En la Antigüedad se denominaban epigramas a las inscripciones elegíacas grabadas en tumbas o monumentos. Safo de Lesbos y Arquìloco cultivaron el arte de escribir epigramas, pero sólo en la época alejandrina se consolidó como género literario. Catulo, en la literatura latina, es uno de los más importantes poetas que dieron al epigrama un sentido satírico, y Marcial se aproximó a una expresión del realismo. El epigrama es una composición poética breve que contiene una idea de carácter irónico, festivo o ingenioso, generalmente una ironía leve, fugaz e imprevista. Que estos epigramas logren expresar con ironía la ternura de las cosas, el amor o el oficio de la poesía, que es lo más hermoso y alucinado que se puede llegar a escribir.
A.A.L.
Yo no canto la defensa de Stalingrado
ni la campaña de Egipto
ni el desembarco de Sicilia
ni la cruzada del Rhin del General Eisenhower.
Yo sólo canto la conquista de una muchacha.
Ernesto Cardenal
I
Bajo el claro cielo de tu
vientre
que sueña o extraña
encantas y seduces
como el poder de la palabra.
II
La muerte dura toda la vida.
III
Entre un eclipse de sol
y un eclipse de luna
el universo de tu cuerpo
crea el día y la noche.
IV
Te recuerdo tan dulce tan rubia
tan mujer viviéndote alrededor
de tu sonrisa y tus senos y querible
y habitable tu vientre en un verso
y creo el mundo en tus ojos con
la memoria del cariño y el recuerdo.
V
De tarde, entre las horas
mientras miro por la ventana
y ella, desnuda, me mira mirar
la lluvia sobre el tejado
y el asfalto, el tiempo impunemente
me golpea en la frente, y te destino.
Octubre se echa a volar
como una bandada de alcatraces.
VI
Ni madrigales, ni epigramas
ni versos libres
te conmueven tanto
como éste cuerpo
que también te inmortaliza.
VII
Las palabras, recuerdo
amé antes que a una mujer
pero por esta mujer escribo
las más hermosas palabras
como un poema de amor.
VIII
Sobre esta página en blanco
una palabra en carne viva
redime tu cuerpo que es la palabra
que me refleja como un espejo.
XIX
Sobre esta tumba vienes a llorar
y traes una rosa y un recuerdo
y su vivo retrato que sigues amando
pero no sabes que vienes a llorar
en vano porque tú no has muerto
y miras de pie una tumba que no
es la tuya pero ya llorarás
en la hierba sobre la tuya propia.
X
Ah, no te creas mucho
que me atraes o subyugas
luna, rosa o lluvia
eres sólo metáfora para la poesía.
XI
Tal vez la poesía fue cantar
lo que nunca se tuvo ni se pudo
llegar a sentir, salvo que lo
que se tuvo y se pudo llegar
a sentir no era todavía la poesía.
XII
Esta tarde esgrime sus hojas
secas y una dulce llovizna
como la voz de una mujer en celo
en esta calle que camino de la
ciudad que me hiere y que conozco
como el vientre de tu cuerpo.
XIII
En un cuadro de Van Gogh
hay un hombre con una venda
en una oreja mutilada
es el hombre que años después
se asesinó a sí mismo y en
la violenta ternura de sus óleos
desbordó su corazón en delirio.
XIIII
Existo luego escribo y escribir
es encontrarse a sí mismo y morir
un poco en las palabras y las cosas
y ser uno mismo y otros y juntos
y todos y existir en ti y en mí
y ser el francotirador que dispara
desde la azotea de un edificio.
XV
Ni el cielo ni infierno
tendrás en algún lugar
fuera de la tierra
tu cielo y tu infierno
están sobre la tierra.
XVI
La palabra, esa herida
como la muerte, necesaria
abierta en sus labios menores
se hace mujer en la cópula.
XVII
Atrincherado en la palabra
arma
con silenciador
tengo en la mira tu cuerpo
sigiloso a dar en el blanco.
