Lo que debería aprender Nestor Morales de su conversación con el gobernador misak

Lo que debería aprender Nestor Morales de su conversación con el gobernador misak

"Ojalá que tras hablar con Pedro Velasco el periodista haya comprendido que hay una sociedad que no se siente identificada con la historia que su clase social promueve"

Por: Sergio Andrés Castro
abril 30, 2021
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Lo que debería aprender Nestor Morales de su conversación con el gobernador misak

El 28 de abril los colombianos nos levantamos con la noticia que inauguraría la jornada de protestas programada en contra de la reforma tributaria y el gobierno de Iván Duque. Miembros de la comunidad indígena misak derribaron la estatua de Sebastián de Belalcázar ubicada en el mirador turístico de la ciudad de Cali. La imagen resultó ser aterradora para algunos y motivadora para otros. Las opiniones se polarizaron entre quienes consideraron que fue un atentado a la cultura caleña y quienes celebraron el acto de reivindicación a la memoria histórica del pueblo misak.

Como era de esperarse, los medios de comunicación cubrieron la noticia rechazando el acto catalogado como “vandálico” y abogando por una posición conservadora y elitista del patrimonio cultural. Dentro de los múltiples reportajes periodísticos realizados del evento, resalta la entrevista de Néstor Morales, periodista de Blu radio, al gobernador Pedro Velasco, gobernador de la comunidad misak, en la que la conversación se sube de tono y el periodista termina ofuscado. Es precisamente esta entrevista la que quiero analizar en este momento.

Néstor Morales no puede ocultar, desde el principio de la entrevista, el desprecio que históricamente las élites criollas han construido sobre las comunidades indígenas del país y que lo lleva a asumir una posición soberbia y beligerante. Una posición que intenta disfrazar como neutral, pero que inteligentemente el gobernador indígena a lo largo de la entrevista va desenmascarando. Una de las primeras preguntas hechas por el periodista es: “¿No se plantearon en algún momento hacer las cosas buenas o entablar un diálogo civilizado?”. A lo que el gobernador responde que durante 500 años de historia la comunidad misak nunca ha recibido ese tal trato “civilizado”.

La pregunta de Néstor Morales nos recuerda que ese discurso civilizatorio por el cual legitimaron el genocidio de miles de indígenas en épocas coloniales aún sigue presente en la cabeza de algunos colombianos. Viene siendo hora, en pleno siglo XXI, de que el señor periodista entienda que si la conversación que él mismo propone se construye sobre la base de una supuesta superioridad cultural y de desprecio hacia el otro será un diálogo que fracasará antes de empezar. ¿Con qué derecho se cree el señor Néstor Morales de empezar una entrevista sugiriéndole a todo un movimiento social, que ha sido masacrado históricamente en pro de una “civilización”, una “manera civilizada” de hacer las cosas?

La entrevista continúa en esta posición, el tono y las palabras usadas. Luego, sigue la pregunta: “¿Qué otras acciones tienen planeadas hacer?”. El periodista quiere llegar a una estigmatización del movimiento indígena y su objetivo es influenciar el miedo en su audiencia hacia otras posibles acciones “salvajes”. Su estrategia argumentativa es peligrosa y al mismo tiempo muy fácil de detectar. Él quiere llegar a los estereotipos y mostrar un indígena salvaje, que ve la historia en un blanco y negro, y lleno de resentimiento e incapaz de dialogar; estereotipo que fácilmente puede usar para describir cualquier otro tipo de actor dentro del movimiento social que protagoniza el paro programado para ese día.

Su falacia argumentativa alcanza su punto culmen cuando pregunta: “¿Cuál es el problema que tienen ustedes con el resto del país? ¿Ustedes creen que nosotros los mestizos somos sus enemigos?”. La respuesta del gobernador fue brillante: “¿Usted cree que con hablar en una emisora está representando el país?”. El gobernador le recuerda que no hay ningún “nosotros” al que pueda apelar, pues él, siendo cuñado del mismo presidente, está hablando solo por una élite.

Los indígenas misak nos envían un mensaje simbólico contundente al resto del país. Si queremos construir un país en paz tenemos que revisar los símbolos con los que se construye una historia nacional. Si queremos construir la historia que nos identifique a todos como colombianos, debemos derribar aquellos símbolos que reproducen el dominio de una élite violenta sobre un grupo de población. Esperemos que Néstor Morales haya podido aprender que hay una nueva sociedad colombiana que no se siente identificada con la historia que su clase social promueve.

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