¿Puede que las I.A. no solo vayan detrás de nuestros trabajos?

¿Puede que las I.A. no solo vayan detrás de nuestros trabajos?

La guerra hombre-máquina se libró hace mucho y no nos invitaron. Lejos de ser como lo mostró el cine, las máquinas simplemente se hicieron desear...

Por: Juan Fernández
junio 17, 2024
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¿Puede que las I.A. no solo vayan detrás de nuestros trabajos?

La guerra entre el hombre y la máquina se libró hace mucho tiempo, y no nos invitaron. Lejos de ser como nos lo mostró el cine de los 80´s con Terminator, o Matrix en la llegada del milenio; las máquinas no tuvieron que ponernos un arma en la cabeza, simplemente se hicieron desear, ¿han visto las filas que se hacen días anteriores para obtener el último iPhone? Sí, un <Yo teléfono>. Años más tarde, todos teníamos en la mano un celular inteligente, luego llegaron las redes sociales y en un abrir y cerrar de ojos ya no diferenciamos lo real de lo generado por alguna app de I.A. Hasta hubo casos de suplantación de identidad (deep fakes) que le dieron la vuelta al mundo, como el caso de Keanu Revees (Neo en la saga de Matrix), Mark Zuckerberg (creador de Facebook) y hasta el mismo Papa Francisco. 

Así como en la revolución industrial los Luditas (corrientes de resistencia contra las máquinas industriales) se plantaron al rededor de fábricas para no ser remplazado por piñones y grasa, hoy los neo-luditas, están tramando formas para que el impacto de las I.A. no deje a más de medio mundo sin empleo. No en vano aplicaciones como ChatGPT 4 están buscando más sinergia con el hombre, reduciendo la brecha de singularidad hombre-máquina, tras dotar al algoritmo la posibilidad de dialogar en tiempo real con el usuario, al mejor estilo de la película HER, magistralmente actuada por Joaquin Phoenix y dirigida por Spike Jonze. Los call centers, el coach espiritual, astrólogos de redes, periodistas que sindican contenido, e incluso los programadores informáticos, hoy pueden perder su puesto por un algoritmo, incluso ya existen novias generadas por I.A.

Aunque hoy no parecemos ser esclavos de las máquinas, puede que su estrategia sea hacernos creer que tenemos el control de ellas. Para el historiador israelí Yuval Noah Harari, en su libro “Homo Deus”,  el hombre siempre ha comparado el funcionamiento de la tecnología emergente con la máquina de carbono que es el hombre, si bien antes se exploraba la mecánica del cuerpo (músculos y energía), hoy día en la era digital se explora el algoritmo biológico detrás del genoma humano. Es ahí donde Harari nos advierte del riesgo que corremos de terminar obedeciendo a otros algoritmos, no de carbono, sino de plástico: la tiranía del dato, el “dataismo”. Una neo-religión que podría prometer la mejora del ser humano sin ir al paraíso.

La película no termina ahí, de los mismos creadores de ChatGPT 4, coming soon llega Worldcoin: un proyecto de moneda digital que pretende construir un mapa de la población mundial utilizando escaneos oculares. El control de estos datos biométricos son los que profetiza Harari, podrían ser el principio del fin. Imagina no ser aceptado en un trabajo por ser tendiente a la diabetes. Si bien la biotecnología podría hacer de la especie humana, una versión mejorada, no todos podrán acceder a ella, y su no democratización, sería la nueva manera de selección natural en estos tiempos posmodernos V4.0. o más.

Por su parte, el filósofo Byung-Chul Han en “No cosas” aborda cómo la digitalización y el consumismo están transformando nuestra percepción y relación con el mundo. La información digital (que satura y no cuenta) y los datos (que nos reducen a un número) están reemplazando a las cosas tangibles y materiales, lo que lleva a una desconexión con la realidad física y una pérdida de experiencias auténticas. Ya hace unos años para acá importa más la selfie que la memoria. Esto, según Han, genera un vacío existencial y una falta de sentido en la vida contemporánea, afectando nuestras relaciones y nuestra comprensión del mundo; un sistema que no desea que paremos de consumir.

Puede que la imagen grotesca de Neo saliendo de una pila de babasa fucsia con una aguja conectada a la cabeza no sea tampoco el futuro próximo de la relación del hombre con la máquina, pero al sistema de oferta y demanda le conviene perpetuar la conciencia humana, que es la que consume, impulsada por el deseo. Además de remplazar las commodities (cosas) por metadatos en simuladores, le saldría muy rentable a las corporaciones. Muy pronto veremos que a la salida de los centros comerciales ya no se venderá el plan de vacaciones, sino la que nueva promoción será el poder alojar la conciencia en un resort cinco estrellas ubicado en una computadora cuántica en Suiza. ¡Bienvenidos al transhumanismo!

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