Los viejos dirigentes de la partidocracia nacional, hoy por fuera del gobierno, andan presurosos en la tarea de limar sus tradicionales asperezas y llegar con sus bancadas unidas al Congreso este 20 de julio.
En consideración a su disparatada concepción de la política, su propósito no es otro que el de cerrarle al gobierno de Petro toda posibilidad de que les limite el disfrute del más mínimo de los muchos privilegios de que hasta hoy han gozado y, de paso, impedir que el pueblo reconozca en el mandatario y su bancada, el Pacto Histórico, a sus auténticos representantes, capaces de garantizarles mejoras en sus condiciones de vida.
Cuánto nos gustaría que las castas dirigentes tradicionales del Tolima tuvieran preocupaciones similares, pero no; tenerlas sería el producto de tener que hacerles frente a candidatos a Gobernación, alcaldías, Asamblea y concejos que fueran claramente opuestos a sus intereses y pudieran comprometer sus hegemonías.
Desafortunadamente, no son esas sus inquietudes. Tales castas saben que tienen al frente a un Pacto Histórico sumido en la mayor confusión de que se haya tenido noticia en el departamento, no obstante que nacionalmente ha dado pasos tan enormes como el de haber conquistado el solio de Bolívar.
Este es el momento, por ejemplo, en que el Pacto todavía no tiene una posibilidad clara de llegar a las elecciones octubre con un candidato a la Alcaldía que aglutine a todas las fuerzas alternativas.
El único salido de sus toldas, el insufriblemente sectario Marco Emilio Hincapié, ha perdido influencia por el efecto dominó de un escándalo judicial que compromete a su padre. El otro, el verde Renzo García, tal vez el mejor de cuantos candidatos hay, ha estado pellizcándole militancia al Pacto, con lo cual aspira a ganarle una consulta al tercer candidato, el liberal Camilo Delgado. Hasta el presente, parece imposible lograr la unidad en torno a uno de ellos.
En lo que sí hay una altísima posibilidad es en llegar a la elección de gobernador en alianza con el candidato del partido Liberal, Mauricio Jaramillo Martínez, que muy poca diferencia ofrece respecto de las viejas formas de hacer política.
Ah, pero una posibilidad mayor -con la cual quedaría demostrado que al marrano sí lo pueden capar dos veces- es la de llevar en el tarjetón de Asamblea a una candidata prestada por Cambio Radical, la ya conocida Sandra Salazar Martínez, a quien, además, se le concedería el doble privilegio de ser cabeza de lista en una lista cerrada.
Y cerrando lo anterior, lo peor es que todo tiene una probabilidad del ciento por ciento de ser lo que finalmente ocurra.