Teniendo en cuenta que esta semana celebramos otro 20 de julio, es pertinente escribir un texto acerca de la historia del país que vio nacer a la mayoría de las personas que a esta hora dirigen su mirada a un dispositivo electrónico y leen estas líneas. Personas que, seguramente, han sido víctimas en algún momento de sus vidas de los delitos que cometieron, cometen y cometerán algunos sujetos que nombro a continuación.
Colombia, como he dicho siempre, no se independizó hace poco más de dos siglos. Solamente se convirtió en una empresita privada conformada por millones de trabajadores, y gobernada por unas pocas familias que, cada tanto, rotan el puesto más importante que existe y al que aspiran todos los “honorables doctores” colombianos: el de presidente. Y es que cómo no van a querer todos ese puesto, si, sin necesidad de robar, un presidente se mete al bolsillo anualmente un total de 216 millones de pesos. Una suma que la mayoría de colombianos no se ganan ni juntando los salarios de tres vidas.
En las cunas de esos clanes es donde han dormido varios niños que, años más tarde, y ya transformados en adultos, pusieron su granito de arena para convertir a Colombia en un país cada minuto más indecente, ignorante, asesino, miserable, excluyente y desgraciado. Algo que, por supuesto, sabemos todos; no les estoy contando nada nuevo. La historia no se puede borrar, más allá de que a los colombianos no les interese conocerla. O bueno, al menos esta parte de la historia. No podemos olvidar que al colombiano promedio, como también sabemos todos, le importa más la historia de su club favorito de fútbol y no la del país que los emociona tanto cuando suena el himno nacional que escribió Rafael Núñez hacia fines del siglo XIX.
Una de las dinastías que más daño le ha hecho a Colombia es la de los Ospina, que ha tenido en el puesto más importante de la política colombiana a 3 de los miembros de su familia. El primero de ellos, Mariano Ospina Rodríguez, fue el fundador de uno de los carteles más peligrosos que ha conocido la historia de Colombia: el Partido Conservador; el segundo fue su hijo, Pedro Nel, un politiquero que se dedicó a crear ministerios a diestra y siniestra para darle trabajo a sus amiguitos; y el último de ellos fue el nieto de Mariano y sobrino de Pedro Nel, Luis Mariano Ospina Pérez, al que los colombianos borrachos no le perdonaron jamás que haya prohibido la venta de chicha, aduciendo que era una bebida que embrutecía a las masas. ¡Cómo lo íbamos a perdonar, si en Colombia tenemos que vivir borrachos o locos para no suicidarnos!
Pero esta no fue la única dinastía que hizo añicos al Colombia, por supuesto. Es imposible olvidar a los López que, llevando al poder a Alfonso padre e hijo, se convirtieron en una de las familias más poderosas del país. Algo similar a lo ocurrido con los Lleras que tuvieron al mando del barco llamado Colombia a dos de sus miembros más “honorables”: Alberto Lleras Camargo y Carlos Lleras Restrepo. Los Mosquera, por su parte, también se dieron el gustico de tener en la magistratura más importante del Estado a dos de su clan: Tomás Cipriano y Joaquín.
Pero las familias que, indudablemente, más miseria y muertos le han dado a Colombia son las de los Pastrana y los Santos. Misael Pastrana fue la persona que creó, durante su mandato presidencial que comprendió el periodo de 1970-1974, el UPAC. Y su hijo, el desgraciado de Andrés, fue el miserable que les regaló con un moño azul el país a los criminales de la guerrilla de las Farc. Eduardo Santos es, probablemente, uno de los tres politiqueros más grandes de la historia de un país en el que todavía le gente cree en el voto, más allá de que es una utopía pensar que existe un solo candidato decente para asumir el cargo de presidente cada cuatro años. Fue tan politiquero el tunjano que, luego de haber sido presidente, ayudó a formar el Frente Nacional, ese trueque perverso y vulgar de poder que existió en Colombia en el siglo XX. Y de Juan Manuel Santos, sobrino-nieto de Eduardo, creo que sobra hablar. Y eso que a Juan Manuel le quedan todavía por delante tres años más de mandato, para que siga sembrando miseria e inundando de sangre a toda Colombia.
En definitiva, y aunque algunos de ustedes hayan pensado que en este texto iban a aparecer apellidos como los Castaño, Rodríguez Orejuela, Rodríguez Gacha, Ochoa o Uribe, estas son las familias que han convertido a Colombia en lo que es hoy en día. Un país que les cierra la puerta a sus ciudadanos, los mata, los explota, los expulsa y los atraca. Y lo más desalentador del caso es que, claramente, en unos años la presidencia la va a tener el señor Germán Vargas Lleras.
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