Mi primera experiencia con el ciberbullyng fue hace algunos meses cuando publiqué en un evento que vendía unas boletas y que si querían más información me contactaran por inbox. Alejandro Arcos, un desconocido, me respondió en un comentario: “¿Por qué por inbox? ¿Acaso vende su virginidad? Deje tanta bobada”. Además de ser injustificadamente agresivo estaba asumiendo que la virginidad es un bien que venden las mujeres y que tienen que venderlo en privado. Le expliqué esto en un comentario y él me volvió a atacar, se refirió mi virginidad como un complejo y me dijo que yo tenía síndrome x. Me escribió además por interno que “le diera vulva a mi novio que estaba desesperado por no tener donde meterla”.
Yo no le volví a contestar nada pero el episodio me afectó, me sentía vulnerada y quería hacer algo. Cuando lo denuncié en Facebook me respondieron que no consideraban que Arcos estuviera infringiendo las “normas comunitarias” de Facebook, me agradecieron por el feedback y me reiteraron su deseo de que Facebook siguiera siendo “un entorno seguro y acogedor para todos”. Pensé en poner una denuncia en la Fiscalía pero varias personas que sabían del tema me recomendaron no hacerlo, pues seguramente me iban a decir que no ameritaba para una denuncia penal y que así me la aceptaran no valía la pena el desgaste y la inversión del proceso para unos resultados podían ser frustrantes. Así fue que me di cuenta que no podía hacer nada, que estamos totalmente desprotegidos en las redes sociales. Algunos me dijeron que lo mejor que podía hacer era no ponerle atención a esas cosas y otros hasta insinuaron que yo me lo había buscado por ponerme a publicar en páginas abiertas. Me sentí impotente, vulnerable y sola.
La semana pasada en el grupo “Chompos y cursos ásperos Uniandes” publicaron un meme que decía “cosas que me quiero comer” encima de una foto de Carolina Sanín, de unas papás fritas, de una pizza y de una Nutella. Cuando Carolina criticó en su muro la imagen y a los estudiantes de los Andes empezaron a subir al grupo más memes en su contra. El peor de todos era uno en el que salía su cara con un ojo morado y tenía el título: “cuando el heteropatriarcado te pone en tu lugar”. La imagen no solo estaba incitando a la violencia física sino que por sí sola era un acto de violencia. ¿A las mujeres se les pone en su lugar golpeándolas? y ¿Cuál es el lugar de las mujeres? La cocina y no las letras, supongo.
El lunes llegué a la universidad con un ojo pintado para hacer parte de una manifestación que habían convocado unas estudiantes a raíz de lo sucedido con Carolina. La idea era protestar en contra de todo tipo de violencia de género. Lo que no me esperaba era ver a algunos miembros y administradores de Chompos en la protesta. Llegaron disfrazados, según ellos gratuitamente, con pistolas y bates de plástico a defender su posición. Sus argumentos eran débiles. Se basaban sobre todo en la libertad de expresión y en el humor negro.
Lo que no parecen entender los seguidores y administradores de Chompos es que la libertad de expresión tiene límites. La libertad de expresión no es el derecho a ser clasistas, misóginos, homofóbicos y racistas, no es el derecho a ir en contra de la integridad de otros, no es el derecho a agredir, amenazar y discriminar a las minorías, no es el derecho a ser violentos. Algunos defienden el grupo diciendo que son solo chistes, que ellos no piensan así en serio. Sin embargo, ningún chiste es solo un chiste, todos reflejan un pensamiento, una idea. Hay que tomarse en serio todo lo que uno dice, inclusive los chistes. Se equivocan al separar el humor del pensamiento, la vida virtual de la vida real, los actos de las palabras. Decir algo racista, así sea en chiste, es ser racista, decir algo machista, así sea en chiste, es ser machista, decir algo homofóbico, así sea en chiste, es ser homofóbico. El humor también puede ser inteligente. El humor no tiene que ser un culto a la estupidez. Ay, se quejan algunos, entonces eso significaría que no se puede hacer chistes sobre pastusos y pues sí, eso es lo que estamos diciendo: no se debería hacer chistes sobre pastusos. Ay, se quejan otros, eso significaría que tendrían que cancelar Sábados felices y pues sí, hace rato debieron haberlo cancelado.
