Era lo que le faltaba a este pobre país, tener que lidiar al mismo tiempo con dos figuras políticas muy complicadas. Tanto al expresidente hoy senador Álvaro Uribe Vélez, como al actual vicepresidente Germán Vargas Lleras se les reconoce como dos personajes muy eficientes, muy comprometidos con lo que ellos consideran que es lo mejor para Colombia. Y este punto, que es innegable, les da mucha fuerza ante la opinión pública porque la ineficiencia y la falta de carácter, son deficiencias permanentes de muchos políticos y supuestos líderes colombianos. Esa es una de las virtudes que comparten.
Pero con lo que sucedió anteriormente con Cambio Radical, cuando fue el partido que más miembros perdió por paramilitarismo, y el escándalo actual por avales inconvenientes para las elecciones de octubre, se identifica un grave problema común a estos dos personajes: su infinita capacidad de rodearse de gente de dudosa ortografía, o paramilitares o corruptos o con individuos que unen las dos características. Obviamente no son los únicos jefes políticos que miran solo los votos, pero en el caso de estos dos personajes su incapacidad de rechazar malas compañías es cada vez más evidente. Es decir, son fieles representantes de la vieja política, esa que tiene a este país en la que está. La diferencia entre los dos es que Germán Vagas Lleras es el más joven de esa escuela política que tantas implicaciones a tenido en la vida de los colombianos.
De nuevo, ¿será que Vargas Lleras nos cree idiotas? Este último episodio es inconcebible. Que el es el dueño de Cambio Radical es innegable y, que como Uribe, todos sabemos nada se mueve a su alrededor que el no apruebe. Por consiguiente: su partido le ha dado el aval a dos personajes muy complicados en La Guajira y en Antioquia, lo cual demuestra que Vargas Lleras le está apostando es a los votos para lograr que su candidatura a la Presidencia en 2018 sea exitosa, y poco le importa que personajes como estos hagan de las suyas en sus respectivos departamentos. ¿No suena como igual a la famosa frase del entonces presidente Uribe cuando dijo en el Congreso, palabras mas palabras menos 'voten rapidito antes de que se vayan a la cárcel'? Ética, transparencia, no están en su agenda.
Pero hay mucho más. Con la renuncia de Carlos Fernando Galán ha quedado en evidencia que Vargas Lleras —así se haga el loco— a la hora de escoger prefiere al clan Char frente a los Galán, porque fueron Alex y Arturo Char quienes le dieron el aval para su candidatura a la gobernación de La Guajira nada menos que a Oneida Pinto, que viene de las filas de uno de los políticos más cuestionados del Caribe y actualmente preso por toda clase de delitos, Kiko Gómez. Pésima señal porque hay dos mensajes nada implícitos. Primero, que Vargas Lleras con tal de asegurar su llegada a la Presidencia en 2018 es capaz de apoyarse con todo lo perverso de esa política colombiana. Segundo, para él la plata de los Char y su poder político está por encima de cualquier consideración. La mezcla de poder político y poder económico, o sea los empresarios de la política —figura que pronto explotará en el país— no le quita el sueño. Como no trasnochó a Uribe cuando sus hijos se convirtieron en los primeros representantes de esa nueva categoría.
Son demasiadas coincidencias entre Uribe y Vargas Lleras y, para completar, parece que existen acercamientos entre los dos. Por consiguiente, para ser realistas es un escenario cercano que el nuevo Uribe sea Vargas Lleras, y si se llegan a unir, como se dice popularmente: "Que Dios nos coja confesados".
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