Los colombianos que nadie quiere en el exterior

Los colombianos que nadie quiere en el exterior

"Delincuentes colombianos" es una tendencia en los titulares de las noticias latinoamericanas

Por: Dario Hernandez
octubre 31, 2014
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Los colombianos que nadie quiere en el exterior
LADRONES COLOMBIANOS FUERON PRESENTADOS EN LA COMISARIA DE COTABAMBAS . LA CHICA DICEN QUE ES MENOR DE EDAD

Delincuentes colombianos, una de las nuevas tendencias en los titulares de las noticias de Latinoamérica e incluso en latitudes inimaginables para muchos. Hace algunos meses se trató este tema en los medios colombianos. El efecto perjudicial que puede producir en los residentes honestos en los países donde este fenómeno delictivo se está presentando puede ser devastador para la tranquilidad y el libre desarrollo de estas personas y la imposibilidad de quitarse ese estigma resulta ser todo un dolor de cabeza. México, Perú, Chile y Argentina, han sido las naciones más afectadas por bandas de ladrones de residencias, sicarios, narcotraficantes y sobre todo asaltantes de muchísimos calibres. Pero, ¿que tan honesto es el colombiano promedio que viaja a estudiar, trabajar o hacer turismo?

El fenómeno de buscar siempre el camino fácil, el ser el más ventajoso y el sacar “todo barato”, es ese mismo argumento soez y absurdo: “el colombiano no se vara”, o “somos echados pa´lante”, el que justifica que los colombianos en el exterior pasen por encima de los modos y las formas de convivencia, e incluso de la ley en otros países.

Argentina, uno de los países con mayor extensión de la América del sur, con una historia similar a la de las demás naciones, víctima de las dictaduras, corrupción y estigmatización de sus ciudadanos en otros países. Con una política migratoria de puertas abiertas y un avance histórico importantísimo en lo que a leyes laborales se refiere, es una sociedad abierta y con pocos complejos, que aunque es polarizada como todas las democracias latinoamericanas, aun se permite pensar de manera libre y lo más importante, una educación de calidad al alcance de todos sus ciudadanos. En este escenario la migración colombiana se ha dado con mayor auge desde hace 10 años para acá. Jóvenes que en su mayoría accede a la universidad privada, la cual en costos es mucho menor que en Colombia, en otros casos y con más tiempo y suerte, algunos acceden a establecimientos públicos de pre grado y pos grado. La mayoría es gente culta, con título o que se preocupa por estudiar.

Ahora bien, acceder a una vivienda alquilada es una de las primeras situaciones en que los residentes honestos comienzan a sufrir por causa de sus queridos compatriotas. Muchos dueños dicen sin ningún tipo de filtro: ”No le alquilo a colombianos”… Para la sorpresa de muchos, los colombianos que alquilan, casi siempre terminan siendo los peores vecinos e inquilinos que existen. Ha habido casos de denuncias por exceso de ruido, destrucción de la propiedad, abusos de confianza; (como por ejemplo meter 8 personas en un departamento para 3), riñas callejeras o en el domicilio. Ojo y esos son estudiantes y trabajadores, no delincuentes. Los elementos que acompañan este tipo de comportamientos en su mayoría son los mismos que han impedido a Colombia ser parte de la comunidad internacional con humildad. Este tipo de colombianos, critica y reniega de la ciudad, de los argentinos e hipócritamente agradece a la sociedad argentina mientras se enclaustra en su gueto y se impide a si mismo reconocerse más allá del sentido patriotero.

Siendo testigo de varias situaciones absurdas que generan vergüenza ajena, es notable lo manipuladores y ventajosos que somos como sociedad.

Un “cuentero de la línea de colectivos 152” que después de una narración idiota, hace un acto de víctima solicitando dinero para su subsistencia mientras reúne lo suficiente para regresar a Colombia. Ya lleva 2 años reuniendo plata para el tiquete de regreso, lo más irónico es que en muchas oportunidades personas en el mismo colectivo le han ofrecido trabajo y el tipo asienta y anota números y obviamente nunca va.

Así hay miles de historias que podríamos escuchar en este u otros artículos. Solo falta prender la televisión o buscar en internet, lo vergonzoso que fue ver a colombianos robando y causando estragos en el pasado mundial de fútbol en Brasil, o lo que a diario podemos observar en la ciudad de Buenos Aires, personas que no hacen fila, que no respetan turnos, que buscan la forma de tomar ventaja de cualquier situación para beneficio propio todos con su mochila terciada, su manillita tricolor y su actitud altanera. Eso para mí no difiere tanto de un narcotraficante, un ladrón callejero, un apartamentero, un fletero o un extorsionista. Todos tienen ese mismo condimento, un “gen del mal”.

Lo más irónico del asunto es que a pesar de todo esto, la gente buena y honesta sigue siendo mucha. Los nacidos en Colombia, que quieren adaptarse y hacer de su vida algo mejor, que son conscientes de que se fueron, son los mismos que hacen bien su trabajo, se caracterizan por sus buenos modales y su buena disposición, su profesionalismo al afrontar un trabajo y su gusto por progresar honestamente. Esos son los que terminan cambiando su nacionalidad o simplemente huyendo a ese estigma auto infundado. Alguna vez un taxista me pregunto de donde era. Yo le respondí “yo soy de aquí, porque aquí soy feliz, pero nací en Colombia”. Es ese mismo argumento es el que hizo que “nuestro Gabo” se quedara en México, o que Fernando Vallejo renunciara a su nacionalidad sin dejar de amar sus raíces y su pasado. Es la razón por la cual el mismo escritor recalca en todos sus libros: ¿Por qué es tan difícil cargar ese lastre histórico y de malas costumbres? Colombia es una mala madre y que nos educó mal, que hizo que sus hijos más preciados salieran despavoridos por el horror y la miseria moral en que los trajo al mundo.
En lo personal creo que tiene toda la razón.

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