Para los Puinaves los tres cerros de Mavecure son sagrados. En el Pajarito, el más alto y redondo, se esconde la princesa Inirida. En el Mont, el mediano, los micos le dan malos augurios a los que navegan por el río. El Mavicure, el más pequeño y el único que se puede escalar, guarda los secretos del ñopo, la semilla de una flor que los chamanes pulverizan y aspiran para invocar a Virom-Yeje, el Dios de las piedras y a Yuum, el Dios de los animales, y de la Pusana, otra planta que sirve para atraer a la pareja y ligarla al matrimonio.
En la cumbre de ese cerro se filmó la escena más emblemática de El abrazo de la serpiente. Los 3600 Puinaves que ocupan los ocho resguardos que conforman su tierra, están indignados con la producción de la película ya que, según Uriel Aponte Cabria, presidente de la Asociación de autoridades tradicionales indígenas del pueblo Puinave, las imágenes se tomaron sin el consentimiento previo de las autoridades tradicionales violando la ley 21 de la Constitución Nacional, sobre la consulta previa, libre e informada a las comunidades donde va a tener afectación un proyecto.
Los Puinaves, como tantas otras etnias del Amazonas, consideran que su territorio es la vida misma. El corazón de su cultura palpita en la cima del cerro Mavicure y es por eso que Aponte Cabria quedó estupefacto cuando vio en el noticiero las imágenes en blanco y negro de su lugar sagrado. Al año son cientos los turistas que llegan a Puerto Inirida, se hospedan en el Hotel Tonino, el más popular de la ciudad, y desde allí se desplazan al resguardo de El Remanso, que queda al pie de los Cerros. Los Puinaves están convencidos que ese fue el recorrido que hizo El abrazo de la serpiente.
Cristina Gallego, productora del filme, creyó que era suficiente contar con el permiso de las comunidades de El venado y El remanso. Para los capitanes indígenas tenía que haber un consenso general de las ocho comunidades que conforman el extenso territorio Puinave.
La ofensa para ellos no termina allí. Los indígenas están indignados por la ligereza con la que abordó el tema de las plantas el filme. En los tres cerros se esconden plantas ancestrales con un fuerte poder medicinal. Sin embargo ninguna de ellas es alucinógena “Nosotros no somos una cultura del yagé ni del mambeo, no entiendo de dónde sacaron que en Mavicure hay una planta que lo pone a uno a soñar despierto. Si iban a tocar un tema sagrado la producción debió haber elaborado un protocolo, una guía”.
Los viejos que andan el camino ancestral al Mavicure tienen miedo que la gente de la película que estuvo en la cima del cerro se vaya a enfermar. Sin la protección que insuflan los rezos de los chamanes es bastante probable que el equipo de filmación sufra dolores de cabeza por culpa de un desbalance en su cuerpo producido al exponerse a la energía que irradia el cerro. No es un juego, cuando se encumbra la montaña casi siempre llueve, “es como si las nubes los bendijera” dice Uriel. Cuando Ciro Guerra en su escena final las nubes se quedaron estáticas, no llovió, el cielo se mantuvo abierto, como si desde atrás de su azul se escondiera la celosa mirada de los dioses.
Sin la bendición de los chamanes la película triunfó en Cannes, ha sido vista por 220 mil espectadores y fue nominada a los Oscar. Los Puinaves quieren, además de que reconozcan la imprudencia de no respetar las reglas sagradas de su territorio, que los incluyan en los créditos. “Si la película tiene la sapiencia indígena y el conocimiento ancestral que dice tener sabrán que los logros no se los puede llevar una sola persona sino que corresponden a un colectivo. Los cerros y nuestro territorio son protagonistas de la película y por lo tanto nosotros deberíamos ser mencionados en los créditos”. Uriel Aponte y su gente quieren al menos que el filme se proyecte en Guainía.
La producción ya llevó sus imágenes al Vaupés pero el pueblo Puinave no ha visto ni un solo minuto de la película más importante de la historia del cine colombiano. Ni siquiera el haber sido filmada en su territorio sagrado les ha dado ese derecho.