La diferencia entre literatura y periodismo es que el periodismo es ilegible y la literatura no es leída
Oscar Wilde
En la búsqueda de un productor para En Blu Jeans, mi programa en Blu Radio, se me ocurrió publicar en una página de empleos para periodistas en Facebook la convocatoria. ¡En menos de una hora tenía reventado mi correo electrónico! Sabía que la población de colegas era grande, pero jamás me imaginé que la situación fuera tan absurdamente crítica.
Comencé a investigar cuál es el panorama actual de nuestra vilipendiada profesión y me encontré con que ya en 1997 había un diagnóstico de sobrepoblación de periodistas; de hecho, recuerdo que terminando la carrera, por allá en 1987, los exalumnos de mi facultad en la Universidad de La Sabana nos daban charlas diciendo que los medios ya estaban a tope. Sin importarnos las advertencias, nosotros ilusionados proyectábamos desde entonces nuestro futuro profesional.
Me encontré con veintiuna facultades de Comunicación Social–Periodismo solo en Bogotá, Bucaramanga, Medellín, Cali y Barranquilla. Y eso que apenas desde 1975, en Colombia el ejercicio del periodismo es reconocido por ley como actividad profesional.
Una reciente publicación de El Nuevo Siglo dice que en Colombia hay sobrepoblación de egresados y asegura que anualmente se gradúan de las universidades colombianas cerca de 4.500 comunicadores sociales y periodistas, pese a que el mercado laboral cada día es más escaso y competido. ¿Y para ubicarlos dónde, perdón?
Agrega el artículo que “a pesar de que el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) y la Asociación de Facultades de Comunicación Social (Afacom) califican el mercado de trabajo como pobre y en crisis, el número de jóvenes que optan por esta carrera no disminuye, a tal punto que se trata de una de las modalidades más rentables para muchas universidades del país”. Aquí hay que decir que somos los más rentables para las universidades, pero no para nosotros mismos y las facultades no dejan ver esa realidad; claramente no les conviene.
Ahora, cuando se está en proceso de selección para una vacante de periodismo con qué se encuentra uno. Con gente llena de ganas, de talento, pero muy mal preparada y eso no necesariamente es culpa de los estudiantes. En mi época un solo error de ortografía con Fernando Ávila, Mercedes Ochoa o Abelardo Londoño, mis profesores de redacción, era terrible y se veía reflejado en las calificaciones. Hoy las hojas de vida y las pruebas de ingreso de comunicadores sociales–periodistas están plagadas de esto y más.
Esto se basa no solo en el desinterés del estudiante, sino en los centros de educación, porque —como bien dice El Nuevo Siglo—, "no se está ofreciendo un grupo de docentes calificados y con experiencia en el ejercicio periodístico. Si bien tienen experiencia académica, hay poca experiencia en la profesión, comparado con otras facultades como Derecho y Medicina, en donde dictan los mejores abogados y los mejores médicos".
¡Nueve millones de pesos semestrales
para que su hijo salga a ganarse
algo más del mínimo en su primer trabajo!
A las facultades de Comunicación les asiste la responabilidad de contratar profesores sin nivel y mal pagos; no todos, pero sí la mayoría. ¿Y qué tenemos? Comunicadores sociales–periodistas mal preparados, sin campo de acción y con semestres que cuestan en promedio $9.000.000 cada uno! ¡Nueve millones para unos padres que se endeudan y hacen ingentes esfuerzos para que su hijo tenga un futuro promisorio con semejante panorama tan terrible! ¡Nueve millones de pesos semestrales para que su hijo salga a ganarse algo más del mínimo en su primer trabajo! Si bien es cierto que en algún momento en las facultades se preocuparon porque los estudiantes próximos a graduarse no hicieran sus prácticas gratis, como nos tocó a todos en mi época, esto es una vergüenza para estos centros educativos que solo buscan lucrarse.
Si a algún estudiante de esta noble y maltratada profesión, digo maltratada por universidades y empleadores, se le cruza esta columna, le enfatizo en que coincido totalmente con El Nuevo Siglo cuando dice que para ejercer el oficio, "los nuevos estilos de contratos de trabajo incluyen desde la venta de cupos publicitarios, hasta asumir el trabajo de cuatro pero con el salario de uno”.
Pese a que el comunicador como tal ahora tiene mayor diversificación, la comunicación organizacional es una de ellas por la importancia que las empresas le dan hoy en día a su papel dentro y fuera de ellas (eso se lo debemos a la globalización), las universidades siguen con su rentable negocio de botarle al mercado y al desempleo montones de periodistas cada semestre.
¡Qué vergüenza para las facultades que cobran tanto y para los medios que pagan tan poco!
¡Hasta el próximo miércoles!