Tras seis meses desde el inicio del estallido social el pasado 28 de abril, el equipo del Comité de Mediación de Cali anotó un gran logro para la sociedad caleña: alcaldía, empresarios, Naciones Unidas, arquidiócesis, medios de comunicación y jóvenes de la Unión de Resistencias de Cali, todos sentados conversando en un espacio de diálogo público y abierto, por primera vez televisado y transmitido en redes sociales. Este fue el evento “Cali, 200 días después del 28A”, convocado para evaluar los avances, balances y logros en los que se ha avanzado desde el Paro Nacional, que visibilizó la profunda crisis social de las últimas décadas. El objetivo primordial del evento fue el reconocimiento y la mirada hacia el futuro.
Al evento llegó el alcalde Jorge Iván Ospina quien tomó asiento y atenta nota a las intervenciones. Sus secretarios de Paz, Desarrollo Económico y Seguridad ya se encontraban en el recinto del Centro Cultural -antiguo FES-, cuyo aforo máximo se completó antes de que empezara el primer panel de diálogo.
Para hablar del balance, logros y desafíos de las acciones desarrolladas desde el estallido social, intervinieron 7 representantes de diferentes sectores.
El primer panelista en hablar fue el más joven de todos. Se trató del estudiante de once grado, Juan José Guerrero, integrante de la Comisión de concertación y decisión de la plataforma juvenil de Cali, quien empezó reconociendo el rompimiento de la lógica militarista para tratar el disenso social, que se expresa inevitablemente en entornos de protesta. “Logramos avanzar en caminos de diálogo” dijo, agregando que hoy se reconocen actores que llevan tiempo en disputa, buscando ser reconocidos en Cali. “Los jóvenes que estuvieron en los puntos de resistencia son los protagonistas de esa disputa que día a día se les ha negado participar en política, pero en general de participar en las decisiones que les involucra”. ¿Cómo empezamos a quebrantar paradigmas en el distrito de Cali, en el país y en el mundo? Según dijo, en Cali el estallido social contribuyó en el avance del reconocimiento de los causales de violencia desde los marcos personales y familiares que terminan definiendo el comportamiento social de la ciudad en momentos de dificultad. “El Paro Nacional nos permitió reconocer cuál es la relación de nuestros problemas con lo estructural y saber que factores estructurales pueden afectar de manera definitiva el marco personal de una persona en condiciones de vulnerabilidad. El Paro Nacional es una oportunidad para aspirar a un cambio sustancial, concluyó.
Le siguió en la palabra Martha Elena Giraldo, presidenta Unión Ciudadanas por Colombia, quien reconoció los aportes positivos del estallido social. Según dijo, dicho contexto de adversidad posibilitó conectar capacidades y voluntades ciudadanas que nunca se habían interesado por los temas de Cali. “Hubo mucha gente que despertó”. La empatía superó la insatisfacción de las mayorías al no poder desplazarse por los bloqueos. El rol de las mujeres, además, fue clave para sensibilizar la importancia de acompañar a los jóvenes y sus causas, al ser estos la única garantía del futuro nacional. “Como mujeres, lo dimos todo, como siempre. No fuimos primera línea, estuvimos en todas las líneas, acompañando a los hijos, las hijas”. Según dijo, Cali pudo transformar a mejor pues se logró trascender algunas inequidades de la ciudad.
Por parte de la iglesia católica el padre Dagoberto Cárdenas, una de las voces de reconciliación más fuertes entre los sectores sociales enfrentados durante el Paro Nacional, tomó la palabra. Según dijo, por como se desenvolvieron las circunstancias, se desdibujó el tradicional triunfalismo que mucho reduce la capacidad de escucha en una sociedad como la colombiana. Y, por ende, aprendimos a escuchar más, desde todos los sectores sociales, crecimos en la capacidad de reconocernos y construir juntos. “Toda acción será inútil si no parte de esa escucha y esa escucha solamente se da en el territorio”. Y el territorio se pudo conocer más a fondo a raíz del estallido social. “Todos tenemos algo que perder cuando no queremos perder”.
En representación de la alcaldía, el secretario de Paz, Danis Rentería, uno de los principales encargados de liderar las mesas de diálogo con los puntos de resistencia, fue el encargado de hablar. Sus palabras se enfocaron en reconocer el dolor por las vidas perdidas en el marco del paro nacional, tanto de civiles como de fuerza pública, igualmente invaluables. Según Rentería, la postura de diálogo asumida por la administración local y desde su secretaría, fue la forma correcta de afrontar la crisis resaltando dos hitos: la creación de la comisión de esclarecimiento de la verdad durante la protesta social y el decreto que le dio reconocimiento a la vocería de la URC, instancia que aglomeró las vocerías de los 25 puntos de resistencia desde los cuales se redactó el plan de inclusión y emergencia social. Con dicho plan, según precisó, se posibilitó la distribución de 128 mil de raciones alimentarias en los puntos de bloqueos, además de la vinculación de más de 450 jóvenes de dichos puntos en la alcaldía, con los que actualmente se adelantan planes de pedagogías de paz en sus respectivos barrios y territorios.
