Las cárceles de Perú están atestadas pero Alberto Fujimori, el último dictador del Perú, paga su condena en espacio de 800 metros cuadrados sin celdas, con un amplio estudio para pintar, y una biblioteca de mil volúmenes en donde pasa sus horas de tedio. La habitación donde duerme es de 15 metros cuadrados, posee una cama ortopédica y televisión con Direct TV y su plan completo. Tiene cocina propia y una sala de visitas de 30 metros cuadrados para atender a los que van a saludarlo. El Fujimorismo, a pesar de los episodios de corrupción que lo convirtieron en uno de los movimientos más cuestionados y aborrecidos del continente, está más vivo que nunca en el país de los Incas, hasta el punto que Keiko, su hija, estuvo a punto de ganar las elecciones en las que la victoria fue para el profesor Pedro Castillo.
Entre el 2011 y el 2015 el gobierno peruano gastó, por año, 107 mil dólares para mantenerla. Esta cifra subió en el 2020 cuando llegaron a pagar 172 mil dólares por su mantenimiento. Los gastos van por cuenta de lo que necesita el expresidente para mantener su salud, que incluye turnos constantes de enfermeras que trabajan por ocho horas al día para cuidar a un hombre que a los 83 años ya tiene diversas complicaciones. Según el Instituto Nacional de Prisiones en las cárceles del país hay, por cada empleado de cárceles, nueve presos. Para Fujimori hay veinte trabajadores a su disposición pagados por el pueblo peruano.
Entre el personal de salud se destacan la disponibilidad de nueve médicos casi que uno por semana. A pesar de las críticas ningún presidente se ha atrevido a poner en una cárcel común al expresidente. Una de las razones es que sus abogados y su familia temen que pueda pasarle algo debido a las emociones que aún despierta entre sus paisanos.
Fujimori, envuelto en un escándalo de proporciones colosales, fue condenado a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad. Con la edad que tiene es bastante improbable que pueda salir con vida de su condena. La prisión donde paga su pena Fujimori está ubicada en el Ate en Lima, famoso por sus excavaciones arqueológicas.
Esta es la celda:
