Sus investigaciones han tumbado funcionarios de las administraciones de Cucutá y Norte de Santander. Hace un par de semanas lo llamaron porque delincuentes destruyeron su casa buscando una USB. Esta es el perfil de este valiente periodista:
Es difícil concentrar a Renson Said Sepúlveda Vergara para una entrevista. Sus ojos inquietos están pendientes del entorno y se distrae como un niño con el paso de las muchachas que transitan bajo un sol inclemente por la avenida cero con calle 12 en Cúcuta.
La tarde es sofocante y hemos buscado un bar al aire libre para refrescarnos con unas cervezas. Renson orienta su atención hacia una chica que viste un jean con estampados y avanza con sensualidad sobre unos tacones altos y azules. Asume su papel de galán callejero y le lanza su frase de combate: “adiós bella”. Ella no atiende el piropo y acelera el escrupuloso y vibrante taconeo de sus pasos sobre la acera.
Un poco desilusionado, Renson retoma la conversación y saborea un trago de cerveza. Para sus amigos, sus flirteos en la calle, se ha vuelto tan legendarios y directos como su columna periodística Vía Libre, publicada cada semana en las páginas editoriales de La Opinión en Cúcuta.
Sólo que a diferencia de las inofensivas galanterías callejeras de Renson Said, sus críticas periodísticas derriban sin piedad reputaciones públicas, pulverizan argumentos, desmitifican gobiernos y atacan con ferocidad a la arrogante e indolente colmena de políticos de la región y del país. “Es un ser humano locuaz y hermoso, aunque por momentos el alcohol exacerba su ya notoria hiperactividad. Somos amigos porque él se enamoró de mi hermana hace muchos años. Mi hermana no le paró bolas pero yo sí, desde entonces lo leo sin falta todos los viernes. Nos vemos esporádicamente y para mí siempre es una fiesta”, señala su entrañable amigo y escritor cucuteño Iván Gallo.
Al calor de la tarde se suma el sonido trepidante del rap que sale de una imponente y espaciosa camioneta Cherokee que circula lenta y de manera pretenciosa sobre la agitada Avenida Cero.
Esta vez Renson Said mira de reojo y observa con desconfianza a los pasajeros de la camioneta. Se tranquiliza e intenta explicarme que del otro lado de la acera de la opinión pública cucuteña, sus columnas no inspiran propiamente cortejos por parte de sus adversarios.
Ello ha provocado que muchas de sus denuncias, hechas en su estilo irreverente, desenfadado y provocador de cucuteño nacido en el popular y bullicioso Barrio San José en el seno de una familia de orígenes guajiros y santandereanos, se conviertan en un bombardeo de amenazas y señalamientos por parte de personas anónimas o conocidas que lo catalogan no como un periodista rebelde, sino como un enemigo que debe eliminarse.
“Escribir columnas en Colombia es un riesgo. Hace unos años escribí una columna dando mi opinión sobre un trabajo poético y recibí como respuesta una demanda millonaria por injuria. Cuando opino sobre política recibo amenazas e intimidaciones. Cuando no escribo me preguntan que si me acobardé. En Colombia han asesinado a muchos periodistas por hacer pública una opinión y yo creo que por respeto a la memoria de esos colegas hay que seguir dando más opiniones”, sostiene Renson
Al escucharlo, corroboró el apetito insaciable de Renson Said por las palabras y lo imposible que resultaría también para sus adversarios no sólo de apaciguar el impulso de publicar sus columnas radicales e incisivas, sino también de aniquilar el coraje que pone en su oficio solitario de denunciar los males endémicos de Cúcuta, una ciudad en donde el crimen y la impunidad funcionan como una fortaleza inviolable.
“Es un milagro que esté vivo. Por menos han matado a muchos periodistas en el país. Ojalá pudiéramos tener su valentía y su arrojo. Nadie ha denunciado lo que él se ha atrevido. Es el único que ha dicho la verdad en esta ciudad y es una vergüenza que todavía no se haya publicado un libro con lo mejor de sus columnas”, puntualiza Iván Gallo.
Sin lugar a dudas, las columnas diversas y rebeldes de Renson Said han dejado una huella perdurable, para bien o para mal, en los lectores cucuteños. Pero de acuerdo con sus amigos, en el anzuelo de su estilo cautivante y de sus palabras ásperas, se esconde también la alegría y la desazón de leerlo al mismo tiempo. “Los amigos de Renson mantenemos una permanente contradicción: aplaudimos y estimulamos la denuncia que él hace en sus columnas sobre la corrupción y la degradación de las costumbres y los valores de nuestra sociedad, pero nos preocupa su integridad física, por la actitud intolerante de sus contradictores, que carentes de argumentos para refutarlo, preferirían silenciarlo”, sostiene Adip Numa Hernández, arquitecto y columnista.
Pero como en Cúcuta abundan los intolerantes, el mismo Renson Said ha tenido que salir a defenderse a puño limpio en sus columnas semanales ante el hostigamiento permanente de que ha sido objeto. “De modo que cuando se me increpa por las cosas que escribo no tengo más remedio que recordar a Malraux, a quien admiro con el fervor de un cristiano. Digo todo esto porque hace pocos días alguien bajó de una camioneta y encolerizado me criticaba –y lo hacía de una manera mucho más agresiva de lo que yo puedo hacerlo en una columna- por la forma en que escribo sobre el presidente Uribe. Llegó incluso al calor de la amenaza: “estamos pensando en hacerle la vuelta”, rugió. Yo le dije que si quería pelear que escribiera un artículo porque ese es el único medio en que yo discuto”, anotó Renson en una de sus publicaciones.
El rebelde ilustrado
Por ello, no es sorprendente, que las batallas de Renson Said Sepúlveda por la libertad de expresión, las haya venido dando desde sus 18 años. A esa edad, su inclinación precoz por el periodismo estudiantil, le costó la expulsión en 1988 del colegio Sagrado Corazón de Jesús, dirigido por los Hermanos Lasallistas, cuando cursaba el décimo grado.
Meticuloso y prevenido, el Hermano Ignacio Riveros, rector del plantel, colocó a Renson Said ante la disyuntiva de elegir entre el colegio y la Federación de Estudiantes de Norte de Santander-FEN, una organización que para la época aglutinaba a 700 estudiantes del departamento por reivindicaciones académicas y sociales.
¿El pecado original? La publicación de un comunicado en el Diario La Frontera por parte de Renson Said y de otros compañeros de la FEN, en la que rechazaban la versión de los curas que asimilaban a esa organización estudiantil con fuerzas subversivas. “Cuando los Padres comenzaron a estimular a los estudiantes para que publicaron avisos en las canchas de basketball que definían a la FEN como la -Federación de Estúpidos Negados a Superarse-, no tuve otro camino que el de irme, porque encontraba esa conducta inaceptable por parte de los directivos del colegio”, recuerda Renson Said.
Por esas paradojas de la vida, la expulsión de Renson Said inspiró profundamente a su compañero de curso Omar Javier García para convertirse en abogado y defenderlo 25 años después en el proceso judicial por injuria que debió enfrentar el columnista durante 5 años y medio en Cúcuta y en el que se le exigía pagar una indemnización de 500 millones de pesos por haber criticado unos poemas del abogado cucuteño Pablo Chacón Medina.
“Mi amistad con Renson comenzó desde la época del Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Estudiaba con él y vimos con impotencia su expulsión del colegio. En ese momento yo hubiera deseado defenderlo, pero no pude y le prometí que algún día lo defendería. Y curiosamente esa oportunidad se dio cuando me enteré que el proceso que cursaba contra Renson en la Fiscalía por el delito de injuria, entablado por el doctor Pablo Chacón Medina por la columna periodística La República de Chacón, había avanzado de una forma poco usual de la Fiscalía al Juzgado, sin la posibilidad de una defensa jurídica. En ese momento tomamos la decisión de que si Renson tenía que pagar con su libertad física la libertad de prensa en el país, hasta allá llegaríamos en nombre de la libertad de expresión. Por fortuna, el fallo judicial fue favorable a la libertad de opinión”, afirma García.
En muchos sentidos, la amenaza potencial de ir a la cárcel, hizo consciente a Renson Said de que el periodismo de opinión es un arma de doble filo que expone al periodista a la guillotina de los mecanismos judiciales ordinarios y extraordinarios para acallar al mensajero y a las acciones de tutela o las querellas penales por injuria y calumnia para intimidarlo. “En ese sentido, el valor de las columnas de Renson para La Opinión, radica en que están escritas en términos correctos y representan su pensamiento y sus convicciones, expresados con claridad y con el valor para cuestionar lo que considera nocivo desde la visión de sus principios”, anota el periodista y columnista Cicerón Flórez Moya.
La penumbra del atardecer cae como una larga sombra sobre la ciudad sumida en el bochorno y Renson Said baja el tono de su voz para recordar que su inclinación por la literatura fue el gran legado intangible de su padre, un odontólogo de Gramalote, predicador protestante y amante de la lucha libre, que encontró en Valledupar a su esposa y la llevó a Cúcuta en donde criaron a 6 hombres y dos mujeres.
