Entre los muchos cambios en la vida diaria que esta época de coronavirus y cuarentenas ha traído en el mundo, la mayoría de gobiernos –por razones que ya no es necesario explicar- ha optado por prohibir las reuniones con afluencia masiva de personas (unos prohíben reuniones de más de 10, otros de más de 20, otros de más de 50, otros de más de 100, etc.). Las iglesias católicas y protestantes (mal llamadas “cristianas”) han debido ajustarse a la normatividad y por ello estos días han debido suprimir misas y cultos públicos, y están optando por otros modos de reunión como los que ofrece el mundo virtual. Ya no solo los colegios y universidades deben ofrecer educación virtual, sino que las iglesias han debido migrar también a las liturgias virtuales. A mi modo de ver, esta modificación de los cultos católicos y protestantes, tiene varias ventajas:
1) El sacerdote católico o el pastor protestante (según la variedad protestante), puede consagrar pan y vino a distancia de modo que la gente podría comulgar con el propio pan y vino que tenga en su casa. De hecho, en la historia eclesiástica se aprende que en la antigüedad, eran los fieles quienes llevaban el pan y vino desde sus casas hasta los lugares de reunión, no como hoy. Comulgando con el pan y el vino de cada fiel, se recobraría una bella costumbre antigua hoy desaparecida.
2) Como producto de lo anterior, las iglesias ahorrarían pues ya no deberían comprar hostias, pan o vino para ofrecer a los comulgantes.
3) Es improbable que Dios se moleste por el detalle menor de que misas y cultos se realicen virtualmente y no presencialmente (si un Dios se molestara por un detalle tan insignificante, la verdad es que resultaría muy infantil y nada práctico).
4) A Dios igual se le puede dar gracias presencial o virtualmente, rodeado de gente o en soledad.
5) En estos tiempos, el recoger el diezmo o limosna no tiene que hacerse obligatoriamente de modo presencial, para ello hay alternativas virtuales y electrónicas.
6) Las iglesias católicas y protestantes ya no necesitarían templos grandes como los de hoy, perfectamente un oficio religioso del futuro puede ser ofrecido por un sacerdote o pastor en un cuarto con buena conexión a internet y por fuera le pueden seguir cientos o miles de personas cada una desde su casa.
7) Como efecto de lo anterior, las iglesias católicas y protestantes ahorrarían muchísimo desde el punto de vista económico, no necesitarían un sitio físico permanente con los consiguientes gastos de agua, energía y otros servicios, en vez de eso, podrían hacerlo desde un cuarto pequeño sin todos los egresos que acarrea un espacio grande. Asimismo, se mejoraría la eficiencia de cada sacerdote o pastor, hoy de modo presencial ellos apenas atienden un centenar de personas por sesión, de modo virtual podrían atender cualquier número superior a ese, miles y miles.
8) Los cultos virtuales serían una buena alternativa en continentes donde ya no se consiguen o escasean tanto los párrocos presenciales, como sucede en Europa.
9) Cualquier coro musical presencial puede ser sustituido hoy por un excelente equipo de sonido con las canciones precisas en los momentos precisos.
10) Con estrategias virtuales, las iglesias católica y protestante podrían paliar mejor la falta de vocaciones para sacerdotes y pastores, un solo sacerdote sería más eficiente en términos de atención a fieles de lo que es hoy, se necesitarían menos obispos, arzobispos y cardenales, la estructura administrativa de las iglesias se vería fuertemente transformada.
11) El rito de darse la mano para la paz ya no es practicado en algunas iglesias del mundo y hacia el futuro, si hay más pandemias, es factible que entre en extinción. Darse la mano espiritualmente por medios virtuales es perfectamente factible.
12) Por supuesto, en la comunión, sería cada feligrés quien determinaría si puede o no consumir el pan y el vino consagrados, pero eso es igual que hoy cuando los feligreses que asisten al templo estando en pecado mortal, se abstienen de hacerlo.
13) Una ventaja tal vez frívola pero que vale la pena considerar: misas y cultos virtuales serían más atractivos para los niños y adolescentes que están inmersos en el océano de internet.
14) En la iglesia católica existe la “misa seca” que es una misa que se realiza sin consagración ni comunión, la “misa virtual” perfectamente podría asimilarse a la antigua misa seca católica.
15) Esta época de cuarentena y coronavirus, si las Iglesias Católica y Protestante saben aprovecharla, bien puede ser el punto de partida para una remodelación de la liturgia cristiana que está haciendo falta. Si los católicos y protestantes saben emplear esta coyuntura, sus iglesias pueden encontrar una renovación única, no deberían desperdiciar la oportunidad.