XVIII
Dijo Nietzsche que el hombre
deber ser superado
y concibió el superhombre
como ideal filosófico del hombre
y el superhombre era él
más allá del bien y del mal.
XIX
Tu cuerpo en mi cuerpo
es el cuerpo en donde amas
y mi cuerpo en tu cuerpo
es el cuerpo en donde vivo
toma mi cuerpo en tu cuerpo
como tomo tu cuerpo en mi cuerpo
y sea tu cuerpo que sueña en
mi cuerpo como mi cuerpo que
respira en tu cuerpo.
XX
En una calle de la tarde
un hombre camina
a su lado consigo mismo
el hombre que camina
con los mismos pasos
del hombre que en
el fondo de sí mismo
camina en una calle
de la tarde con el mismo
hombre que en ésta
página escribe con la
misma mano del hombre
que camina a su
lado consigo mismo.
XXI
El mundo esa bolita
de tierra y agua que gira
suspendida en el espacio
yo la tenía en mi mano cuando
tenía en mi mano todo tu cuerpo.
XXII
Golpea en la ventana la tarde
con esa dulce y eterna llovizna
que como mi mano cansada cae sobre
tus hombros blancos y vienes de la lluvia
como del amor con ese corazón a deshora
que ama a mansalva como una mujer
que es lo que eres cuando
te me desnudas con los ojos cerrados.
XXIII
Tu cuerpo es como el río de Heráclito.
XXIIII
A veces encontrarla en la calle
y darle la mano y caminar
por unos instantes a su lado
y mirarla con ternura
y un poco de deseo mientras
presentir que el olvido hace memoria.
XXV
Llovía sobre París una lluvia
intensa y oblicua mientras
César Vallejo moría un día
que tenía en el recuerdo pero
sólo para morir un poco en esa tarde.
XVI
Se abren los muslos de tu cuerpo
con la dulzura de la tarde
que anclada como un navío
espera ir mar adentro
y se recobra el verano
que golpea con el viento la ventana.
XXVII
Te escribo un poema con mi cuerpo
cuando desnuda como una
fruta fresca y madura
entreabres tus muslos dulcemente
y recibes la primavera como
una palabra que te escribe un poema.
XXVIII
Sobre esta tarde tu cuerpo
cae como la lluvia porque eres
la mujer que pasa con tu sonrisa
al viento y tu cuerpo que es
la morada de la palabra escribe
con mi mano este epigrama y la
ciudad, bajo consigna, te recorre.
XXIX
Con su desnudez un cuerpo
cubre la desnudez
de otro cuerpo y cerrados
como la noche
un cuerpo lleva a otro cuerpo
hasta el infierno
hasta hacerle ver el cielo.
XXX
En el reino de
la palabra
escribo tu cuerpo
y creas el paraíso
En el reino de
tu cuerpo
escribo la palabra
y creas el poema.
XXXI
Sobre tu cuerpo
escribo
la palabra
como sobre la palabra
escribo tu cuerpo
que es también
un poema
que mi mano escribe
palabra a palabra
como cuerpo a cuerpo.
XXXII
En su lecho de muertes
dos cuerpos desnudos
en la ceremonia de la soledad
llegan hasta la otra
orilla y en sus cuerpos
esas muertes es la poesía
que los hace puros y eternos.
XXXIII
En los rojos atardeceres de la
costa atlántica un barco navegaba
por la línea del horizonte con
el sol que se desplomaba en el mar
que rumoroso traía los oleajes
a orillas del tronco desde donde
sentado atardecía mirando los barcos
cruzar por el mar de tus ojos.
XXXIIII
La página una tras otra son
el poema que escribes
como esa metáfora de Manrique
que leyó Cervantes en la aurora.
XXXV
La luna que vio Li Po en su
reflejo en el río es la misma
que ves ahora en la página
que la escribe y crees ver en
su sombra un unicornio blanco.
XXXVI
En la sombra de la tarde
resuena un río, esa metáfora
de Heráclito, como un devenir
ha la orilla de los sauces.
XXXVII
Tú que lees esta página
estas escribiéndola.
La página existe infinita
sin la mano que la sueña.