Para Zaida Zulima, la hermana menor de Renson Said, la vena literaria de este columnista y bloguero cucuteño (www.rensonsaid.blogspot.com),tiene raíces en el amor por la lectura que les inculcó el padre en la enorme y diversa biblioteca de la casa, que se convirtió en lectura obligatoria para los miembros de la familia.
“Desde temprana edad Renson dio muestras de ser una persona polifacética, pero sobre todo con un gran inclinación por los géneros literarios. Cómo olvidar aquellas obras de teatro en las que hacía las veces de director. Recuerdo también las semanas culturales del colegio cuando formó parte de un grupo vallenato, haciendo honor a los orígenes musicales de su familia caribeña. Pero considero que su carrera la marcó el Concurso Nacional de Poesía Carlos Medellín, cuando ganó ese premio en 1990”, sostiene Zaida.
Y es por eso, por escribir, que Renson Said Sepúlveda no ignora ni subestima que las humillantes reseñas judiciales a que fue sometido en el DAS por la denuncia de injuria, ni el “estamos pensando en hacerle la vuelta” que ha recibido de fanáticos de extrema derecha, ni los rabiosos insultos callejeros que le han echado en cara, son la premonición de actos de intolerancia que en Colombia finalizan con la muerte del mensajero.
Miguel Ángel Flórez* diálogo con Renson Said Sepúlveda sobre el arte de escribir columnas periodísticas, los riesgos del periodismo de opinión en el Norte de Santander y el país y como no, también sobre los lectores y detractores que semanalmente lo aplauden, pero que también lo adversan y en el peor de los casos, lo amenazan.
Miguel Ángel Flórez Góngora: ¿Por qué escribe columnas periodísticas?
Renson Said Sepúlveda: “Después de haber pasado por todos los géneros periodísticos descubrí que la columna de prensa es la que mejor calza a mi temperamento. Soy un poco tímido para hacer entrevistas y muy perezoso para hacer trabajos de campo. De modo que la columna me permite desarrollar ciertos temas sin tener que violentar mi carácter”.
M.A.F. G: ¿Qué lo motivó a escribir en La Opinión?
R.S.S: “La primera columna la mandé a La Opinión por mi amistad con Cicerón Flórez que ha sido muy alcahueta conmigo: me publicaba hasta mis trabajos de clase. Sin embargo, esa primera columna la mandé pensando en que la publicarían en el magazín dominical, que es dónde regularmente yo enviaba mis colaboraciones culturales. Pero me sorprendió mucho verla publicada en la página editorial con una fotografía mía sacada de archivos. A la semana siguiente mandé otra y pasó lo mismo. A la tercera vez recibí una llamada de Cicerón, que entonces era el subdirector del diario, en la que me informaba que de ahí en adelante iba a tener un espacio fijo todos los viernes para publicar mis columnas”.
M.A.F.G: ¿En ese momento cuáles eran sus modelos como columnistas?
R. S. S: “Yo no tenía ningún modelo porque no había explorado aún el género. García Márquez era para mí, en ese entonces, un modelo literario, pero no periodístico. Yo pensaba siempre en términos de literatura. La columna de prensa me tomó por sorpresa y me abrió un mundo. Hasta entonces yo sabía casi todo lo que se referia al surrealismo y al realismo mágico y a lo real maravilloso, pero no sabía nada del país. La columna de prensa me puso a estudiar la historia de Colombia, la historia de las guerras, la violencia, en fin, me puso los pies sobre la tierra”.
M.A:F. G: ¿Por qué habla de realismo mágico?
R. S. S: “Para que me entienda mejor esto yo tendría que contarle de qué familia vengo: un abuelo que detenía la lluvia con oraciones, una señora muda que nos cuidaba de niños y que predecía el futuro en la hojas de limón, una madre que respondía con versículos bíblicos a cualquier pregunta que se le hiciera, una hermana mayor que se fugó con su novio a los 15 años dejando el mensaje escrito con pasta dentífrica en la luna del espejo. En fin: pura literatura de la vida cotidiana. Vivía en un mundo poético”.
M.A.F.G: Hay gente que tiene curiosidad por conocer si los columnistas reciben alguna remuneración por lo que escriben ¿Usted recibe un salario por escribir Vía Libre?
R. S. S: “No. Nunca me han pagado por mis columnas de Vía libre”.
M.A.F.G: ¿Aceptaría un salario como columnista?
