decidieron sobre el punto y el proyecto quedó trunco. Como señal de acercamiento a China estaría dispuesto a que Pekín construya el “Tren Maya” que conectaría el Pacífico con el Golfo de México, un proyecto que China acaricia desde hace tiempo y que se frustró cuando se diluyó la construcción de un segundo canal del istmo centroamericano previsto en Nicaragua. El 89,9% de las 946.081 personas que respondieron a la consulta realizada el último fin de semana de noviembre, votó por la construcción del ferrocarril.
La diabetes democrática, como lo ha bautizado Latinobarómetro, prosigue su labor silenciosa en más de un país. Por ejemplo, Bolivia, donde el presidente Evo Morales persiste en ser reelecto pese a que un referéndum ciudadano le dijo que no.
Eso favorece el más de lo mismo en que quedó la sucesión cubana tras la sustitución de Raúl Castro. Sobre una transición cubana no hay que esperar nada por ahora. Al contrario, el presidente designado se arrima a los gobiernos autoritarios como China, Irán y Rusia, fortaleciendo una deriva antidemocrática.