Se ha convertido en costumbre que cada tanto tiempo me entero de que un amigo o conocido deja Tuluá con el objetivo de salir a buscar nuevas alternativas de vida, perseguir sueños, encontrar una mejor oferta laborar, crecer como profesional o agobiado por la violencia de nunca acabar que azota al municipio, y para mi cada que alguien le dice adiós a Tuluá, es motivo de alegría.
Muchos me juzgaran de desagradecido, me dirán que no vuelva ni a visitar Tuluá, otros me recordaran a mi madre, pero no puedo negar mi satisfacción cuando el Corazón del Valle deja partir un hijo, y es que le perdí la fe a mi pueblo gracias a sus gobernantes y a algunos ciudadanos que dejaron que Tuluá se sumiera en el olvido, se estancara en el tiempo y terminaron acostumbrándose a ello.
Hasta hace muy poco me importaba cuanto se robaba el Alcalde a través de sus contratos, cuántos muertos lograba tapar el semanario del pueblo, la próxima estrategia para robarse las elecciones, que amigo o conocido del poder se quedó con el millonario contrato o las tibias estrategias para reducir la violencia en la ciudad, me dejo de importar porque note que nada pasaba, que ni el pueblo espabilaba, ni la justicia llegaba, que el que hablaba lo mataban y muerto se quedaba sin siquiera un gesto de agradecimiento por la denuncia o la gestión.
Ni que decir de las ofertas laborales que tiene el municipio, el que se atreve a crear su empresa o paga la cuota de extorción o cierra o lo asesinan, otros para lograr vivir aunque sea un poco parecido a los del poder sin un Audi pero al menos con una moto, tienen que comenzar a hacer parte del circulo vicioso que le pinte la Administración, firmar contratos por 5 millones y ganar 500 mil pesos y sin querer queriendo también terminan desfalcando a Tuluá. Los que logran acomodarse en cargos públicos pues le llega el amigo concejal a pedir la cuota mensual por ayudarle con el puesto.
Las oportunidades de estudio son para unos pocos, si bien el municipio cuenta con la UCEVA y la sede de la Universidad del Valle, la primera selecciona sus estudiantes de estrato 4 y 5 con sus precios y la segunda, cada vez son menos las alternativas de carreras profesionales que ofrece debido a la falta de gestión de quienes gobiernan Tuluá.
Los pocos que quieren realmente hacer algo por la ciudad, terminan como yo, cansados y defraudados de escuchar a la gran mayoría del pueblo quejarse por quienes les toco como gobernantes, pero en octubre estarán votando por el sucesor y dando las gracias por la caja de lechona, el tamal, los 20 mil pesos, o la promesa de trabajo que nunca llega.
Y así Tuluá se sigue quedando atrás, en vías, en educación, en empleo, se queda sin personas que realmente les duela la ciudad, se queda con resignados que no pasan del comentario en Facebook, que se acostumbran al sueldo que les ponen los del poder, que estudian lo que les toca en las escuelas de garaje, que como la misma Tuluá se van quedando en el olvido, se van estancando en el tiempo.
Es por todo ello que aplaudo a quien logra salir de la ciudad del centro del Valle sin acostumbrarse a su dinámica, pues afuera tendrá mil oportunidades, tal vez le sonreirá la vida, crecerá quizás como profesional y como persona, descubrirá el mundo lejos de la paralizada Tuluá.
Pero aun así seguiré visitando mi pueblo, porque deje mi familia, todavía me quedan unos cuantos amigos, y tengo algo de esperanza de que uno de esos tantos que ha salido de Tuluá, regrese con la suficiente fuerza para luchar una vez más por hacer latir de nuevo al Corazón del Valle.