R. S. S: “Claro. Es un trabajo intelectual que merece remuneración. Los columnistas de El tiempo y El Espectador reciben sueldo. En Semana y Soho y en las revistas virtuales le pagan a sus columnistas. En la prensa regional no sucede eso porque consideran que con el hecho de que le publiquen a uno le están haciendo un favor. Nosotros generamos opinión. Los lectores compran el periódico por los columnistas y no por las noticias que pueden leer en internet o ver en la televisión”.
Política y periodismo
M.A.F. G: ¿Son inseparables las columnas de opinión y la política?
R. S. S: “La política es apenas uno de los temas que yo abordo en mis columnas. También he escrito sobre literatura, arte y religión. Lo que sucede es que en Colombia casi todo pasa por el filtro político y a veces es imposible sustraerse a ese tema. Pero una columna de opinión no tiene que ser necesariamente política aunque opinar ya sea una actitud política”.
M.A.F.G: ¿Definiría a Vía Libre como una trinchera política?
R. S. S: “No es una trinchera política porque yo no me oculto como hace el soldado en la trinchera, al contrario, firmo mis columnas, sale mi foto, pongo el pecho. No tengo trinchera, sino que voy de frente. No es trinchera en el sentido militar del término porque no estoy en guerra con nadie ni tengo enemigos. Yo diría que Vía Libre es algo más modesto: es una forma de rebeldía”.
M.A.F.G: ¿Dónde ubica la frontera entre la diatriba política y la información?
R. S. S: “Para que la diatriba política tenga peso y sea incontrovertible debe estar sustentada en la información. La opinión personal es apenas la punta del iceberg, debajo debe haber una buena cantidad de documentos, datos, testimonios, declaraciones, en fin.
M.A.F.G: ¿Por qué lo inspira el periodismo político?
R.S. S: “El periodismo político no me inspira nada. Si escribo sobre política es contra mi voluntad. Yo quisiera escribir sobre cosas más importantes para el ser humano como la poesía o el arte. Sin la literatura el hombre nunca hubiera salido de su estado bárbaro. La literatura hace que el hombre se cuestione el mundo en que vive y toda buena literatura es una indagación profunda sobre la condición humana y eso, en mi opinión, es más importante que lo que hace un político. Lo que sucede es que en Colombia la política afecta la vida inmediata del ser humano y a veces uno no tiene más opciones que ocuparse de esos temas. Pero repito: escribo sobre política contra mi voluntad”.
Uribe, derecha, izquierda
M.A.F.G: ¿Por qué es anti uribista?
R. S. S: “Yo no soy antiuribista. Lo que pasa es que no soy uribista. Y en Colombia, donde todo lo ponen en bloque, el que no es uribista lo tachan de antiuribista. Y así no es la cosa”.
M.A.F.G: Una parte significativa de la opinión pública considera que Uribe es un político genial y que tuvo resultados en su guerra contra las FARC. ¿Eso lo convence?
R. S. S: “Pues a esa parte de la opinión pública hay que recordarle que Uribe sabía lo de las chuzadas del DAS, que estimuló los crímenes de los falsos positivos, y que sus actuaciones durante su gobierno tiene a sus más cercanos colaboradores huyendo de la justica o presos por parapolítica. No, no me parece que sea genial, me parece criminal. Ahora, los resultados en la lucha contra la subversión fueron visibles en su gobierno: dio de baja a importantes jefes de las FARC, hubo desertores, y logró debilitarlas. Pero las FARC no se pueden acabar si primero no se le quita la base económica que los sostiene que es el narcotráfico. Lo demás es pura demagogia para convencer a incautos. Uribe es nuestro pequeño Hitler que grita y vocifera y patalea como un niño en su cuenta de twitter porque la quitaron la poltrona del poder”.
M.A:F.G: Una de sus últimas columnas Tomando lista hace 15 días, escrita contra la visita de varios precandidatos del Centro Democrático a Cúcuta provocó la reacción de un lector contra usted, calificándolo de vocero de la guerrilla terrorista de las FARC. ¿Cómo ha evaluado esos señalamientos?
R.S. S: “Yo lo dije en mi columna de respuesta: los uribistas son pasionales y cuando uno les cuestiona a su Papa lo tildan de terrorista. Es que Uribe (que fue un arrodillado frente al gobierno de George Bush Jr.) puso a circular en Colombia el término “terrorista” que ha hecho carrera con la más completa impunidad. Si por casualidad un gato llega a cagarse en los pies de Uribe no faltará el uribista que diga que ese gato es un terrorista al servicio de las FARC y entrenado en Cuba. Eso prueba que la demencia de Álvaro Uribe se expande como plaga en todos sus cortesanos”.
M.A.F.G: . En esa misma carta enviada al director de La Opinión, también lo señalan de ser un infiltrado de la Marcha Patriótica en La Opinión.
