A la Guajira le está llegando, pero con todas las fuerzas la famosa y maldita actividad extractivista que el Gobierno Central ha querido imponer en el país como modelo económico, vendiendo la idea de que “todo es sostenible”. Primero se nos impone la minería a cielo abierto, con la explotación del carbón, actividad esta que ha desplazado la producción agropecuaria. Seguidamente han venido apoyando el establecimiento de monocultivos como la palma africana, el banano entre otros, desconociendo los efectos adversos y las dañinas consecuencias que estos generan en la biodiversidad y en los suelos. Se pretende explotar yacimientos no convencionales con el fracking y en los actuales momentos se nos avecina la explotación petrolera y de gas en el mar. Esto se ha fraguado mediante la flexibilización de la normatividad del gobierno, profundizando los conflictos socioambientales, y la permanente protesta de las comunidades.
Con el anuncio del Gobierno Nacional de que ahora “el futuro del petróleo está en el mar”, confirma una avanzada extractivista al frente de nuestras costas Guajiras, la cual fue iniciada en el 2010 y ampliada en el 2014 a través de nuevas concesiones de exploración y explotación a empresas nacionales y multinacionales. Gran parte de las áreas continentales aptas para la producción agropecuaria han sido inutilizadas por las secuelas de la explotación del carbón y aspiran poner la fresa en el ponqué con las explotaciones de gas y petróleo en las Costas Guajira. Como quien dice al que no le gusta el caldo, le dan dos tasas. Se propusieron acabar con el sector agropecuario y lo hicieron y ahora se proponen acabar con el sector pesquero del Departamento. La pregunta es: cuál será el futuro del sector agropecuario y pesquero del Departamento? Al revisar algunas informaciones de la Asociación Nacional de Hidrocarburos (ANH) sobre exploraciones en el Departamento se encontró que se han venido realizando labores sísmicas 2D en el Caribe colombiano, para conocer las características geológicas del subsuelo y la historia evolutiva de la cuenca. La sísmica 2D es una actividad que produce considerables impactos ambientales en sedimentos marinos, en la calidad del agua, en peces en general, aves y otro tipo de fauna marina como ballenas, tortugas y delfines, entre otros, ampliamente estudiados y referenciados en diversos lugares del mundo.
La ANH autoriza realizar sísmica en el área de la Reserva de la Biosfera o de cualquier otro lugar con más de 1.500 y 5.000 m de profundidad, sin licenciamiento ambiental, y para rematar sin Consulta Previa, ya que en su interpretación de soberanía nacional este es un “asunto de Estado”. El Gobierno establece que el mar no es un territorio que garantiza la sobrevivencia a las comunidades, y el territorio insular y marítimo no le pertenece a la comunidad raizal ni indígena. En ese sentido se excluye también la relación del mar como parte del territorio ancestral, que los pobladores, pescadores tradicionales han reclamado. Es importante reflexionar sobre la catástrofe ocurrida en 2010, sobre el derrame de petróleo de la plataforma de la BP en Estados Unidos, que afectó la costa de Luisiana, un estado con todas las características de una economía de enclave. Desde entonces entre los estados de EEUU, Luisiana es un estado con menor expectativa de vida, el segundo con mayor mortalidad infantil, el cuarto en criminalidad y el segundo más pobre del país.
El caso concreto es que en el Departamento de la Guajira se viene explotando el carbón a cielo abierto desde hace tres décadas y el desarrollo ha sido esquivo, al contrario han muerto de hambre y sed innumerables niños wayuu por desnutrición, sin visibilizar los niños y adultos afrodescendientes que también han muerto por las mismas circunstancias. Claro está que Colombia es un país sin suficiente investigación científica marina, por la cual quiere seguir experimentando lo que la comunidad científica mundial ha rechazado. En nada se ha tenido en cuenta el principio de precaución y el derecho de los colombianos, sobre todo aquellas comunidades de pescadores de la Alta (Uribia y Manaure) y media (Riohacha, Dibulla y Palomino) Guajira que se verán afectadas por la explotación de gas y petróleo en sus costas. Las nefastas consecuencias de derrames petroleros en el mar del Norte, el golfo de México, el mar Caspio y Brasil obligan a pensar en lo que se nos avecina. Experiencias funestas como cuando ardía una plataforma petrolera de la multinacional State Oil Company de Azerbaiyán en el mar caspio en 2015, que dejó como consecuencia 29 trabajadores muertos. O la catástrofe en el 2008 de la plataforma petrolera de la Bristish Petroleum (BP), de la central Azeri con una fuga de gas. O el accidente en el Golfo de México de la Bristish Petroleum (BP), la multinacional que quiere experimentar en nuestras costas del caribe, además de los accidentes ocurridos en el delta de Níger (Shell), en la Amazonia ecuatoriana (Chevron-Texaco), y en la zona costera de Alaska (Exxon Valdez).
