Era 20 de junio de 1985 hace 39 años, un día silencioso, en todo caso agitado, un día con ese indeciso sol bogotano entre picante y gris. Fue la jornada del paro cívico nacional que movilizó a trabajadores, campesinos y organizaciones, cuando ya la administración de Belisario Betancur mostraba todos los síntomas de fracaso lleno de promesas rotas y cuando todavía se sentía el eco del represivo y sin duda criminal del Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala, su antecesor.
Recuerdo hasta como olía y sonaba el aire de aquel día. No es para menos. Siendo casi un niño con una compañera incluso menor, nacía mi primera hija y tras el corte del cordón umbilical todo se percibía como la alucinación emocionada en un salón de espejos.
Entre los que me movía no creíamos ni una sílaba de las promesas de Belisario Betancur, así es que con la vibración por aquella vida que a partir de ese momento se abría camino, también el paro cívico fue una carta fuerte que muchos exaltamos entonces contra un gobierno que cargaba distintas mentiras y se hacía el loco ante excesos de los militares.
El paro cívico fue una carta fuerte que muchos exaltamos entonces contra un gobierno que cargaba distintas mentiras y se hacía el loco ante excesos de los militares
El 85 fue del otro lado un año dramático, sobre todo cuando llegó noviembre. El holocausto del Palacio de Justicia, la avalancha sobre Armero y la toma del barrio Siloé en Cali por el ejército. Colombia llegaba entonces apenas a los 30 millones de habitantes y todo era confuso desde una especie de poder militar casi dictatorial, un narcotráfico que se apoderaba del ADN nacional e insurgencias que en aquel momento todavía eran emocionalmente utópicas y ajenas a la bestialidad actual.
Creo inclusive que fue ese año cuando cayó preso el hoy presidente Gustavo Petro entonces militante del M-19, a quien en esa circularidad paradójica de la historia hoy se le pone de frente un chorizo de protestas y radicalismos tanto o más enmarañado que el de aquellos tiempos. Los paros cívicos de 1977, 1981 y el de aquel extraordinario 20 de junio en 1985 fueron, cómo no, los antecedentes de movilización civil si se quiere iniciáticos del paro continuo y del estallido social que se encendieron con potencia más adelante en Colombia durante el gobierno de Iván Duque y que en grado significativo propiciaron la elección del propio Petro.
En el fondo así es esto que nos pasa: siempre una reconstrucción; un salón de espejos donde uno mira hacia adelante y tiene que comprender desde atrás.