R.S. S: “Eso ya no tiene presentación. Es tan ridículo que no merece un comentario de parte mía. Que hable el director de La Opinión que me conoce desde mis primeros tiempos universitarios. Él sabe que a lo único que me he infiltrado es a una fiesta de fin de año del periódico La Opinión”.
M.A.F: A raíz de esa carta, columnistas como Daniel Samper Ospina y Ricardo Silva trinaron en defensa suya a través de twitter. ¿Cómo tomó esa solidaridad de cuerpo?
R.S. S: “Con mucha humildad. Y les estoy muy agradecido. Daniel y Ricardo no sólo son columnistas importantes, sino que su respaldo a mi columna prueba que en Bogotá hay periodistas pendientes de lo que sucede en la provincia. Samper y Silva respaldan mi columna y no creo que haya alguien que se le ocurra llamarlos terroristas”.
M.A.F.G: ¿Es usted de extrema izquierda?
R.S.S. “No soy de extrema izquierda. Soy un pacifista y estoy en contra de hacer política con las armas. Ninguna ideología merece un cadáver, como decía el poeta Héctor Rojas Herazo. Pero se lo resumo de esta manera: creo en el derecho que tiene todo hombre a expresar sus ideas y esas ideas deben ser rebatidas en un plano intelectual y civilizado y no por la vía cobarde del disparo en la nuca”.
M.A.F.G: En algunas de sus columnas usted señaló que no creía que los guerrilleros de las FARC fueran terroristas, sino criminales. ¿Cuál es la frontera en esa distinción?
R.S.S: “Lo que pasa es que el concepto de “terrorismo” es un concepto político global y depende mucho de la época en que se diga y también de quién la diga y de sus contextos. Las FARC existen desde hace más de 50 años y en todo ese tiempo ha recibido varios calificativos. Hubo una época en que les decían bandoleros. Lo que pasa es que no se puede meter en un mismo saco a las FARC y a la ETA vasca, a la resistencia palestina y a los rebeldes chechenos. Por supuesto las FARC cometen actos terroristas pero sus motivaciones no son religiosas sino de otra índole. Además, hay que tener en cuenta que quién señala de terroristas son los gobiernos establecidos ya sean democráticamente o a punta de fusil. Si las FARC estuvieran en el poder, los terroristas serán otros. Los de las FARC son criminales y sus crímenes tienen que ser llevados ante la justicia”.
Vía Libre
M.A.F.G : ¿Por qué aborrece a la clase política del Norte de Santander y del país?
R.S. S: “Porque es una clase política iletrada, estéril, improductiva, mezquina, endogámica, incapaz, que no ha querido y probablemente no ha podido (por su misma incapacidad) resolver algo tan sencillo como llevarle agua potable a la gente pobre que vive en los cerros, pero en cambio sí le llevan urnas para que voten por ellos. Una clase política carroñera y ladrona, culpable del desastre de este país”.
M.A.F.G: Usted ha denunciado los vínculos entre paramilitarismo y política en la región. ¿Qué lo motiva a denunciar esos hechos?
R. S. S: “Lo he denunciado porque ese vínculo fue el que produjo las masacres de la Gabarra y los hornos crematorios de Juan Frío. Fueron más de 100 personas asesinadas y 70 reducidas a cenizas en esos hornos. Políticos y empresarios de la región abrieron las puertas del departamento para que ingresaran los paramilitares que, con la complicidad de la fuerza pública, cometieran los actos más atroces que se tenga noticia desde los tiempos del fascismo”.
M.A.F. G: ¿Ha tenido pruebas verificables para hacer esos señalamientos?
R.S. S: “Las pruebas están ahí, a la vista de todo el mundo: las confesiones de Mancuso, del Iguano, de los desmovilizados, las investigaciones de la Fundación Arco Iris, la Fundación Progresar, los informes de prensa. Todos los días la prensa destapa algún escándalo y por eso es que hay militares presos y destituidos acusados de estos crímenes”.
M.A.F.G: ¿Teme por su vida?
R.S.S: “A lo único que le temo es a que el médico me prohíba la cerveza. Por supuesto, no quiero que me maten, pero tampoco sabría vivir si me impiden escribir columnas”.
M.A.F.G: ¿Cuándo recibió la última amenaza?
R.S.S: “Con la última columna, o sea, hace una semana”.
M.A.F.G: ¿Un antídoto contra la intolerancia?
R. S. S: “No sé, no sabría decirle. No tengo esa respuesta, nunca lo había pensado. Hágale esa pregunta al procurador Ordoñez y me cuenta qué le dijo”.
*Escritor y periodista colombiano