Han pasado 198 años desde que la Batalla de Boyacá selló la independencia de Colombia del yugo español y con ella se sentaron las bases para la creación de una de las instituciones más prestigiosas y respetadas de Colombia; el Ejército Nacional.
Desde la Batalla de Boyacá, aquel 7 de agosto de 1819, hasta la actualidad, el Ejército Nacional de Colombia ha estado a la altura de las exigencias de una nación multicultural, multiétnica y ahora Multimisión, para responder con vehemencia a los designios que imponen los retos del presente y del futuro.
Faltando tan solo dos años para cumplirse el bicentenario de la creación del Ejército Nacional de Colombia, la Fuerza terrestre de Colombia está lista para adentrarse en el terreno de su transformación de cara al futuro para mantener una Colombia en paz, al servicio de las futuras generaciones de colombianos.
La memoria histórica
El Mayor general (R) José Roberto Ibáñez Sánchez, en su relato sobre las efemérides que llevaron a la creación del Ejército Nacional de Colombia cuenta en detalle los pormenores de esta gesta histórica:
Simón Bolívar volvió su mirada hacia la Nueva Granada, guarnecida por la Tercera División realista con solo 3000 efectivos, y al mando del coronel José María Barreiro. En la mañana del 7 de agosto de 1819, mientras Barreiro pretendía desde la aldea de Motavita recuperar su línea de comunicaciones con Santafé, el general Simón Bolívar descubrió sus intenciones, y pudo sorprenderlo en el Puente de Boyacá, para así definir la suerte de la República en ciernes.
Hasta este sitio se movieron los dos Ejércitos. El patriota reconfortado físicamente, mejor abastecido, bien municionado, con elevada moral y pleno conocimiento y deseo de encontrar al enemigo y enfrentarlo para derrotarlo. El realista sin mayores arrestos para el combate, sin esperar encontrar a su enemigo y menos enfrentarlo; pensaba más en llegar a Santafé.
Esta Batalla, a pesar de haber sido un combate de encuentro, estuvo decidida de antemano cuando el Ejército Libertador pudo sorprender y dislocar al realista, que después de escasas dos horas de combate, ante la huida de su caballería tuvo que rendirse completamente a su adversario, como lo reflejan los resultados: 13 muertos y 53 heridos patriotas y un centenar de bajas realistas y más de 1600 prisioneros.
La victoria conseguida selló de manera gloriosa la campaña libertadora de la Nueva Granada con consecuencias políticas, económicas y militares que trascendieron al continente suramericano y a Europa, tal como lo afirmó el propio general Pablo Morillo: «Bolívar en un solo día acaba con el fruto de cinco años de campaña, y en una sola batalla reconquista lo que las tropas del rey ganaron en muchos combates».
La consecuente huida del virrey Sámano de Santafé permitió la ocupación y el inicio del gobierno republicano. La Nueva Granada, bajo la encomiable actividad administrativa del general Santander, se convirtió en fuente humana, material y moral para alimentar la guerra de independencia del resto del país y del continente suramericano. De esta forma las batallas de Carabobo, Bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho fueron consecuencia directa de esta gloriosa acción.
Hasta el propio Ejército peninsular que se preparaba bajo el auspicio de la «Santa Alianza» para aplastar a los patriotas americanos en una segunda expedición, en enero de 1820, notificado por la victoria patriota del Puente de Boyacá, se alzó contra el absolutismo del rey Fernando VII en Arcos de la Frontera, y lo obligó transitoriamente a someterse a la Constitución de Cádiz de 1812.
El Ejército Nacional de hoy, en memoria de esta inmortal Batalla, digno legatario del entonces Ejército Libertador, celebra sus efemérides, y consciente de su glorioso pasado mantiene vivo el espíritu de sacrificio y amor por la libertad.