Rex Tillerson, expresidente de la compañía ExxonMobil, puso el grito en el cielo cuando cerca a su casa comenzaron a instalar un gigantesco tanque de agua que suministraría el líquido a una multinacional que hace el mismo trabajo que lidera el magnate; la fracturación hidráulica del subsuelo para extraer más gas y más petróleo, es decir, el polémico fracking.
La torre de agua, propiedad de Cross Timbers Water Supply Corporation,"va a vender el agua a los exploradores de petróleo y gas por fracturación [sic] formaciones de esquisto que conducen al tráfico con los camiones pesados en FM 407, creando una molestia el ruido y los peligros del tráfico”, dice la demanda.
Tillerson ha defendido a capa y espada la modalidad el fraking y ha tratado de desvirtuar en varias oportunidades las demandas y los gritos de auxilio de las personas que se han visto afectadas no solo por el ruido que prodcue esta operación, que es lo menos, sino por el impacto ambiental de intervenir la tierra para extraer a como de lugar los últimos resquisios de petróleo. Sin embargo, como la casa de 5 millones de dólares que tiene Tillerson se está viendo afectada por el paso de camiones, el antiguo CEO de la Exxon, quien ganaba cerca de 40 millones de dólares al año, ahora si quería impedir este tipo de fracturaciones.