Conocido de sobra el desastre de país que deja el gobierno de Iván Duque, es más que una obligación hacer todos los esfuerzos democráticos para impedir que alguien del Equipo por Colombia (todos arropados con la misma cobija duque/uribista) gane las elecciones.
Así las cosas, el escenario deseable es que la segunda vuelta con Petro la dispute y gane un candidato de la Coalición Centro Esperanza. Allí hay personas con enormes virtudes y cualidades indiscutibles e inobjetables: la razón de Robledo, la valentía de Juan Manuel, las luchas sociales de Carlos Amaya y las libertades individuales que defiende Alejandro Gaviria.
Pero, si no queremos repetir la película, hay que votar el 13 de marzo por Sergio Fajardo, por su decencia, porque no tiene alianzas con los jefes de los partidos clientelistas y porque tiene un gran equipo. Las demás candidaturas del centro jugarán un papel fundamental en consolidar este proyecto y en lograr resultados exitosos en primera vuelta.
La segunda vuelta con Fajardo deberá sumar a personas honestas y capaces de liderar políticas públicas en pro de empleos de calidad, crecimiento, equidad, educación, bienestar, sostenibilidad ambiental, justicia y seguridad, sin importar su pasado partidista. Eso sí, sin acuerdos con los ex jefes de gobierno que han provocado los problemas que arrastramos.
Quienes estamos en el centro político lo hacemos para distanciarnos de los discursos y acciones radicales y de odio. Estos tienen como objetivo ya sea mantener el estatus quo de corrupción, ineficiencia y atraso, o en cambio desconocer por completo que hay unas bases sobre las cuales construir, sin empezar de cero.
El 13 de marzo, solo ese día, ni uno antes ni uno después, tenemos la única oportunidad para que la Coalición Centro Esperanza -con Fajardo como candidato- siga construyendo un proyecto mejor para las mayorías.
