Analicemos un tanto, un tris, algo ─de bohemio poeta y columnista loco, todos tenemos un poco─, respecto a dos titulares recién aparecidos hace contados días, el 9 de marzo de este 2023, en Las2orillas:
El movimiento LGBTI corona con un alto cargo en el gobierno de Petro.
Escogidos por Francia Márquez, 3 pesos pesados afro empacan maleta rumbo a África.
¿Qué tanto importa si la fulana, el fulano o “le fulane” es de X grupo sexual, de piel color Y, o presenta una característica física Z? Entre otras cosas eso de “afro”, como prefijo de africano, está equivocado de medio a medio en lo referente a designar a los amigos raza negra o morena. En África también hay mestizos, cobrizos, blancos, amarillos, etc. Luego lo correcto puede ser «moreno», así, a secas. Este criterio está sustentado con lógica objetiva y el comedido respeto. Creo.
Otra cosa en cuanto a los que van a África, ¿por qué tres hombres? ¿Por qué no, al menos, una mujer u “otre” LGBTI, de cualquier tipo de epidermis, en el nombramiento de funcionarios en el continente negro?
Demos lata, por tanto, con esto de las razas. Porque al que no quiere caldo, se le dan dos tazas.
En el censo general de población de 2018 en nuestro país, el 6,68% de la población se autoidentificó como morenos (“afrocolombianos”, “raizales” o “palenqueros”, según el glosario del DANE), el 4,31% como avialígenas (originales del continente Aviayala; “indígenas”, según el susodicho glosario), y el 0,01% como gitana. El resto somos los mestizos, blancos y amarillos.
Presidente excelentísimo de nuestra sacra patria República de Colombia es el blanco o mestizo claro Gustavo Petro (le endoso el color de piel porque en eso estamos). Blancos son, cosa muy probable, la mayoría de la oligarquía criolla descendientes de europeos españoles, italianos ─precisamente como el Presidente─, franceses, ingleses, doichos, neerlandeses, etc. También son albugíneos la mayoría de los congresistas, los gobernadores, los alcaldes, los diputados, los concejales y quizás la mayoría de los directivos de las entidades públicas y gerentes de empresas privadas. Puede que sean mestizos con predominio claro.
Vaya uno a saber si hay cobrizos, negros o amarillos en una alta rama de los frondosos árboles genealógicos de Claudia López, Daniel Quintero, Jorge Ospina o Jaime Pumarejo, por solo nombrar a los alcaldes de las principales ciudades del país.
Resulta que la gran mayoría de quienes residimos por estos lares somos mestizos. Por mestizo se entiende todo aquel no es puro en su raza. Basta que tengas un abuelo o incluso bisabuelo de un tinte distinto para que te metamos en el saco, porque en este cabe la gran mayoría democrática de nosotros.
He hecho énfasis en lo anterior porque creo que los medios deben ir dejando de lado los titulares noticiosos con tales caracterizaciones.
Gustavo Petro no está ahí por ser esto o lo otro. Está en el solio de Bolívar porque 11.291.986 de compatriotas votamos por él. Aunque cabe reconocer que cumple condiciones “históricas” para serlo: ser masculino y… tirando a blanco.
Todos los presidentes han sido hombres.
Nunca ha habido una Presidente, ¡qué machismo! O Presidenta, palabra del lenguaje feminista también aceptada por la RAE. Por ahí hay una que otra que se pela y trasnocha por ser la primera: María Cabal, Verónica Alcocer, Francia Márquez, Paloma Valencia, Paola Holguín y una larga etceterrajera, que podría incluir a Shakira Mebarak, La Toti Vergara, Amparo Grisales, Adriana Lucía, Karol Yi… Pongo estas famosas de la farándula porque tienen más fans que muchos políticos (cabe recordar que Zelensky es un actor que se lanzó a la presidencia de Ucrania y ganó, aunque solo manda en medio país y como va, ni en la casa). Todos los presidentes han sido blancos o mestizos, excepto el baranoero Juan José Nieto, que lo fue entre el 25 de enero y el 18 de julio de 1861. Por décadas no figuró en la galería de expresidentes de la Casa de Nariño. Por racismo: era zambo, moreno o a lo mejor mestizo tipo piel atiborrada de melanina.
Volviendo a lo de los titulares del inicio, lo correcto pudo haber sido:
Charlotte Schneider corona con un alto cargo en el gobierno de Petro.
Es el nombre de la señora. Y…
Palanqueados por Francia Márquez, 3 pesos pesados empacan maleta rumbo a África.
¿Importa el sexo, la piel, la miopía o vista 20/20, el tener o no tener cabello, ser “bonito” o “feo” (la estética es de gustos, y entre gustos no hay disgustos), gordo o flaco, viejo o joven, vara-de-premios o chaparro, normal o especial, nacional o extranjero, el portar pirsin o no, llevar de tatuajes o no?
Así que evitemos posibles titulares como:
El calvo Carlos Antonio Vélez sigue de criticón, peleando hasta con su propia sombra. O…
El gafólogo cuatro ojos Alejandro Gaviria salió del Ministerio de Educación como Ricaurte en San Mateo. O…
La carepiedra María Urrutia firmó contratos a manos llenas antes de salir de la cartera. ¿Se llenó la cartera? O…
La ojiclara de la ministra de Agricultura es bajita, como su desempeño. O…
La anciana ex ministra de Cultura armó obra teatral contra Petro. O…
El gordo Iván Gallo la coge contra Bogotá, ahora dizque la capital debe ser Barranquilla.
Son titulares indebidos. Dejemos quietas las discriminaciones relativas. Te juro por la pata del cura que los anteriores “titulares” te los presento con el único propósito de poner ejemplos. Ofrezco disculpas de antemano si se molesta alguien sensiblero, susceptible o sentimental.
Compañero periodista amarillista (no tiene nada que ver con chinos o nipones), deja de “espectacularizar” los artículos a costa de extremismos discriminatorios o similares. Hay formas sutiles de titular. Cranéatelas.