Es triste ver cómo los maestros recibimos señalamientos por parte de los medios de comunicación y maltratos del Gobierno Nacional. Y aún así, la sociedad espera que nos quedemos callados. Estamos emberracados de que el Ministerio de Educación pretenda que Colombia sea la más educada, cuando su ministra y asesores en su vida han pasado por un salón de clases con niñas, niños y jóvenes que angustiosamente cargan con toda la problemática social de este país: familias disfuncionales, desnutrición, falta de oportunidades y con las secuelas de una guerra de más de 60 años. Estamos emputados de lo absurdo del Plan Nacional de Desarrollo “paz, equidad y educación” que desconoce que la mayoría de las instituciones educativas se caen a pedazos, que existen zonas en las que ni siquiera hay aulas de clase, y si las tienen, carecen de pupitres, en condiciones infrahumanas para educar, por ejemplo, con temperaturas que alcanzan los 40 grados centígrados, sin material didáctico, sin conectividad, incluso sin luz ni vías para llegar a la escuela. Y para que hablar de la alimentación escolar y la fiesta que se hace, en muchas regiones, con la poca plata que por transferencias le corresponden a la educación.
Estamos emputados porque después de un paro majestuoso en el que nos movilizamos los maestros de toda Colombia, con el apoyo de padres de familia y estudiantes, se logra un acuerdo -que se incumple y amaña- para establecer un nuevo modelo de evaluación para el ascenso. Para llegar a ello, hay que recordar que a los maestros que ingresamos desde el 2005 nos aplican cuatro evaluaciones: la de ingreso, periodo de prueba, la de desempeño anual y la de ascenso, en la que los estudios de maestría y doctorado no son válidos, ya que el gobierno destina un rubro del 20% para mejoras salariales que nos pone a competir para obtener 80 puntos. Emputados estamos por que este último aspecto se discutió y se acordó con el gobierno nacional, haciendo un modelo de evaluación que diera cuenta de la practica educativa y pedagógica desde el aula o desde las funciones correspondientes al cargo de orientador, coordinador o rector, acuerdo que ha sido desconocido y que niega el espíritu de un proceso evaluativo, equitativo y formativo.
Emputados estamos porque “Julito”, de la W, ridiculiza a los maestros diciendo “que hacemos pataleta para que nos suban la nota de la evaluación”. Le aclaro señor locutor, nuestra pelea no es para que nos suban punticos para pasar, sino por la burla y la tomada del pelo del Ministerio de Educación y el ICFES que discuten y elaboran con FECODE una propuesta de ascenso durante 10 meses y a la final, imponen, por decretos, su modelo educativo al gusto de la OCDE. Cómo no emputarse si hay enormes fallas del Ministerio de Educación que se comprometió a realizar las videograbaciones de más de 2.000 maestros de las zonas apartadas de difícil acceso u orden público y a estas alturas justifican que no lo pueden hacer y que miren cómo solucionan su problema haciendo registro de clase con un celular. Emputados por la ineficiencia del ICFES con una plataforma que nunca funciona, con unas encuestas que nunca llegaron, unos pares que no evalúan sino codifican y una autoevaluación que otro califica; lo peor, son tan descarados que sacan resultados a pesar de un sinfín de inconsistencias. Funestamente estos atropellos del gobierno borran el espíritu del acuerdo; la evaluación ya no es ni diagnóstica, ni formativa.
Emputados por la falta de ética de este gobierno que habla de los maestros como los héroes nacionales y nos tratan como menores de edad, desconociendo el trabajo que día a día hacemos con las futuras generaciones de este país. Este panorama minimiza la educación con los resultados de las pruebas externas en su trasnochado Índice Sintético de Calidad (ISCE) y su recetario de programas, como ser pilo paga, que niegan el derecho a la educación a la mayoría del pueblo colombiano. Emputados, al cuestionarnos en qué cabeza cabe que la educación, un bien común de la sociedad, se defina por decreto y con modelos mal copiados de Singapur, Brasil, Estados Unidos y Chile. Sin hablar de los problemas de salud, los pagos de las deudas, la financiación de la educación pública, el remedo de jornada única y otras problemáticas en los que el gobierno se hace de la vista gorda utilizando cortinas de humo para que no salgan a la luz pública.
¡Es triste ver que no se respete a los campesinos, a los trabajadores, a los indígenas, a los estudiantes, a los maestros; en esta situación, por lo menos déjenos el derecho de emputarnos y salir a PARO!