En Colombia se desarrolla un intenso debate político que tiene como referente el proceso electoral de este año 2022. Este debate político busca la elección de un nuevo Congreso (Cámara y Senado) y las consultas presidenciales.
Este proceso eleccionario está fechado para el próximo 13 de marzo lo que nos pone de frente a las presidenciales del 29 de mayo. Esta disputa electoral, sin lugar a dudas ha dejado en evidencia la decadencia de una clase política hegemónica que se debate en una profunda crisis.
Sin propuesta creíbles que alivien las penurias económicas y sociales del pueblo colombiano después de décadas de un modelo neoliberal y además con un espíritu guerrerista inagotable. Y un concubinato perenne con el narcotráfico.
El gran pensador del folklor vallenato, Hernando Marín, describió con claridad a este país, cuando en una de sus grandes canciones, La dama guajira, expresaba:
“Colombia es un pulpo desaforado
con un millón de pescado en tiempo de subienda
y parece un caballo desbocado
con un jinete malo, sin quien lo detenga”.
El panorama de Colombia no es nada fácil: posee una deuda externa que llega al 53 % del PIB del país y asciende a unos 167 221 millones de dólares (Banco de la República).
Por otro lado, la situación de hambre es delicada en Colombia, pues organismos especializados en este tema han destacado que “teniendo en cuenta los datos de pobreza monetaria-más de 21 millones de colombianos no pueden alimentarse adecuadamente” (Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia, Abaco).
En el periodo de enero a agosto de 2021, las compras externas de productos agropecuarios, alimentos y bebidas llegaron a los 5.582.400 de dólares y aumentaron 20,9 %, en comparación con el mismo periodo de 2020 (DANE).
Colombia, un país de vocación agrícola importa más de 12 millones de toneladas de comida (Organización ambientalista Greenpeace). Este panorama nos advierte que el modelo neoliberal enterró todas las posibilidades de prosperidad y desarrollo del campo colombiano.
Significa entonces, que es inaplazable la búsqueda de un gobierno que nos brinde la mayor suma de felicidad posible y que ponga como un elemento reivindicativo el Estado Social de Derecho, que no los han escamoteado desde el 1991, y, además, necesitamos con urgencia “cambiar la guerra por paz y amor” (Hernando Marín).
Apoyaré la lista del partido de los Comunes al Senado de la República, en el departamento de La Guajira respaldaré la lista del Pacto Histórico a la Cámara de Representantes y a Gustavo Petro en la consulta presidencial. El respaldo democrático al partido de los Comunes es el reconocimiento a una organización que está dispuesta a luchar por la paz, pero no a matar por la paz, que está dispuesta a luchar por la vida sin asesinar la vida.
En Colombia esto tiene un costo y es la vida misma y con este movimiento ha quedado demostrado, que es así: en lo corrido del 2022 van seis firmantes de los acuerdos asesinados y 305 desde la firma de los acuerdos; a esto se le llama exterminio físico.
Los asesinan porque utilizan un arma muy eficaz y es la palabra, ahora los odian con más saña. ¿Quiénes? Aquellos que se deleitan con la muerte, los que quieren continuar la guerra, la clase política fascista. Aquellos que han perpetrados 19 masacres en 2022 y han exterminado a 1319 líderes desde la firma de paz.
Hoy recordamos a Carlos Pizarro con aquella inmortal frase: “Ofrecemos algo elemental, simple y sencillo, que la vida no sea asesinada en primavera”. Cómo olvidar a Bernardo Jaramillo cuando expresó: “Porque Colombia es un sueño de todos” o a Óscar William Calvo: “El pueblo puede restituir su poder soberano…solo el pueblo como soberano puede reconquistar para sí ese poder” o a Jorge Eliecer Gaitán: “Esta avalancha humana: libra una batalla, librará una batalla; vencerá a la oligarquía liberal y aplastará a la oligarquía conservadora".
Esta lucha no ha sido desde ahora, ha sido desde siempre.