XXVIII
En una tarde como un conquistador
en un barco pirata que ondeaba
la negra bandera de la calavera
asistió al descubrimiento de un
mundo nuevo bajo su vientre y dio
muerte a sus frágiles sueños de
muñecas de trapo y la llevó por
el mar de los sargazos raptada como
un tesoro hallado en tierra firme.
XXXIX
En el lecho diáfano
del río que nace
de la montaña
el rumor de la cascada
bajo los bambúes
los senos blancos
en su boca como
la luna en el tejado
y la lengua entre
sus muslos emana
su corazón derretido.
XL
Hay una página en los memoriosos libros de su
biblioteca que le hubiera gustado escribir
como una línea de un poema que lo emociona.
Tiene el gusto por la palabra de hondo aliento
poético como el sabor de una fruta roja y por
los nombres de ciudades o países por los que le
hubiera gustado viajar o vivir como ante la tumba de Van Gogh respirar los girasoles en la hierba
en un bosque de niebla. Ahora escribe estas líneas como un conjuro para que tus ojos sean posibles.
XLI
La poesía de taller son
como los niños de probeta
como el amor es
más hermoso a la antigua.
XLII
En esta tumba junto
a esas rosas bajo esta lluvia
yace la hierba que crece
entre sus dos fechas.
Alguien arroja una rosa blanca
como una moneda
en el pozo de los deseos.
XLIII
En el cielo de tu vientre
una estrella
el ombligo como una
media luna en creciente.
XLIV
Entre más hago
el amor más escribo
entre más escribo
más hago el amor.
XLV
Al existir tú en mi yo existo en ti
como al existir yo en ti tu existe en mí
y yo existo porque tu me piensas
y tú existes porque yo te pienso
pero tú al existir fuera de mi tú no existe
y yo al existir fuera de ti yo no existo
porque yo te hago existir cuando estás tú
dentro de mi porque eres tú que me hace
existir cuando estoy yo dentro de ti.
XLVI
Ahora ya sabes que tienes
dos corazones que igual como
el que tienes en tu pecho
también te palpita como el que
tienes en medio de tus muslos.
XLVII
Una mujer puede ser un poco
de alegría y deseo
ternura acaso
encanto tenue como una llovizna
pero una mujer es siempre
un poco de frescura y alivio
como un vaso con soda y alkaseltzer.
XLVIII
Los hombres morimos nuestra
propia muerte
y a veces en una muerte ajena
La muerte también tiene
sus propias estrategias.
XLIX
Otro día y la tarde se
deshoja al viento y sobre la
hierba yace su hojarasca.
L
Volverás a casa
en la ciudad blanca
que dejaste un día
a tus espaldas
bajo la lluvia pero
nunca marcharás de casa
como cuando vuelvas
a entrar por la misma
puerta por la que
saliste un día.
LI
Los universos de la poesía no
los busques por el mundo
en un mar de trasatlánticos
vuelve a la tierra de los orígenes
donde caminas por los patios
olorosos de la flor bebida
por los colibríes y las muchachas
el mundo es una aldea donde
crecen los girasoles de Van Gogh.
LII
En los lechos de amor
o sueños te ronda
una pequeña muerte
y esas muertes te deleitan
y te llevan a soñar los prodigios
de una muerte definitiva.
LIII
Guns N Roses en concierto
bajo los reflectores
cuando se acabe la hierba
se fumarán el césped del estadio.
LIV
Opaca y brumosa la ciudad me
recuerda tus ojos bajo la lluvia
con esa mirada despejada como
atardeceres y esa risa como
el vuelo de las palomas blancas
de la catedral como me recuerda
los semáforos en rojo tu regla
de excepción para el amor.
LV
El viejo filósofo griego ensaya
un aria para flauta antes de beber
la cicuta que quiere aprender
antes de morir como quiera que la
muerte es un antiguo sofisma.
LVI
Cuando no escribo siento
que pierdo el tiempo
y cuando escribo recobro
el tiempo perdido.
