Esta carta se inspiró en la serie de tweets del ex presidente colombiano sobre el atentado al periodista Diego Gómez Valverde, director del Canal Universitario de Univalle.
Primero que todo, me permito informarle que Diego Gómez Valverde, el periodista, director del Canal Universitario que fue víctima de un atentando la noche del 19 de noviembre sigue con vida.
Hago referencia al nombre, profesión y cargo de mi colega porque para mi y los demás periodistas de Colombia, ni Diego Gómez Valverde ni los demás comunicadores asesinados son solamente una cifra. No son ese número que usted tan aireadamente pone en sus trinos para alabarse a usted mismo. No son un algo cuantitativo que sirve para hacer política como usted la hace, de esa manera enferma y ególatra.
Nuestros caídos no son una victoria para usted. No son sus mártires ni están dando su vida para que usted pueda ocupar un cargo público. No son argumentos para explicar su megalomanía.
Para usted o para la persona encargada de su cuenta de twitter, es muy fácil escribir en 140 caracteres que hay un periodista muerto (a veces hasta mintiendo como en el caso de Diego Gómez) y que en su gobierno no pasaba eso. Para nosotros es lo más complicado del mundo el solo hecho de recibir tal tipo de información, de tener que comunicarla a los demás, aún con el dolor de no saber el desenlace de la historia que escribimos en el computador mientras estamos llorando, como le pasó esa noche a mi compañera de la redacción nocturna, quien es amiga de Diego Gómez.
Esa forma suya de catapultar sus caprichos políticos utilizando la sangre, no solamente de periodistas, sino de todas las víctimas de la violencia en este país, es un acto tan repudiable y condenable como el mismo ataque sicarial que sufrió Diego Gómez Valverde.
No tiene que preocuparse por mi ideología política o de calificarme como idiota útil, solo soy un periodista que recién inicia su vida profesional al que no le gustaría convertirse en uno de sus mártires. No quiero llegar a ser un soldado más del ejercito de los caídos que tiene como función hacerlo quedar bien a usted.
La macabra forma de poner a su gobierno por encima de los otros me hace pensar que usted es un gran político pero un asco de ser humano. Para usted, el fin justifica los medios, solo que en esta caso, el fin no es hacer de Colombia un lugar mejor, sino satisfacer su peligrosa ambición de poder. Es usted un vampiro político que usa la sangre para hacerse más fuerte. Ahora entiendo qué significa ese rojo descolorido del logo de su partido.
Sinceramente, espero que no tenga suerte en sus objetivos políticos actuales o futuros. No merece la gloria que tanto anhela, si esa victoria es a expensas de ciudadanos que han perdido la vida. Espero que su política del baño de sangre termine en algún momento. Que usted mismo se de cuenta de todo los males que le hace y le ha hecho al país y deje de lado sus podridas ambiciones.
Lo malo es que aunque usted desista de sus método políticos, ya encontrará otra forma de hacernos sentir miedo y asco.