El cuarto panelista fue Jarlinson Pantano, exciclista y empresario caleño cuyos negocios fueron afectados por el vandalismo durante las movilizaciones en el marco del Paro Nacional en Cali, tanto en noviembre de 2019 como en abril de 2021. Pantano empezó diciendo que dicho espacio de diálogo era necesario. Él, quien al principio estuvo de acuerdo con el Paro muy a pesar de haber sufrido económicamente por este, reconoce la falta de equidad. Sin embargo, se refirió a la injusticia estigmatización que los empresarios caleños han sufrido en el marco de la movilización y la inoperancia de la justicia para hacer valer sus derechos. A Pantano, por haber denunciado a 6 hombres que vandalizaron su tienda lo tildaron de torturador de jóvenes con panfletos que fueron distribuidos alrededor del campus de la Universidad del Valle. Lo amenazaron a él y a su familia. “Por obrar bien, salí perdiendo yo”. Su intervención cerró con una invitación a crear ciudad colectivamente.
Representando al sector empresarial en dicho panel, habló Gustavo Muñoz presidente del Grupo Multisectorial que aglomera alrededor de 300 empresarios de diferentes sectores. “¿Por qué nos matamos?” empezó cuestionando Muñoz, al reconocer que en Colombia los muertos se volvieron una estadística, muy a pesar de que cada una de estas significa el final de un mundo entero, una familia entera. Muñoz enumeró los espacios en que el sector empresarial se reunió con jóvenes de resistencias en alrededor de 10 puntos en Cali y el Valle del Cauca. De estos, quedaron aprendizajes en la capacidad de escucha y la construcción de confianza. “Entendimos que esto es una falta de oportunidades, que los jóvenes no quieren que les regalen nada; que estamos diseñando soluciones creyendo en lo que necesitan y no con ellos”. Como conclusión, Muñoz reafirmó que hay brechas sociales que cerrar. “Estando abiertos al diálogo no podemos tener miedo a que esto se estalle otra vez”. Tenemos la responsabilidad de escucharnos y de generar progreso sin violencia.
Finalmente, las palabras de cierre del primer panel le correspondieron a Angiemar Morales, vocera de la URC de Metro Resistencia, quien empezó reconociendo la diversidad social entre cada uno de los puntos de resistencia y la convergencia que hubo entre estos debido, entre otros factores, a la participación de la Minga indígena en Cali. A partir de la indignación que levantó espontáneamente los bloqueos en la ciudad, se trazaron sentires colectivos que crearon unión en medio de la adversidad. Gracias a la lucha social, se descubrió el valor de la dignidad y el sentido de comunidad que muy dormido ha permanecido en una sociedad ampliamente dividida. El respeto a la vida como valor fundamental no desconoce las externalidades al ejercer medios de expresión en sectores sociales históricamente no escuchados. Desde la URC no se legitiman las pérdidas económicas y materiales, pero un banco quemado o una pared rayada, no puede ser más importante que la pérdida de la vida de un compañero o compañera en cualquier proceso. “¿Quién nos devuelve a nuestros compañeros muertos?” Y la reconciliación siempre será posible mientras haya esclarecimiento de la verdad. “Necesitamos saber qué sucedió con los atentados de Ciudad Jardín, qué pasó con el caso Éxito, qué pasó con el caso Portada, qué pasó con la matanza en Siloé, quién dio la orden. ¿Cuántos vidrios rotos valen la pérdida humana de un ser querido?”. Su intervención fue sostenidamente aplaudida.
Las conclusiones fueron claras: el diálogo es imperativo y debe ser permanente, que la unión es factor transformador y el conflicto es una causa de mejoramiento. Al conflicto no hay que temerle, sino es a la violencia que hay que evitarla a toda costa.
Antes de comenzar el segundo panel, tomó la palabra Laura Guerrero, madre de Nicolás Guerrero, uno de los jóvenes asesinados en el estallido social cuya muerte no ha sido del todo esclarecida. En un mensaje de reflexión, Guerrero llamó la atención a las autoridades pues las investigaciones no avanzan, que no hay resultados para los padres “pero si hay capturas del otro lado”. La impotencia, el dolor, la salud mental y la rabia de los padres de quienes perdieron a sus seres queridos durante el Paro Nacional, han unificado colectivos de familiares afectados. “Quitarle la vida a alguien es demasiado miserable para dejarlo en el olvido y quien tenga un mínimo grado de responsabilidad, debe de asumirla”. La solución para la no repetición no es más pie de fuerza, sino de atención integral a los contextos vulnerables que abundan en Cali. Antes de terminar su intervención, Laura saludó a los familiares de los miembros de la fuerza pública muertos durante el estallido social.