LVII
Los hombres lo escalan
con verdadera proeza
en la cordillera del
Himalaya el monte Everest
en el Pico de los Andes
el monte Aconcagua
en Tanganyka, en el África
oriental, el monte Kilimanjaro.
En tu cuerpo yo apenas
escalo el monte de Venus.
LVIII
Ahora ya sé que yo
existo porque tú me amas.
Ahora ya sé que tú
existes porque yo te amo.
LIX
Tu eres hasta ahora
lo que has escrito.
LX
Al ritmo de tu cuerpo
sobre mi cuerpo asciendes
y desciende lentamente
como galopando por la llanura
con tu cabellera que se
derrama sobre mi pecho como
la lluvia sobre la hierba.
LXI
Como las ballenas
que vienen a morir a la
playa el mar orilla
con su oleaje pececitos
y caracoles y las huellas
de tus pies en la arena
como tus pasos por el mundo.
LXII
Para que tú existas mis manos
te recorren por tu cuerpo
como por esta hoja en blanco.
LXIII
En lo profundo
de tus muslos
crece un hermoso
jardín donde
florece carnosa
la rosa roja
que irrigo como
una lluvia nocturna.
LXIV
En cualquier lugar
que nos sorprenda la poesía
o el amor escríbela
o sedúcela con el dulce
ejercicio de su escritura o pasión.
LXV
La poesía es una
exploración de la palabra
como el amor es una
exploración del cuerpo.
LXVI
Como Neruda a veces escribo
en tinta verde sobre tus ojos
negros tus labios marrones
y tu pelo castaño incendiados
poemas de amor sobre la hoja
blanca en rojos atardeceres.
LXVII
El escultor no esculpe la estatua en la piedra
la estatua estaba por dentro de la piedra
el escultor sólo quita los trozos de roca
que le sobran a la piedra como el poeta
que no labra la poesía en la palabra
la poesía estaba por dentro de la palabra
el poeta sólo quita los trozos
de palabras que le sobran al poema.
LXVIII
HAIKUS
Amputado el brazo
todavía siente la mano.
LXIX
El rumor del mar
del caracol en la oreja
el paso de la sangre.
LXX
Un grillo en el jardín
más me trasnocha
la ausencia de tu cuerpo.
LXXI
El murciélago entre
los árboles de la noche
como una golondrina en verano.
LXXII
Recuerda cuando
vive quien
pierde la memoria.
LXXIII
Muertos tus ojos
sólo ves
cuando sueñas.
LXXIV
Óyela
una gota de
agua
taladra la piedra.
LXXV
Llueve sobre
abril
solitario sobre
la hoja en blanco.
*Antonio Acevedo Linares (El Centro, Barrancabermeja, Colombia, 1957). Poeta, Ensayista y Sociólogo.Profesor universitario. Magíster en Filosofía Latinoamericana con especialización en Educación Filosofía Colombiana de la Universidad Santo Tomás y especialización en Filosofía Política Contemporánea del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Diplomado en Gestión y Administración Cultural,Gobernación de Santander-Corporación Interamericana de Educación Superior. Diplomado en Derechos Humanos y Resolución Pacifica de Conflictos, Universidad Industrial de Santander.
Ha publicado los libros de poesía: Plegable # 1 (Poesía), 1987; Arte Erótica, 1988, Plegable # 2 (Poesía) 1990, Plegable # 3 (Poesía) 1994, Sociedad de los poetas,1998. Plegable # 4 (Poesía) 1999. Los girasoles de Van Gogh, Antología poética, 1980-1999. Vol.1, 1999, Plegable # 5 (Poesía) 2000, Plegable # 6 (Poesía) 2001, Poesía de viva voz (CD) 2004, Atlántica, Antología poética, 1980-2004. Vol.2,2004, En el país de las mariposas, Antología poética, 1980-2007. Vol.3, 2007, Por la reivindicación del cuerpo y la palabra, (Reseñas criticas) 2008.La pasión de escribir ( artículos, ensayos y entrevistas)2013.Tolerancia, cultura, democracia y otros ensayos,2014.