Según una de las administradoras del grupo, el humor negro es reírse de algo que uno no debería reírse, yo me estoy riendo, dice ella, “de lo estúpida que estoy siendo al decir ese tipo de cosas”. Me pregunto porque en vez reírse de lo estúpidos que son no se cuestionan y tratan de corregir su propia estupidez. Además en los memes que suben es claro que no se están riendo de ellos mismos sino de los otros. El humor negro cuestiona las situaciones sociales y los estereotipos, Chompos lo que hace es reafirmarlos. Lo que están haciendo no es humor negro y, así lo fuera, este no justifica la violencia y la injustica. Se puede hacer humor negro de mejor calidad sin cometer actos violentos. Solo basta con ver lo que hacía Jaime Garzón y lo que hace Amy Shumer.
Los de Chompos creen, como Trump, que están diciendo lo que todos piensan y nadie se atreve a decir, que los criticamos porque están siendo políticamente incorrectos. Sin embargo, esto no se trata de corrección política, no se trata de decir afrodescendientes en vez de negros, países en vía de desarrollo en vez de países subdesarrollados o personas humildes en vez de pobres, se trata de no decir que a las mujeres se les ponen en su lugar golpeándolas, de no insinuar que alguna raza es inferior a otra, de no normalizar la violencia. Los chistes racistas, clasistas y sexistas no están mal porque ofenden a la gente sino porque están basados en estereotipos incorrectos e injustos. Si así es como piensan los que los hacen entonces tienen que revisar sus pensamientos y sus prejuicios.
Apenas se acabó la protesta ya habían subido memes machistas y homofóbicos con nuestras fotos: “acabemos con la flor”, “lo que necesitan es verga”, “hay que dejarles el otro ojo morado”, “si se suicidan hacemos más memes”. La W le ofreció al grupo un espacio para discutir pero ellos lo rechazaron. Es evidente que ellos ganan en memes pero no en argumentos. A mi hermana la amenazaron con sacarla del grupo por reaccionar con emoticones bravos a sus post y a mí me sacaron por escribir en mi muro un post apoyando a Carolina. Este grupo se defiende con el argumento de la libertad de expresión y luego bloquean a todos los que están en desacuerdo con ellos. Qué más se puede esperar de los que tratan a las mujeres como cosas, como objetos inanimados, ellos no quieren que hablemos, mucho menos que les llevemos la contraria. Lo que más me impresiona es la cantidad de mujeres que apoya ese grupo y que se siente orgullosas de aparecen en una imagen que diga: cosas que me quiero comer. Esta mañana una mujer subió uno con un letrero que decía : “no he de protestar porque yo sí la se mamar #nomásfeminismo” ¿Es en serio? Lo que están haciendo en esa página es probar nuestro punto y demostrar lo necesario que es todavía el feminismo.
Y ustedes sigan creyendo que todo es humor negro, que todo se justifica con la libertad de expresión, que está bien hacer chistes sobre negros, sobre pastusos, sobre mujeres, judíos y homosexuales, sigan orgullosos de su ignorancia, sigan creyendo que nosotros somos los violentos por alzar la voz, sigan escondiéndose detrás de sus máscaras y de las redes sociales, que nosotras seguiremos dando la cara y haciéndonos responsables de lo que decimos. Si esta es la generación de los memes y de la pereza moral yo no quiero ser parte de esta generación. Es, como dijo un amigo ,el reinado de la estupidez y yo no me había dado cuenta, hasta que ganó el NO en el plebiscito y vi a tanta gente defendiendo Chompos, de lo peligrosa que podía ser la estupidez.