El segundo panel del evento giró en torno a una pregunta ¿Cuáles considera son los principales retos de ciudad, para consolidar el proceso social e institucional que se está desarrollando en el corto, mediano y largo plazo? En dicho espacio participaron otros 7 panelistas, entre los que estaban el alcalde Ospina y el arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve.
Fernando Otoya, un reconocido empresario caleño del sector tecnológico abrió el diálogo. La polarización, según dijo, nos ha hecho demasiado daño y es el principal reto. Unirnos debe ser el norte, a través de una visión colectiva, de un propósito que Cali no ha tenido. “Llegan los gobiernos y hacen lo suyo, pero no tenemos los caleños una visión a mediano, largo plazo”. Cali tiene una gran oportunidad de unirse alrededor de la educación, un pacto de ciudad que trascienda los gobiernos de turno. Donde la diversidad se una y potencie la cultura, principal fuerte de la ciudad y los caleños.
Le siguió el turno a Richard Piedrahita, vocero del punto de resistencia La Luna y miembro de la URC quien destacó la voluntad y necesidad de articulación con las instituciones y los sectores privados. Hay que apostar por una visión conjunta. No se puede seguir estigmatizando a la protesta social ni a las personas que acuden a esta como legítimo medio de expresión. Es necesario que todos los insumos que resulten de los diálogos entre sectores se escalen a políticas públicas, deben trascender a espacios de interlocución. Además, hizo un llamado a detener la persecución judicial en contra de los líderes del Paro Nacional. Según dijo, continúan los allanamientos ilegales, capturas y detenciones después de 200 días de las movilizaciones. Además, resaltó el pronunciamiento de la oficina de Derechos Humanos de la CIDH en Washington sobre los incumplimientos del gobierno colombiano a las recomendaciones hechas desde dicha instancia en su visita a Colombia el pasado mes de junio.
En representación de las organizaciones sociales, Luisa Fernanda Carmona del Colectivo Cali Distrito que Renace, tomó la palabra. Cali es diversa, étnica y sufre de una crisis de representatividad. Cali está ávida de movimiento social, pero falta robustecer sus bases organizativas bajo banderas colectivas, que resuelvan inequidades en los barrios. Se necesita una visión compartida para la ciudad, que también es capital del pacifico colombiano y que vele por la protección de los nuevos liderazgos emergentes. Es urgente una política pública de derechos humanos que no desconozca ni deje por fuera el criterio de la CIDH. ¿Dónde están los desaparecidos?
El reto es construir una visión compartida, tener un propósito común, un consenso. El Paro Nacional trajo a colación la discusión colonial, cuando se derriba la estatua de Sebastián de Belalcázar; trae el debate de la tierra, cuando los indígenas fueron baleados en el sur de la ciudad, trae la importancia del cambio climático cuando todos los parques se llenan de huertas comunitarias; trae a colación la importancia en la diversidad, cuando nuevos liderazgos sociales emergen. “Lo que hemos tenido con el estallido social fue una manifestación sublime de nuevos lenguajes en el territorio. Es la representación legítima de satisfacer necesidades distintas en una sociedad que no ha leído suficientemente a su pueblo” dijo el alcalde Jorge Iván Ospina al cerrar su primera intervención en el evento.
Finalmente, en representación del sector ambiental, Fernando Patiño de la Fundación de Río Vivo sostuvo que el Paro Nacional dejó en evidencia la poca independencia alimentaria que tiene Cali como ciudad. Según dijo, la capital del Valle produce apenas el 1% de los insumos alimenticios necesarios para mantener a la ciudad pues así quedó comprobado debido a los efectos de los bloqueos entre abril y junio del 2021. Se debe acatar una propuesta de redistribución de la tierra rural dentro del área metropolitana caleña.
A pesar de que no se abarcó en materia técnica los avances de los acuerdos suscritos entre la administración municipal y las mesas de la Unión de Resistencias de Cali, quedó una sensación de sintonía entre los sectores asistentes a este evento. Cada uno desde sus esquinas, se logró reafirmar un interés colectivo por salir adelante como ciudad y sociedad caleña.
Se sienta entonces un precedente fuerte de unión, dialogo y solución, base fundamental para el Acuerdo por Cali, una propuesta a la sociedad caleña y a sus estamentos políticos, empresariales, académicos y comunitarios, a medios de comunicación y a los gobiernos local, regional y nacional a trabajar conjuntamente en la resolución de esos problemas gruesos que la explosión social le sacó en cara a la sucursal del cielo.
Esta es la transmisión completa del evento:
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